Monseñor Rino Fisichella, pro-prefecto de la Sección para las cuestiones fundamentales de la evangelización en el mundo del Dicasterio para la Evangelización, acompañó el Encuentro latinoamericano y caribeño de las Comisiones Episcopales de Catequesis en Panamá.
En su intervención, el prelado hizo una alegoría del paraje de los discípulos de Emaús, en el que “la persona de Jesús en la profunda unidad entre su enseñanza y obras, las hace tangibles con la interpretación que él mismo ofrece”.
Allí “resalta lo fundamental que es la dimensión del encuentro para cambiar la vida y renovar radicalmente el estilo de vida de las personas agobiadas por el sentimiento de desaliento”.
Para monseñor Fisichella “la enseñanza de Jesús no termina con su muerte, sino que continúa después de su resurrección para que los discípulos no tengan nada que temer en cuanto a su testimonio en el mundo”, por consiguiente, “el caminar del Resucitado con sus discípulos es inevitablemente el icono de la Iglesia que nunca podrá ser privada de la inteligencia de los hechos que envuelven su presencia en el mundo”.
Profundidad de la evangelización
Por ello, los acontecimientos de la historia del mundo como los momentos personales de la vida de “cada uno de nosotros sólo encuentran su máximo sentido si se colocan a la luz de la fe que permite captar el significado más profundo que poseen”.
Don Fisichela asegura que “en este proceso se desarrolla el camino de la evangelización. El anuncio del kerigma es solo el primer paso al que debe seguir necesariamente la apertura del corazón, a la gracia y la persona se va implicada en la libre elección que se hace visible en su conversión de vida”
Una premisa similar se impone al recibir y hablar con los responsables de catequesis de las distintas conferencias episcopales latinoamericanas y caribeñas, porque “nuestro encuentro es un símbolo del deseo de compartir que nunca puede faltar en la vida de la comunidad cristiana”.
Por tanto una catequesis que solo “persiguiera la presentación de contenidos con una metodología incapaz de comunicarse con el interlocutor, se situaría fuera del proceso evangelizador y quedaría reducida a la esterilidad”.
“Urge, por tanto, plantearse la validez de nuestra propuesta catequética si es verdaderamente coherente con la obra de la nueva evangelización”, puesto que “evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda”.
La Iglesia existe para evangelizar, es decir, para “predicar y enseñar, ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la santa Misa, memorial de su muerte y resurrección gloriosa”.
Renovar el método
El Proprefecto del Dicasterio para la Evangelización asegura que se debe “repensar la catequesis como camino fundamental dentro del proceso de evangelización, pues esta tiene la responsabilidad misionera que “a veces aparece deslucida debido al contexto cultural de fuerte secularismo”.
Señaló que hay “un supermercado de experiencias religiosas”, por consiguiente animó a los catequistas a pensar en quienes se van de la Iglesia y no en los nuevos bautizados, porque si bien es cierto que América es de mayoría católica con muchos bautizados por tradición, “ha que confrontar con cuántos abandonan la Iglesia y la comunidad. Aquí está el problema para la catequesis”.
Para lograr esto, se requiere tener claro la identidad del creyente, saber cuán fuerte es su fe. Abrirse a la novedad para escuchar y dialogar “con la exigencia del mundo contemporáneo” y, en especial, estar alejados de una repetición fatigosa de la transmisión de la fe y acercarnos a los signos de los tiempos, que “siempre son signos positivos”.
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