«Construir caminos para fomentar una mayor solidaridad entre las iglesias del continente» es una tarea común para la Pontificia Comisión para América Latina y el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño, afirmó Mons. Jaime Spengler, al dirigirse a los miembros de la Asamblea de la Pontificia Comisión para América Latina, reunida este 27 de junio.
Misión que en palabras del obispo brasileño «implica aspectos relacionados con la eclesiología y también podemos decir, con la sinodalidad».
La intervención desde la presidencia del Celam, estuvo marcada por el espíritu del numeral 111 de la constitución apostólica «Praedicate Evangelium» cuyo contenido define la misión y objetivos del organismo que fue instituido en el Dicasterio de los Obispos, para el «estudio de las cuestiones que se refieren a la vida y el desarrollo de sus Iglesias particulares; estando así a disposición de los dicasterios interesados en razón de su competencia y de aconsejarlas y ayudarlas con recursos económicos”.
Siguiendo esta línea, Mons. Spengler considera que “la Pontificia Comisión para América Latina, puede y debe crear más espacios y tiempos de diálogo con las instancias de fomento, esto es ser puente. Al mismo tiempo debe cultivar la transparencia y eficiencia en aquello que nos propongamos realizar».
Cultivar la transparencia
Camino que por su trascendencia histórica debe avanzar. «Esa es una condición para que el Evangelio se cumpla por palabras, testimonios y acciones a fin de que todos puedan tener vida en abundancia», agregó. Recordando algunos detalles de la audiencia que sostuvieron con el Papa Francisco, Spengler destacó el uso de las expresiones “tender puentes” y «diakonía» porque en su opinión, retratan la misión de la CAL y se hacen realidad «favoreciendo las relaciones entre unos y otros», como lo señaló el Pontífice.
Al mismo tiempo, indicó lo que puede ser una limitación en el contenido del texto que no presenta una cita clara respecto al Caribe, lo que de manera particular llama su atención. Así el prelado destaca la relación entre la misión de la CAL y el Celam que se encarga de «promover la comunión entre las Conferencias Episcopales de América latina y el Caribe lo que representa un servicio y eso también es diakonía», afirmó.
Tarea que lleva al Consejo Episcopal a ser «un espacio para compartir experiencias de participación que favorezcan la evangelización en el continente; donde acoger, escuchar y ayudar a construir», son cuestiones directamente relacionadas con el desenvolvimiento de la Iglesia continental.
Trabajar por la articulación
Desafíos inherentes a la historia del proceso de evangelización en América Latina y el Caribe con sus múltiples características, como la experiencia de la religiosidad popular, el contexto sociopolítico y económico con sus posibilidades y límites. Circunstancias que Spengler asegura, los invita a «encontrar caminos para fortalecer las redes eclesiales que están surgiendo desde diferentes aspectos y encontrar medios para tornar más accesible la Doctrina Social de la Iglesia de la mano de los empresarios, la clase política y el mundo jurídico».
Consciente de los rápidos cambios que vive el continente en temas como las conquistas científicas y tecnológicas; indica que no se pueden desconocer las transformaciones sociales que producen y necesitan de atención particular. “El continente está en evolución, vivimos una crisis política de liderazgo, gobernanza, ética climática y yo osaría decir que de fe”.
Se trata, según Mons. Spengler de muchos intereses en cuestión por lo que imagina que “necesitamos una mayor articulación con la sociedad plural, el mundo académico, los centros de investigación e instancias de investigación eclesial y aquí la CAL podría dar una gran colaboración», insistió.
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Unidos para evitar riesgos
Igualmente, resaltó la importancia de establecer proximidad con los diversos organismos de la sociedad organizada; no solamente con aquellos que estén relacionados con la Iglesia, desde luego, manteniendo la atención sobre aquellos marcados por las ideologías, que a veces pueden resultar extrañas.
“Necesitamos estar muy unidos, ser próximos a los organismos de la sociedad civil a fin de poder dialogar y evitar el riesgo de alimentar posibles ideologías”, comentó. Se trata de un camino de dos vías. La iglesia y la sociedad deben apelar al lenguaje que está al servicio del diálogo entre fe y razón.
Mons. Jaime Spengler cerró su intervención insistiendo en que si “hablamos de participación, comunión y misión…de sinodalidad, esto significa responsabilidad y discreción” lo que representa un sinónimo de discernimiento, “condición para una autentica descentralización y aquí entra un principio de subsidiariedad”, entre la CAL y los organismos que apoya.
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