En la noche del 7 de diciembre, en París (Francia), la joven brasileña Marina Paula Oliveira recibió el Premio de Derechos Humanos otorgado por la República Francesa –a través de la Comisión Nacional Consultiva de Derechos Humanos del país galo–, por su importante labor en defensa de los derechos de las víctimas de la minería en Brasil y, de modo particular, frente a la tragedia socio-ambiental de Brumadinho, su ciudad natal, hace casi cinco años.
Marina, de 28 años, es doctoranda en Relaciones Internacionales por la Pontificia Universidad Católica de Minas Gerais (PUC-Minas), hace parte del Movimiento por la Soberanía Popular en la Minería, en Brasil, y es miembro del Consejo del Centro de Gestión de Conocimiento del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam).
Defensores del medio ambiente
En su versión 35.ª, el premio de este año ha destacado la labor de los “defensores del medio ambiente y del acceso al agua”, a través de acciones individuales como colectivas. En el caso de Marina, se trata, además, de una joven que “debido a las amenazas e intimidaciones que ya ha sufrido por su activismo en Brumadinho, entró en el programa de protección francés en 2022”, como recoge la periodista Luiza Ramos en una entrevista que realizó para RFI.
«Estamos buscando formas de protegernos junto con organizaciones asociadas para continuar esta lucha”, aseguró la brasileña al mismo medio, destacando que “tenemos que continuar, pero hay formas de seguir e intentar minimizar los riesgos”.
En sus declaraciones también manifestó sentirse “muy honrada” por el homenaje recibido, pero “al mismo tiempo triste por saber que sigue siendo necesario este tipo de premios para defender derechos tan básicos y sencillos en la vida de todo el mundo”.
En memoria de las víctimas
De hecho, la memoria de las casi 300 víctimas que dejó el rompimiento de la represa de Brumadinho el 25 de enero de 2019, la cual recibía los residuos de las explotaciones de la minera Vale y arrasó con todo lo que encontró a su paso en una avalancha sin precedentes de lodo contaminado, estuvo presente en varios gestos simbólicos de la joven brasileña durante la noche de premiación.
“Brumadinho tiene ahora un centenar de niños huérfanos”, recordó Marina, quien también perdió en la tragedia a muchas personas cercanas y aspira a que la empatía por la justicia sea cada vez mayor. “El poder del amor es muy transformador (…) Yo pude ser transformada por el dolor y por el amor a la comunidad (…) y para construir un mundo más solidario, necesitaremos de todos”, concluyó en sus declaraciones a RFI.
Junto con la joven brasileña, fueron galardonados representantes de Uganda, Kosovo, México y Perú.
Fuente: RFI.
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