El cardenal Czerny está en Manaos participando de la Asamblea de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA), que tiene lugar de 8 a 11 de agosto, una presencia que considera “fundamental para nuestro Dicasterio hoy”, así como el hecho de “encontrarnos y acompañarnos desde el camino que está haciendo la CEAMA”.
“Vivir y cuidar el proceso eclesial de la Amazonía”
El prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral ha reflexionado sobre el “Vivir y cuidar el proceso eclesial de la Amazonía”. Lo ha hecho partiendo del texto de Lc 5, 37-38 en el que Jesús pide odres nuevos para vino nuevo. En sus palabras recordó la reciente visita a su Dicasterio de las redes eclesiales, en el que se hicieron presentes “las vidas y voces de los territorios”, lo que no dudó en calificar como un privilegio, como una “visita nos ha hecho mucho bien porque en el momento que estamos viviendo como instancia de la Santa Sede al servicio de la Iglesia, nos ha permitido una experiencia de encuentro, escucha y de buscar posibilidades de caminar juntos ante los desafíos de nuestro tiempo”, un momento de compartir e intercambio.
El cardenal recordó las palabras de Marcivana Sateré, líder indígena que vive en Manaos, en esa visita, en las que decía que “nuestra identidad viene del territorio”, y llamaba a “reconocer en el rostro de los indígenas el rostro de Dios”. Desde ahí explicó la importancia de acompañar y sostener los procesos eclesiales en la Amazonía, con el llamado a cuidar esos biomas y de cómo la sinodalidad se mueve de la Iglesia particular a la universal, concluyendo con algunas preguntas sobre los desafíos para la CEAMA.
CEAMA, una propuesta del Sínodo para la Amazonía
Recordando lo recogido en el Documento Final para la Amazonía, su acogida por el Santo Padre, con el llamado a dar continuidad a este proceso y su profundización en Querida Amazonía, el cardenal Czerny destacó que la CEAMA es una propuesta de ese Sínodo.
Los documentos surgidos del Sínodo “no pretenden tener la última palabra”, insistió. Eso porque “los temas tratados son fruto de un discernimiento vivo, porque emanan de las propias voces de denuncia y anuncio en el territorio y porque son parte de una experiencia de encarnación eclesial que sigue en movimiento en este lugar teológico, la Amazonía como un ’locus’, como el Papa mismo lo ha afirmado”. En ese sentido, el “compromiso de reflexionar y buscar una vivencia de convergencia desde la diferencia”, es consecuencia del hecho de la Amazonía y sus pueblos ser fuente de vida, así como de las múltiples amenazas y de los sueños expresados por el Papa Francisco en Querida Amazonía.
Pueblo de Dios con los ojos abiertos
Una asamblea de la CEAMA que se reúne como Pueblo de Dios con los “ojos abiertos” y con apertura a los horizontes del Espíritu. El cardenal recordó al cardenal Claudio Hummes, “primer presidente e incansable promotor de la CEAMA”, que siempre “insistió en que la Iglesia solo habrá cumplido su misión en este territorio cuando los pueblos y quienes habitan este territorio sean sujetos de su historia”.
El prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral hizo ver que la palabra más repetida en el Documento de Aparecida es vida, más de 600 veces, llamando a que “las actividades pastorales deben llevar un mensaje de esperanza a los que sufren por las muchas faltas, dolores y obstáculos a los que se enfrentan”, a una pastoral del Buen Samaritano, “inclinándose a aquellos que están heridos en nuestro mundo, llevándolos sobre nuestros hombros, y aportando lo necesario para que puedan volver a ponerse en pie y recuperar su dignidad como hijos amados”.
Misión desde la identidad bautismal
Cuando la misión nace de nuestra identidad bautismal, eso significa “restaurar en todo el Pueblo de Dios la dignidad plena de ser agentes activos de evangelización”, como señala Evangelii Gaudium. Por eso, en los varios documentos del actual Magisterio Pontificio se plantea un desafío, según el cardenal: “reformar las estructuras eclesiales de tal manera que incorporen el sentido ministerial de la diversidad del pueblo de Dios, y por lo tanto la presencia de los laicos en la vida y misión de la Iglesia en todos los niveles”.
Desde ahí ve la sinodalidad como “la expresión de diversas sinergias y carismas que convergen en comunión y unidad”, lo que demanda un modo de ser Iglesia “en donde tienen su sitio todos y cada uno de los seres humanos y todo lo creado”. Eso hace con que “para vivir la alegría de la salvación es necesario dejar atrás odres viejos”, que identificó con el clericalismo y una mentalidad autorreferencial y dominante. Desde ahí llamó a todos a “’ser y a hacer’ Iglesia de Jesús, siempre nueva, desde la diversidad de ministerios y carismas”. Para ello hay que identificar estructuras obsoletas que dificultan “la comunión fraternal y desligadas de su misión, se atrincheran”.
CEAMA expresión de odres nuevos
En esa perspectiva, ve la CEAMA como “una semilla de esperanza que brota de un proceso de escucha y acompañamiento a los pueblos”, una “expresión de odres nuevos para poder acoger el vino nuevo que brota del acompañamiento al territorio”, que expresa, como muestra la composición de esta asamblea, “la unidad en la diversidad de nuestra Iglesia, y su llamado a una cada vez mayor praxis sinodal”. El cardenal ve la CEAMA como algo que “quiere ser una buena noticia y un instrumento para llevar a la vida los frutos del Sínodo asociados a los temas orgánico-eclesiales”.
Por ello llamó a “la necesidad de crear conciencia en las Américas sobre la importancia de la Amazonía para toda la humanidad”, a establecer “una pastoral de conjunto con prioridades diferenciadas para crear un modelo de desarrollo que privilegie a los pobres y sirva al bien común”, como dice Aparecida. También a “apoyar, con los recursos humanos y financieros necesarios a la Iglesia de la Amazonía para que siga proclamando el Evangelio y desarrolle su trabajo pastoral en la formación de laicos y sacerdotes”, animando a “trabajar intensamente para que CEAMA sea un instrumento vivo de la Iglesia como pedía con un sentido profético el cardenal Hummes”.
Finalmente, insistió en no ser “autocomplacientes o dar espacio a un mínimo autointerés, personal o colectivo. No pueden tolerar inconsistencias, infracciones o desvíos de este noble camino eclesial”, pidiendo al Señor de la vida “que nos renueve con su Espíritu y nos dé la alegría de su salvación”.
Estar atentos a los signos de la venida del Señor
Previamente, en la Eucaristía que presidió, donde recordó la figura de Edith Stein y la importancia del Día de los Pueblos Indígenas, afirmó, recordando el Salmo 118, que “para escrutar el pasado, de modo que podamos comprender mejor el presente, necesitamos iluminarlo con la Palabra de Dios”. Junto con ello, a la luz del texto evangélico destacó cómo Jesús quiso “enseñar a sus discípulos la importancia de estar atentos a los signos que acompañan la venida del Señor”.
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En las palabras de Jesús, según el cardenal Czerny, “no hay intención de inquietar, de inducir al miedo, sino sólo la revelación de una verdad divina”, mostrando que nuestra respuesta de amor al Señor, “no puede ser delegada ni asumida por otros. Es lo que nos configura en nuestra identidad y si uno no invierte en amor, su vida es una antorcha apagada”. Para eso se necesita “salir de nuestras zonas de confort y encontrar el valor para dejar a Dios la libertad de actuar en nosotros en lo nuevo”.
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