ADN Celam

Uno de los frutos de la 39ª Asamblea General Ordinaria del Celam, fue la elección de los miembros de la nueva presidencia. Se trata del equipo de obispos a los que por derecho les corresponderá guiar el destino del organismo durante el cuatrienio comprendido entre 2023 y 2027.

Aceptada la misión, el itinerario de la nueva vigencia se inició el 14 y 15 de junio. La agenda de la primera reunión presencial, les permitió conocer la sede en Bogotá, participar en una reunión de empalme con los delegados de la presidencia saliente y conocer al personal de las diferentes dependencias.

Reconocimiento, agradecimiento y continuidad

Mons. Jaime Spengler, presidió la Eucaristía. Celebración que abrió la jornada caracterizada por la expectativa, la escucha del camino hecho y el diálogo sobre los procesos y metas por alcanzar. Tomando como punto de referencia el fragmento del salmo 39 que con determinación dice: “Aquí estamos Señor para hacer tu voluntad” el también arzobispo de Porto Alegre habló de tres palabras claves para comprender el momento de transición que vive el Celam y la misión que emprenden los nuevos miembros de la presidencia. Reconocimiento, agradecimiento y continuidad.

El reconocimiento del trabajo liderado por la presidencia saliente, que implica perspicacia, sensibilidad y discernimiento para valorar y comprender la ruta emprendida, las motivaciones e ideales que enmarcaron cada una de las acciones.

El agradecimiento por el trabajo hecho con dedicación que se percibe desde la existencia de la nueva sede, hasta los procesos liderados por el Celam en todo el continente. Una labor hecha por personas que desde las responsabilidades más sencillas hasta las más complejas, hacen un aporte significativo para el logro de objetivos y la continuidad que lleva a compartir lo que somos, entregar el servicio del Celam en favor de la Iglesia continental y frente a la que existe una gran esperanza.

El camino recorrido

Al cierre de la ceremonia Mons. Miguel Cabrejos, presidente saliente, ratificó su agradecimiento a los miembros de la presidencia y los trabajadores del organismo, porque sin ellos no se habría alcanzado ninguno de los logros planteados. Igualmente destacó la aprobación de los nuevos estatutos del Celam por parte del Papa Francisco y el modelo propuesto para la realización de la Asamblea Eclesial y la fase continental del Sínodo que ha servido de modelo para otras regiones del mundo que ven en nuestro continente un proceso cualificado para adherir a la propuesta del Papa Francisco, arriesgarse a vivir la experiencia de la sinodalidad.

“Que el Espíritu de Dios los bendiga abundantemente y sigan el trabajo iniciado, para que América Latina y el Caribe siempre sea un referente, creo que lo ha sido, es y ojalá siga siéndolo como dice el Santo Padre para la Iglesia Universal. «Muy agradecido una vez más por el apoyo y el trabajo. Paz y bien,” afirmó el arzobispo de Trujillo.

Articulación y discernimiento

Otro de los puntos importantes dentro de las actividades propuestas fue el encuentro con los trabajadores del Celam. Reunión en la que Mons. Jaime Spengler habló del privilegio que constituye servir a las Iglesias del continente.

Agradeciendo la colaboración de todos, el prelado dijo que los trabajadores representan «un gran mosaico que logra su belleza cuando todas las piedras están en su lugar y las directivas y trabajadores son un mosaico de la Iglesia latinoamericana y caribeña”. Así mismo ratificó que el organismo vive tiempos nuevos y estar unidos, no es fácil, pero si es una tarea noble.

Igualmente aseguró que es importante entender que no existe un secretario general, un primer vicepresidente o un segundo vicepresidente, en realidad existe un equipo y debemos obedecer con nuestro trabajo a los criterios del Evangelio, al Magisterio, es decir, lo que nos pide la Iglesia y aquello que el tiempo actual nos exige.

Desde el rol de la vicepresidencia Mons. José Luis Azuaje, considera que en el Celam todavía queda mucho por hacer y uno de esos elementos es el trabajo de la sinodalidad al interior de la organización, para lo que se debe fomentar la articulación y el discernimiento. Igualmente agradeció todo el apoyo que puedan ofrecer sobre el tema y focalizar un proyecto en donde todos se sientan importantes. Así compartió una experiencia que desde Cáritas se ha ocupado de cuidar a los cuidadores, lo que podría aplicarse en el Celam, como un mecanismo  para que la valoración de la persona no solo se haga desde lo técnico, sino desde lo humano.

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Un trabajo de todos

Por su parte Mons. José Domingo Ulloa, segundo vicepresidente invitó a los colaboradores a empoderarse del proceso de renovación y reestructuración del Celam, seguros de que ahora viene una etapa fascinante que debe transmitirse a las Conferencias Episcopales. Un proceso que considera debe vivirse primero al interior del organismo, porque una de las grandes tentaciones de la Iglesia es el trabajo aislado. En este sentido abogó por un cambio de mentalidad en conjunto. Esto supone conocer y valorar el trabajo del otro, porque muchas veces cada persona piensa que lo suyo es lo más grande y olvida el valor de lo que cada uno está haciendo. El objetivo es que los episcopados vean que es posible trabajar en unidad y el Celam es ejemplo de ellos.

Desde la secretaría general Mons. Lizardo Estrada, afirmó que «muchas cosas pueden cambiar si nosotros cambiamos» es el comportamiento de cada persona lo que aporta a la transformación. Si bien no todo es perfecto parte del cambio consiste en opinar, sugerir y escuchar al otro para llegar a los acuerdos necesarios que contribuyan al enriquecimiento de la organización. Es un trabajo de todos.

Mientras que Mons. Santiago Rodríguez, presidente del Comité de Asuntos Económicos, la novedad siempre nos atrae y nos lleva a nuevos desafíos paradigma, vemos a diario, la información y el Celam ha logrado una trayectoria y los frutos que se han ido cosechando en el camino de la mano de Dios que siempre se hace presente. Ahora los ojos están puestos en el Celam y como una marca de la Iglesia marca debemos apuntar sin miedo a los nuevos desafíos que dependen de cada uno de nosotros.

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