Al término de la XVI Asamblea General del Sínodo sobre la Sinodalidad, se emitió un documento de síntesis con el objetivo de identificar los caminos a seguir y los instrumentos a adoptar para «potenciar la originalidad de cada bautizado y de cada Iglesia en la misión única de anunciar al Señor resucitado y su Evangelio al mundo de hoy».
El capítulo 7 de la primera parte del documento «Relación de Síntesis: Una Iglesia sinodal en misión», aborda el tema «El camino hacia la unidad de los cristianos». En él se resalta que, a pesar de las divisiones históricas, «lo que une a los cristianos es más grande que lo que los divide», al compartir un mismo Señor, fe y bautismo.
Hospitalidad Eucarística
El texto señala convergencias ecuménicas como el reconocimiento de este tiempo propicio (un «kairós») para el ecumenismo, el fundamento común del bautismo, y la importancia del testimonio conjunto de los mártires cristianos de diversas confesiones. Además, insta a la colaboración entre iglesias para afrontar desafíos pastorales, promover el Evangelio, la justicia y la paz.
Llama a profundizar en temas como la relación entre la sinodalidad de la Iglesia y el ministerio del primado a distintos niveles. El Sínodo también plantea estudiar más a fondo la «hospitalidad eucarística» entre iglesias a la luz de la comunión eclesial, un tema sensible pero relevante para las parejas interconfesionales.
Acciones concretas
Entre las propuestas, figuran conmemorar ecuménicamente en 2025 el Concilio de Nicea y su Credo común, buscar una fecha única para celebrar la Pascua entre todos los cristianos, e involucrar más a otras iglesias en los procesos sinodales católicos.
Incluso se sugiere la posibilidad de convocar un Sínodo Ecuménico sobre la misión conjunta de los cristianos en el mundo actual y compilar un martirologio o lista de mártires de todas las confesiones. El documento final reafirma el compromiso de la Iglesia Católica con el movimiento ecuménico y su anhelo de restablecer la plena y visible unidad entre todos los bautizados.
Sinodalidad y ecumenismo
Para reflexionar sobre estos temas, el Pastor Harold Segura comparte su perspectiva. Él es teólogo y administrador de empresas, pastor bautista desde 1980, director del Departamento de Fe y Desarrollo de World Vision para América Latina y El Caribe, ex rector del Seminario Teológico Bautista Internacional (hoy Fundación Universitaria Bautista), catedrático y autor de libros sobre espiritualidad cristiana, teología de la niñez y liderazgo basado en la fe.
PREGUNTA.- El documento menciona que «el ecumenismo es, ante todo, una cuestión de renovación espiritual y exige también procesos de arrepentimiento y sanación de la memoria». ¿Qué implican estos procesos desde su perspectiva evangélica bautista?
RESPUESTA.- Implica que el ecumenismo es un llamado a nuestra propia conversión y renovación del corazón, es decir, que más allá de considerarse como un proceso de organización interconfesional para lograr el fin de la Unidad, es un proceso de sanidad de nuestras malas experiencias pasadas (sobre todo en América Latina donde las confrontaciones religiosas han formado parte de nuestra historia) y de arrepentimiento personal e institucional.
P.- El capítulo plantea examinar la cuestión de la «hospitalidad eucarística» entre las diferentes denominaciones cristianas. ¿Cuál es su posición al respecto?
R.- Este, por ser un tema de índole doctrinal, ha causado muchos inconvenientes de lado y lado. En lo personal no aguardo grandes avances en estos próximos años (no creo que de parte de la Iglesia Católica haya la apertura necesaria, ni tampoco de parte de nuestras iglesias bautistas), pero sí modestos y significativos pasos que puedan darse en espacios interconfesionales donde haya la debida apertura para esa hospitalidad.
P.- El documento resalta que ‘no puede haber sinodalidad sin la dimensión ecuménica’. ¿Cuál es su perspectiva sobre la relación entre la sinodalidad y el ecumenismo?
R.- Si sinodalidad significa caminar juntos, esa sinodalidad debe preguntarse con quiénes se caminará juntos. No se trata, en mi opinión, de caminar con los que ya hemos caminado juntos en las últimas décadas, sino de invitar a esa caminata de construcción de una nueva forma de fe y de Iglesia a quienes han estado distantes. Sinodalidad es esencialmente asunto de unidad.
Avanzando hacia la unidad
P.- ¿Qué pasos o propuestas considera clave para avanzar genuinamente en el camino hacia la unidad de los cristianos?
R.- Me parece que estos pasos pudieran agilizar nuestra caminata en común: partir de la experiencia de fe que, aunque distinta diferente en cada confesión, es alrededor del mismo Señor y el mismo Espíritu (ecumenismo espiritual) y, en segundo lugar, agilizar la unidad por el camino de los compromisos sociales a favor de la vida plena (ecumenismo diaconal). Quizá valga agregar aquí un tercer paso: el ecumenismo alrededor de las Escrituras.
P.- Más allá de las acciones puntuales, ¿qué cambios de paradigma o renovación de las actitudes serían necesarios para remover obstáculos y avanzar hacia la plena comunión entre los cristianos?
R.- Menciono algunos: la inclusión de las nuevas generaciones en los caminos de la Unidad será un factor esencial en el ecumenismo de las próximas décadas. Por otra parte, acordar nuevas y novedosas iniciativas ecuménicas que trasciendan los caminos ya trillados, sobre todo por las viejas instituciones ecuménicas. La novedad es el camino del Espíritu.
También se hace necesario, aspirar menos (la plena comunión entre los cristianos) y lograr más (la modesta, pero significativa Unidad que sea posible alcanzar a través de la pastoral bíblica, el trabajo social humanitario, la pastoral de la infancia y otras rutas pastorales que han probado ser caminos más expeditos para el encuentro y la amistad ecuménica).
Desafíos y oportunidades
P.- Como Director del Departamento de Fe y Desarrollo de una organización internacional como World Vision, ¿qué retos y oportunidades identifica para promover el diálogo y la colaboración ecuménica?
R.- Uno de los retos que percibo es el nuevo y cambiante escenario social y político de América Latina, plagado de nuevos populismos y de dictaduras disfrazadas de democracia. Es un reto, porque observo que en medio de esos contextos las iglesias aún no logran definir un rostro más profético y afín al Evangelio de Jesús. La politización partidista de las iglesias afecta el testimonio cristiano y empaña la imagen de la verdadera unidad de la Iglesia (esa Unidad no es, de ninguna manera, partidista).
En cuanto a las oportunidades, son muchas, entre ellas las de unir esfuerzos para trabajar a favor de la construcción de una América Latina más justa, donde se respeten los derechos de todas las personas y se busque con ahínco una mayor igualdad. En otras palabras, la oportunidad de trabajar por un continente más decente. Las oportunidades en el campo social son múltiples y, en el caso de World Vision, queremos seguir trabajando y uniendo esfuerzos para trabajar a favor de una niñez tiernamente protegida.
En el servicio solidario encontramos muchas oportunidades en las áreas de seguridad alimentaria, movilidad humana, violencia, educación y cambio climático. Ahí donde escasea el Reino de Dios, el ecumenismo tiene una oportunidad de hacer que ese Reino resplandezca.
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