El Equipo Latinoamericano de Pastoral Juvenil se dispone para iniciar su itinerario hacia la Jornada Mundial de la Juventud Lisboa 2023.
La delegación impulsada por la secretaría general del Celam y el Dicasterio para los laicos permanecerá en la capital de Portugal del 1 al 6 de agosto, participando en las actividades propias de los peregrinos y fortaleciendo los lazos con los representantes de las delegaciones de los diferentes países de América Latina y el Caribe.
Integrada por 11 personas se destacan dentro de este equipo los jóvenes delegados de las distintas regiones del continente. Cada uno aportará desde la riqueza de su cultura y esa experiencia de Dios que le ha llevado a emprender un camino de servicio a la Iglesia.
Vivir la fe
Ligia Elena Matamoros es de Costa Rica, una administradora de empresas que además de tener un énfasis en contaduría y negocios internacionales se ha formado en Pastoral Juvenil, Doctrina Social de la Iglesia, Planificación Pastoral, Prevención de Abusos, además de Diálogo y Cooperación Interreligiosa. En sus inicios en la Pastoral, colaboró primero en un grupo juvenil, pasando por la instancia parroquial, diocesana, nacional y ahora regional.
Al referirse a la trascendencia del evento afirma que se trata de un espacio para vivir la fe y dar testimonio de ella. “Para mí la Jornada es experimentar lo que es la Iglesia universal. Es poder escucharlos a todos y hablar; que cada uno viva los espacios en su propio idioma es algo que mueve el corazón, es un espacio de encuentro para vivir la cultura, la música, el arte, el estilo de cada joven y las delegaciones que están participando,” afirma.
Para Ligia es la tercera jornada a la que asiste, el camino se inició en Río de Janeiro en 2013, era la primera jornada del Papa Francisco y no duda en definirla como “alucinante”, luego fue Panamá en 2019, evento del que destaca el componente latinoamericano y ahora Lisboa 2023; oportunidades que le llevan a tener la certeza de que “cada JMJ tiene una temática que nos ayuda a profundizar, porque hay un mensaje detrás de su realización y es importante que quienes vayan, lo hagan dispuestos a vivir ese mensaje”.
Desde su perspectiva no se puede hablar del Equipo Latinoamericano de Pastoral Juvenil sin mencionar las JMJ, de hecho, recuerda que en sus inicios cuando se hizo la segunda edición en Argentina en 1987, el himno de esa jornada fue adoptado por el equipo latinoamericano, especialmente por la invitación que hace a los jóvenes a construir la civilización del amor. “Esperamos que la Jornada de Lisboa nos ayude a seguir construyendo juntos, es una jornada muy anhelada porque es el primer espacio de los jóvenes con el Papa Francisco después de la pandemia y la viviremos con mucha esperanza,” comenta al referirse a las expectativas sobre este momento.
Dejarse sorprender
Pensado en su propia vida Ligia Matamoros asegura que tras la Jornada Mundial de la Juventud “hay un antes y un después, por eso es importante ir con un corazón abierto y dejarse sorprender por la experiencia” ya sea desde lo presencial, impulsando iniciativas para la consecución de los fondos necesarios para emprender el viaje o desde lo virtual, como lo harán muchos jóvenes para quienes se trabaja en la organización de las transmisión de los momentos claves de la agenda como es el caso de la tarde latinoamericana que se desarrollará el próximo 2 de agosto, lo importante añade “es sentirse parte de esta Jornada”.
Consciente de que muchos jóvenes no han hecho una opción por Dios, Ligia asegura que con ellos “lo más importante es mantener la alegría, dar razones de nuestra fe esa que le da sentido a nuestra vida, es la sonrisa en cómo nos relacionamos con los demás, más que lo que decimos, es lo que podemos hacer” con quienes tienen otro estilo de vida. “Mostrar con acciones la fe que tenemos eso convence mucho más y las Jornadas son un espacio para privilegiar el encuentro”.
En el Equipo Latinoamericano y Caribeño de Pastoral Juvenil, Ligia Matamoros es la conexión con el movimiento Religiones por la Paz, además de participar en la comisión ampliada del eje de mujeres en la Iglesia y en la Sociedad. En el comité Internacional de Jóvenes de Religiones por la Paz, representa a la Red Juvenil de América Latina y El Caribe, de la cual es coordinadora, es en estos espacios en donde ha podido compartir su experiencia en las Jornadas Mundiales de la Juventud.
Una sola Iglesia
Por su parte María José Bolaños es mexicana, integra el equipo del Centro Vocacional de la Diócesis de Tehuacán en Puebla. Actualmente es la Asesora nacional laica de la Pastoral de Adolescentes y Jóvenes de su país
Para ella la Jornada Mundial de la Juventud es un punto de encuentro. “Desde nuestras trincheras trabajamos para construir el reino, para construir la civilización del amor y se viven experiencias muy grandes, pero cuando te das cuenta de que en todo el mundo hay jóvenes que optan y trabajan por construir este reino, sabes que no eres la única que se arriesgó a vivir esta locura”. Un ambiente que compara con una fiesta del que recuerda siempre a los jóvenes cantando, el intercambio constante de símbolos entre delegaciones, además de las misas y oraciones en varios idiomas.
“Es muy impactante descubrir que la iglesia somos todos, eso te hermana, tenemos muchas caras, muchos carismas, muchos rostros y una sola Iglesia, eso es lo que motiva”. Desde luego frente a la Jornada Mundial Lisboa 2023 las expectativas de María José son muy grandes y constata un cambio en su vida de fe a partir de su participación en este evento.
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Abrazar el futuro
“Cuando fui a la Jornada Mundial de Panamá en 2019, no era del equipo de pastoral juvenil latinoamericana, ni siquiera de la región, no conocía de estructuras ni tenía las experiencias que hemos vivido” un camino que ha llenado su corazón y relaciona con una conocida frase de Juan Pablo II en México. Se trata de “mirar el pasado con gratitud, vivir el presente con pasión para abrazar el futuro con esperanza, entonces actividades como esta y el Equipo Latinoamericano te hermanan”.
María José trabaja con universitarios y adolescentes, un ambiente con diversidad de posturas ideológicas, muchas de ellas alejadas de la fe, frente a lo que advierte lo importante es la cercanía. “Creo que en nuestros tiempos de alguna u otra forma todos necesitamos de Dios, pero nosotros que ya lo encontramos debemos vivirlo y aprender de la pedagogía de Jesús, la pedagogía de la escucha” algo que dentro del Equipo Latinoamericano de Pastoral Juvenil han adoptado como ese “quítate las sandalias” del Evangelio. Para María José “lo importante es descalzarnos ante las realidades y poco a poco ser testimonio vivo, más allá de decir, es el ejemplo, la cercanía, el ser auténticos”.
Recordando que la primera JMJ que vivió fue la de Panamá, María José Bolaños recuerda un lema mariano clave en esos días “He aquí la sierva del Señor hágase en mi según tu palabra” porque “fue en esos tiempos cuando empezaba a sumergirme a madurar mi compromiso en la Iglesia, entonces sentí un fuerte llamado que se unió a la lectura de la exhortación Christus vivit, estoy segura de que cada Jornada te deja muchas enseñanzas y tenemos muchos carismas, no estamos solos, caminamos juntos y es importante mantener la esperanza y a ejemplo de María, hacerlo vida, porque si es una llama que dejamos apagar es muy triste, tenemos el desafío de levarlo a la práctica por la ecología y la amistad social.
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