Hoy 21 de abril, cuarto domingo de Pascua, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. En esta 61.° celebración, el Santo Padre Francisco nos regaló un texto que se titula “Llamados a sembrar la esperanza y a construir la paz”. Para detenernos en algunos de los ejes por los que se despliega el mensaje, consultamos desde ADN Celam a monseñor Roberto Ferrari, obispo auxiliar de Tucumán, Argentina, y delegado episcopal para la Pastoral Vocacional de la Conferencia Episcopal Argentina por el período Noviembre 2021-Noviembre 2024.
Pregunta: ¿Qué relación existe a su entender entre vocación e identidad personal y entre vocación e identidad cristiana?
Respuesta: La jornada mundial de Oración por las Vocaciones siempre es una ocasión hermosa para redescubrir el llamado que Dios nos hace a compartir su proyecto de amor, encarnando la belleza del Evangelio en cada estado de vida.
La vocación, el llamado que Dios nos hace, reafirma nuestra identidad personal, recordándonos que somos, cada uno, el sueño de Dios hecho realidad. Somos creación de Dios sostenida por su amor infinito.
Qué importante es descubrir esto, lo que somos, quiénes somos, qué dones y talentos ha puesto el Señor en nuestro corazón, para que, poniéndolos al servicio de los demás, le den sentido a nuestra vida. Preguntas como, ¿quién soy?, ¿para qué estoy en esta vida?, cuando son hechas frente al Señor o dirigidas a él, nos ayudan a clarificar nuestra identidad y vocación primera, esa que el Señor ha plasmado en nuestro corazón desde el momento en que nos pensó, antes de nacer (Jer 1, 5).
Esta constatación se une a otra verdad más honda y plena, la del Bautismo que nos ha hecho hijos amados de Dios (1 Jn 3,1) y por lo tanto, cristianos, seguidores de Cristo, discípulos y misioneros. El Papa en su mensaje dice que “la polifonía de los carismas y las vocaciones…, nos ayuda a comprender nuestra identidad como cristianos”, porque los carismas y las diversas vocaciones en la Iglesia son complementarias, y cada una contribuye a mostrar la belleza de Cristo y de la Iglesia. Por ese motivo, ningún carisma puede pensarse como él único, ya que nos necesitamos, nos complementamos, somos corresponsables en la misión de dar a conocer el mensaje del Reino.
Vocaciones y Sinodalidad
P: En uno de sus párrafos, el mensaje del Papa por las vocaciones dice lo siguiente: “la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones lleva impreso el sello de la sinodalidad: muchos son los carismas y estamos llamados a escucharnos mutuamente y a caminar juntos para descubrirlos y para discernir a qué nos llama el Espíritu para el bien de todos”. ¿Cómo aterriza usted en sus comunidades tucumanas este enlace vocaciones-sinodalidad?
R: Qué bonita expresión del Papa, “… lleva impreso el sello de la sinodalidad”. La variedad y diversidad de vocaciones, caminando juntas, favorecen y fortalecen la sinodalidad. El Espíritu sigue suscitando carismas y ministerios en la Iglesia, llamados a ser discernidos, con el criterio de que sirvan al bien común, de todos y de cada uno, de la comunidad.
La arquidiócesis de Tucumán tiene una inmensa variedad de carismas, servicios o ministerios, que surgen por la acción del Espíritu que toma corazones deseosos de servir al Señor y de anunciarlo. Sostenidos por una fe profunda, cálida y llena de expresiones, el Espíritu inspira, creativamente en nuestra gente, nuevos modos de anunciarlo y seguirlo.
Podemos decir que en Tucumán y en el norte argentino, la sinodalidad hunde sus raíces en la piedad popular, “y antes que servidores del Pueblo de Dios, somos hijos de la piedad popular y de ese mismo Pueblo”.
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Sembradores peregrinos
P: En otro momento, el documento cita el Evangelio: «Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha» (Lc 10,2). Siguiendo la imagen evangélica, ¿cómo ve al pueblo de Dios del siglo XXI, ¿cómo evalúa la siembra que se hizo para este tiempo y la cosecha en el tiempo actual?
R: Cuando el Santo Padre invita a orar por las vocaciones, nos muestra un detalle importante, en especial para quien está preguntándole al Señor: ¿Qué querés de mí? o ¿cómo querés que te siga? Y nos dice, que la oración es ESCUCHA, “se hace más con la escucha que con las palabras dirigidas a Dios”. Y continúa, “El Señor habla a nuestro corazón y quiere encontrarlo disponible, sincero y generoso”. ¡¡Qué síntesis maravillosa de lo que es un diálogo vocacional con Jesús!!
Qué importante sería que cada joven, cada persona, vuelva a hacerle a Jesús estas preguntas, en el silencio de la oración y en la rumia de su Palabra. El mensaje de este año ilumina la situación actual del mundo y de cada país: “Llamados a sembrar la esperanza y a construir la paz”, y también la invitación del Año jubilar 2025, “Peregrinos de esperanza”.
El que siembra y el peregrino tienen algo en común: no pueden adelantar la cosecha ni adelantar la meta, se vive el día a día, se levantan cada día con nuevas fuerzas con la esperanza de la lluvia, el sol cálido, la brisa suave, el camino con otros, dando pequeños pasos hacia la meta. Así es nuestra vida cristiana, con la resurrección de Jesús ya nadie nos quita la esperanza. Por eso hay una verdad muy profunda, el Pueblo de Dios, el mundo, cada hombre, sigue teniendo y llevando dentro, muy dentro, el deseo de Dios, de algo que lo planifique, lo haga vivir con sentido la vida y pueda ser feliz. Es la tierra fértil para la siembra, no sin piedras y maleza que quitar… Pero Jesús llama, sobre todo, a la cosecha, él ya está haciendo germinar… Por eso no nos cansemos de sembrar, de anunciar, de testimoniar, de servir y mostrar una Iglesia cercana, que no se encierra, sino que sale al encuentro de los demás, sobre todo a las periferias.
P: Y por último: la esperanza, una de las claves para este andar desde cada vocación personal y comunitaria el Año de la Oración mirando al Jubileo 2025. “En nuestro tiempo es, pues, decisivo que nosotros los cristianos cultivemos una mirada llena de esperanza, para poder trabajar de manera fructífera, respondiendo a la vocación que nos ha sido confiada, al servicio del Reino de Dios, Reino de amor, de justicia y de paz.” ¿Cuál es su reflexión sobre este punto?
R: La Resurrección del Señor ilumina hasta lo más oscuro de la vida, del dolor, del sufrimiento y de la muerte misma, es vida que se esparce y revitaliza, que llena de sentido, que hace mirar hacia adelante con esperanza, el bien ha triunfado, la muerte ha sido vencida, que con esta certeza, salgamos al encuentro de los demás, construyendo puentes de paz, de diálogo entre personas y pueblos y frente al “avance amenazador de una tercera guerra mundial en pedazos”, vencer el mal a fuerza de bien, como nos diría San Pablo en la carta a los Romanos (12, 21) y así la “esperanza no quedará defraudada” (Rom 5,5).
Que la 61° Jornada Mundial de oración por las vocaciones, suscite variadas y sinodales vocaciones al servicio de la Iglesia y del mundo, “sembrando la esperanza y construyendo la paz”.
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