“¿Quién a Puerto Rico orienta? La Virgen de la Divina Providencia”. Con esta invocación, monseñor Rubén González, obispo de Ponce y presidente de la Conferencia Episcopal Puertorriqueña, agradeció a los participantes de la 39.ª Asamblea General Ordinaria del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), durante la eucaristía de clausura que celebró en el Centro de espiritualidad Nuestra Señora Madre de la Consolación, en Aguada, diócesis de Mayagüez.
El prelado hizo un panegírico de la Patrona de los puertorriqueños: “A ella a quien reconocemos como Modelo del creyente, es la perfecta discípula que se abre a la palabra de Dios y se deja instruir y penetrar por su dinamismo en ella resplandece la fe como don, apertura, respuesta y fidelidad”.
Detalló que la imagen de María es el modelo perfecto “incansable de misionera que movida por el Espíritu se acerca a nosotros para acompañarnos y guiarnos por la vida, abriendo nuestros corazones a la esperanza y a la solidaridad”.
“Ella es la madre providente, tierna, compasiva y misericordiosa que nos muestra y nos conduce a Jesús. Por medio de ella ,Dios se hizo carne, entró a formar parte de un pueblo y se constituyó en el centro de la historia. Ella es el punto de enlace entre el cielo y la tierra. Ella es el gran signo, del rostro maternal y misericordioso, de la cercanía del Padre y de Cristo”, ha dicho.
Modelo a seguir
Don González ha pedido a los Obispos del Celam tomarla como modelo a seguir, porque “cada vez que la miramos volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño. Porque mirándola a ella descubrimos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes y que no necesitamos maltratar a otros para sentirnos importantes”.
“Sin María, el Evangelio se desencarna, se desfigura y se transforma en ideología, en racionalismo espiritualista”, por ello, “la Palabra de Dios que hemos escuchado ha encendido nuestro corazón filial y nos mueve a contemplarla como modelo extraordinario de la fe de una Iglesia sinodal ‚que, impulsada por la fuerza del Espíritu, busca en comunión, participación y misión continuar la obra evangelizadora iniciada por Jesús, el Hijo del Dios bendito, nuestro Señor y salvador”.
Evangelizadores de Espíritu
Movido por la profunda devoción del pueblo puertorriqueño, el Presidente del Episcopado puertorriqueño afirmó que “si de algo estamos bien seguros esta noche es que la madre de Jesús y de la Iglesia, a quien en Puerto Rico invocamos y veneramos bajo el hermoso título de Madre de la Divina Providencia, está entre nosotros”.
Por eso, en esta noche “la aclamamos e imploramos con filial afecto su ayuda maternal para que en esta nueva aventura que como Iglesia latinoamericana y del Caribe estamos iniciando nos lancemos sin miedo a servir con alegría.
“A María queridos hermanos y hermanas, la reconocemos como la Madre de Dios y de la Iglesia, como la buena Maestra que anima y sostiene nuestra fe en medio de nuestras luchas, dificultades, y esperanzas diarias”, ha dicho
Toda vez invoca su intercesión para que “siga caminando con nosotros animando nuestro quehacer pastoral” y “nos alcance a todos pastores y pueblo, la gracia de ser evangelizadores con Espíritu , de ser hombres y mujeres con fuego en el corazón, audaces discípulos misioneros y testigos del amor de Dios hasta los confines de la tierra”.
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