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Congreso Eucarístico: Presidente del episcopado ecuatoriano, pidió sanar las heridas de las víctimas de todo tipo de abuso

Este 14 de septiembre, varias calles del centro histórico de Quito se engalanaron de flores y de arte, viéndose plasmadas en decenas de alfombras de pétalos de flores que dieron el paso de la procesión eucarística, que se realizó una vez concluyó la Santa Misa, celebrada en la plaza de San Francisco, en el marco del 53° Congreso Eucarístico Internacional, que concluirá este domingo 15.

El encargado de presidir la celebración eucarística de este día fue monseñor Luis Cabrera Herrera, presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, acompañado de monseñor Kornell Fabry obispo auxiliar de Budapest y monseñor Lizardo Estrada, obispo de Cusco y secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), quienes actuaron como concelebrantes.

La Eucaristía que se celebró en la fiesta de la Exaltación de la Cruz o de la entrega total de Cristo al mundo humano y ecológico, como se le conoce tradicionalmente en este país, congregó a miles de centenares de fieles, quienes hicieron presencia alrededor del altar para escuchar el mensaje que el obispo de Ecuador les traía.

Un amor donde no haya exclusión

El también arzobispo de Guayaquil, inició su reflexión citando el evangelio de este día que muestra el motivo del envío de Jesús, el amor entrañable del Padre al mundo, la finalidad, la salvación y la vida eterna, el modo, la eucaristía y la cruz y la respuesta de cada uno a ese llamado, haciendo eco de manera especial a la expresión «Tanto amó Dios al mundo» un hecho que dijo «nos llena de admiración, de gratitud y de alegría».

«Un amor gratuito, un amor compasivo, un amor fiel que no excluye a nadie por su condición social, religiosa, moral, económica o cultural. Dios ama este mundo concreto, con sus grandezas y miserias, sus aciertos y errores, sus alegrías y tristezas, Dios ama esta tierra, muchas veces contaminada y explotada, como también animada por grandes iniciativas de cuidado y respeto. La finalidad, salvar y dar vida, Dios envía su único hijo al mundo, no para condenarle, sino para salvarle y darle la vida eterna», expuso.

Evocando las palabras del Papa Francisco, quien dice que «la Eucaristía no es el premio de los santos, es el pan de los pecadores«, aseguró que la Eucaristía debe transformar en una fraternidad para sanar las heridas del mundo personal y social, causadas regularmente por el abandono, la violencia, la enfermedad y la muerte.

Por tanto, dijo que es importante asumir las actitudes del buen samaritano «que se acerca a la víctima de la violencia, los mira con amor, se conmueve por su sufrimiento y les cura con la ternura y el perdón».

Sanar las heridas de las víctimas

Monseñor Cabrera, se refirió al compromiso que todos tienen para curar las heridas de las víctimas que han padecido todo tipo de abuso de poder, de conciencia o sexual, por lo que hizo un llamado a acercarse a los victimarios, reconociendo el delito cometido y pidiendo perdón a las víctimas y reparar sus vidas.

En este sentido, recordó que durante estos días del congreso que sirvieron para la oración, adoración, reflexión y comunión fraterna, se ha experimentado «el inmenso amor del padre que envió a su único hijo al mundo para salvarle y darle la vida eterna, comprendiendo que Jesús vino para salvarnos», exaltando que, de esto Dios espera de cada uno una respuesta de fe, expresada en libertad y el amor por los demás.

A esta respuesta y como fruto del Congreso Eucarístico, el obispo propuso abrir o reforzar los comedores ya existentes, en donde se pueda compartir el pan con los hermanos más necesitados, aclarando que «este pan no amasado con las migajas, sino con lo que necesitamos igual que hizo aquella mujer, pobre que dio todo lo que tenía».

Concluyó su homilía, animando a la multitud de fieles a seguir la procesión hacia la Basílica del Voto Nacional, depositando los sufrimientos y esperanzas de las víctimas de las represiones y de las guerras siempre absurdas e inhumanas, en el corazón Inmaculado de Jesús. Además, pidió los presentes renovar el firme compromiso de seguir trabajando por la libertad, la justicia y la paz del mundo entero.

Fotos: Cortesía oficina de comunicaciones del Congreso Eucarístico Internacional

 

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Una procesión eucarística galardonada por flores

Concluida la celebración Eucarística, se calcula que un aproximado de más de 20 mil personas se unieron para seguir el paso de la procesión, donde el centro de la celebración fue la exposición del Santísimo Sacramento. Las calles abarrotadas de gente se fueron llenando para cantar y alabar a Jesús Sacramentado.

Este peregrinar que inició en la histórica Plaza de San Francisco, para concluir en la Basílica del Voto Nacional, brilló por todo su recorrido por una luz que portaba cada uno de los caminantes. A lo largo de la peregrinación se hicieron varias paradas en donde cada estación propuso una intención especial, entre ellas las familias, los niños y jóvenes, la paz del mundo entero, las comunidades religiosas y la vida consagrada, los grupos pastorales, el Papa Francisco, la Iglesia universal, entre otras.

Según informaron sus organizadores, desde las primeras horas de este sábado, centenares de fieles, movimientos apostólicos y juveniles utilizaron rosas, pétalos de flores y aserrín de colores, entre otros productos naturales, para dar forma a los diseños, con motivos eucarísticos ubicados en varios tramos de las calles del Centro Histórico de Quito.

Las alfombras de flores en las calles representan una tradición que se conserva desde hace varios siglos, desde cuando llegó la primera evangelización a las tierras que luego llamaron América, y que suelen realizarse, sobre todo, con ocasión de la festividad de Corpus Christi, aunque también, en algunas ciudades se preparan en la Semana Santa.

Las alfombras de flores constan en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, registradas por la UNESCO. También Quito, que es la primera ciudad en el mundo en haber sido reconocida como Patrimonio Cultural de la Humanidad conserva esta tradición, que se realiza año tras año en la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo o Corpus Christi.

En esta ocasión, las alfombras de flores adornaron las calles del centro histórico de Quito para recibir el paso de la procesión con el Santísimo Sacramento, esto se cumplió en la víspera de la misa de clausura del 53° Congreso Eucarístico Internacional o Statio Orbis, que cerrará este domingo 15 de septiembre.

 

Fotos: Cortesía oficina de comunicaciones del Congreso Eucarístico Internacional

 

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