A mediados de febrero conocimos que el Papa Francisco nombró consultores de la Secretaría General del Sínodo que tendrá su “segundo tiempo” presencial en octubre de 2024. Entre ellos está María Clara Lucchetti Bingemer, Profesora de Teología en la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro. El encuentro se fue postergando por sus viajes pero al fin la encontramos y conversamos con ella para ADN Celam.
¿Qué implica tu nombramiento como consultora de la Secretaría de Sínodo?
La verdad que no puedo contestarte con precisión porque todavía no me dieron instrucciones precisas o detalles. Sé que trabajaré como consultora de la Secretaria del Sínodo. Y me han dicho que debería asistir puntualmente a la Secretaría elaborando textos o clarificando puntos críticos teológicos que surgieran sobre la marcha. Entonces me imagino que mi trabajo será más a distancia, asistiendo a los que están directamente en la sala sinodal. Dentro de unas semanas debo recibir más clarificaciones.
¿Cómo vas observando y rumiando el proceso sinodal global al que nos invita el Papa en todos los estamentos eclesiales? ¿Una quimera, una posibilidad real, un objetivo a cumplir en tramos, una utopía inspiradora?
Creo que es osado como todo lo que propone el Papa Francisco. ¿Pero el espíritu del Evangelio no es de osadía? A mí me parece que sí. Creo incluso que no es inventar algo totalmente nuevo. Se trata de volver a las fuentes, que dicen que los cristianos en el principio eran identificados como “pueblo del camino”. Sínodo, sinodalidad significa caminar juntos. Me parece que es una consecuencia directa de un modelo de Iglesia, la Iglesia Pueblo de Dios del Vaticano II que sucedió a otros modelos que predominaban antes. El Pueblo camina y camina junto. Siente conjuntamente, piensa, sufre, se alegra, decide conjuntamente. Y para eso se escucha recíprocamente. Eso es lo que pretende el Sínodo. Lo logrará. En un primer momento creo que logrará algo. Ya logró, en la medida en que puso a toda la Iglesia con los ojos vueltos hacia Roma y ejerciendo una escucha. Deberá ir asimilando este modelo paulatinamente. Espero que el sucesor de Francisco persista en esta línea. Eso nos dará una Iglesia más de acuerdo al sueño de Jesús y su Reino y mucho más creíble delante de la sociedad.
¿Cuál es tu mirada teológica sobre el magisterio de Francisco y cuál tu mirada como pueblo de Dios que camina este tiempo de la historia de la fe en Jesucristo?
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Creo que el pontificado de Francisco ha sido un verdadero don de Dios a la Iglesia en un momento muy difícil donde hasta nosotros temíamos por el futuro de la misma Iglesia. Desde su elección yo me prometí a mí misma nunca más dudar de la asistencia del Espíritu Santo a la Iglesia. Él trajo de vuelta todo un camino que parecía olvidado por 30 años de estilos distintos que no parecían muy alineados al Concilio. Trajo de vuelta el espíritu de la Gaudium et Spes de una Iglesia que quiere ser perita en humanidad. Trajo de vuelta un estilo despojado y sencillo de ser Papa, siguiendo a sus antecesores, Juan XXIII y Pablo VI, acercando más el Papado al pueblo. Sigue la espiritualidad ignaciana que es la suya en cuanto jesuita, en el sentido que discierne cada paso, pero una vez tomada la decisión por el sentir de las mociones del Espíritu va adelante sin marcha atrás. Su estilo es muy pastoral y no teológico refinado como el de Benedicto XVI. Hace los gestos y después las palabras ayudan a comprender este gesto. ¿Y no es así que vemos a Jesús actuar en el Evangelio?: “Comprendeis lo que he hecho? “(Jn 13). Sin embargo por detrás de esto hay toda una teología profunda y arraigada: la teología del pueblo, hermana de la teología de la liberación, donde se ha formado en cuanto ministro y pastor. Otra particularidad de su pontificado es haber traído a los pobres a la delantera de la escena. Los pobres volvieron a hacer parte y ser protagonistas de la acción eclesial. Por eso mismo es tan amado por tantos y tan rechazado por algunos. Su estilo es conflictivo a veces, pero está abriendo camino a un nuevo tiempo para la Iglesia. Tiempo en que la Iglesia va a poder y ser invitada a redescubrir su verdad más profunda y su vocación dada por el Señor.
¿Cómo evalúas el camino sinodal en América latina y has tenido oportunidad de tomar contacto con otros caminos sinodales en otros puntos de globo, quisieras comentarlos?
Creo que en países del norte hay iniciativas de sinodalidad más valientes y osadas que las nuestras. Sin embargo, aquí en América Latina ha habido una participación no tan mala de la gente. Hay países donde hubo más participación, por ejemplo, Argentina. Otros menos. Pero se ve que hubo impacto en que la sinodalidad ha entrado de una buena vez en las reuniones eclesiales, en las asambleas. Poco a poco se va aprendiendo a escuchar más en lugar de adoptar el modelo de enseñar-aprender, donde la jerarquía enseña y el pueblo aprende. La jerarquía se ha puesto a escuchar el pueblo. Y eso es algo muy bueno.
Me gustaría destacar lo que el pontificado de Francisco ha hecho con relación a la mujer. Aunque las feministas no estén satisfechas porque quisieran más, el hecho es que la presencia de la mujer ha crecido adentro de la Iglesia. En puntos estratégicos, sobre todo en puntos de decisión hay una mayor visibilización de la mujer ocupando cargos, tomando decisiones, transformando futuro. Hechos eclesiológicos han sido creados porque la mujer empieza a ocupar espacios que nunca ha ocupado. El rostro de la Iglesia empieza a ser más femenino. Y esto, según entiendo, es vivir y practicar la sinodalidad.
Para conocerla un poco más
María Clara fue vicepresidenta de la Sociedad de Teología y Ciencias Religiosas (SOTER) de Brasil e integrante de la comunidad académica de la antigua Escuela Social del Celam.
Estudió comunicación social (1975) y es teóloga (1982) por la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro (PUC-Río) y magister en teología (1985) hasta que en 1989 obtuvo el doctorado en teología en la Universidad Gregoriana de Roma.
Actualmente es profesora titular del departamento de teología de la PUC-Río y coordina la cátedra Carlo Maria Martini en la misma universidad. Además es una de los 21 consejeros del Centro de Gestión del Conocimiento del Celam. Madre de tres hijos y abuela de cinco nietos está casada con Ekke Bingemer hace muchos, muchos años.
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