La presidencia del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM) expresó su preocupación y cercanía con la Iglesia de Haití, tras conocer las informaciones de medios internacionales que documentan la grave crisis social, alimenticia y de seguridad que atraviesa el país caribeño.
Testimonio de entrega
En una comunicación dirigida a Mons. Max Leroy Mésidor, obispo de Port-au-Prince y presidente de la Conferencia Episcopal de Haití, las directivas del organismo de comunión episcopal manifestaron su solidaridad confiando en el bienestar de sus hermanos en la consagración al servicio de la Iglesia. «Queremos expresarte a ti y a todos los hermanos obispos nuestra cercanía y agradecerles el testimonio de entrega, haciendo presente la luz de la fe en medio de tanta oscuridad», se lee en el documento.
Un dolor compartido
Preocupación que los obispos afirman es compartida por toda la Iglesia de América Latina y el Caribe, frente a lo que ratifican su deseo de colaborar decididamente con aquello que consideren lo más propicio ante las necesidades inmediatas que enfrentan.
«Seguimos implorando a Dios y confiamos en que el Señor de la historia, que siempre escucha el clamor de su pueblo, abrirá las mentes y corazones de aquellos que deben tomar las decisiones para alcanzar la paz y el bien común,» concluyen.
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Los antecedentes
El pueblo haitiano vive los efectos de una profunda crisis, marcada por el poder que actualmente tienen los grupos armados al margen de la ley que controlan varias zonas del del país.
Se trata de una situación que afecta directamente a la población por los altos niveles de violencia que obligan a los habitantes a migrar de sus lugares de origen sin el más mínimo acceso a lo básico para vivir, lo que representa una vulneración directa de sus derechos fundamentales.
Al no contar con un mandatario oficial, el clima de incertidumbre impide procesos económicos y sociales dejando en el limbo, la implementación de un proyecto político estable. Ariel Henry, primer ministro y quien asumiera el poder en julio de 2021, tras el homicidio del presidente Moîse renunció este 12 de marzo, luego de que le fuera negado el ingreso al país tras realizar un viaje a Kenia, donde aspiraba a encontrar apoyo en lo referente a la acción de las fuerzas de seguridad del país africano.
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