Con motivo del 50 aniversario del golpe de Estado del 27 de junio de 1973, el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal del Uruguay ha querido compartir un mensaje que lleva por título: “Democracia, dignidad humana, participación, libertad, solidaridad, reconciliación y paz”.
Una tragedia para el país
Un texto que pretende ser una reflexión desde la fe, relatando que “el rompimiento del estado de derecho, al que se llegó después de años de desencuentros y de violencia, fue una tragedia para nuestro país. En ese tiempo ocurrieron hechos que atentaron contra la dignidad humana que siguen siendo heridas que nuestra sociedad no ha logrado sanar”.
Un país que con el paso de los años fue reconocido como “democracia plena”, afirman Mons. Arturo Fajardo, obispo de Salto y presidente de la Conferencia Episcopal del Uruguay, el cardenal Daniel Sturla, arzobispo de Montevideo y vicepresidente, y Mons. Heriberto Bodeant, obispo de Canelones y secretario general del episcopado. Una democracia que llaman a “valorar más allá de los problemas coyunturales que toda sociedad atraviesa en su devenir”.
Mensaje de Mons. Parteli
Los prelados recuerdan las palabras proferidas en una homilía el 25 de agosto de aquel 1973 por Mons. Carlos Parteli, en aquel momento arzobispo coadjutor de Montevideo, cuando pronunció una homilía que fue publicada con el título “en este momento de nuestra Patria”.
Como recoge el mensaje, “en ella hablaba de ‘valores esenciales a salvaguardar’. El primero de ellos: la dignidad humana, en razón de la cual ‘nadie puede ser privado de los derechos inalienables de su naturaleza humana, ni carecer de los bienes espirituales y materiales que le son necesarios para llevar una vida conforme con su dignidad’”.
Los obispos recogen en el texto que “la interrupción del sistema democrático, la proscripción de personas, organizaciones sociales y partidos, privó de otro de los valores que recordaba Mons. Parteli”. Citando al entonces arzobispo coadjutor, dicen que “la participación en la responsabilidad de la vida social, en las decisiones que importan al bien común”, es decir, el ejercicio de la ciudadanía en su más amplio sentido, para lo cual “es indispensable la libertad entendida como facultad de actuar responsablemente. Tan grande es ese don de la libertad, que el propio Dios se encarnó y dio su vida por ella. Cristo murió en la cruz para vencer el pecado, que es la raíz de todas las servidumbres”.
Solidaridad, reconciliación y paz
Recordando que es desde esa libertad que se hace posible la solidaridad, continúan citando a Mons. Parteli: “solo quien puede liberarse de la esclavitud del propio egoísmo está en condiciones de abrirse a los demás, de sentirse solidario con sus semejantes, de amar a su Patria sirviéndola”. Junto con eso, es recogido su deseo de “colaborar para encontrar una salida a la crisis y emprender una nueva etapa en la historia de la Patria ‘más en consonancia con sus posibilidades y más acorde con las enseñanzas del Evangelio’, haciendo ‘profesión de solidaridad, de reconciliación y de paz’”.
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Cincuenta años después, los obispos uruguayos dicen vivir “el desafío, como orientales y como cristianos, de colaborar a la reconciliación de nuestro pueblo y a seguir consolidando la democracia que entre todos construimos”. Para ello piden “que Nuestra Señora, la Virgen de los Treinta y Tres, interceda por todos los que habitamos esta bendita tierra para que, en nuestra pluralidad, recorramos en unidad esos caminos”.
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