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Conversatorio “Sinodalidad y Afrodescendientes” expone el desafío de continuar en la construcción de una Iglesia sinodal y misericordiosa

La Tienda de la Sinodalidad realizó el segundo conversatorio, hoy 8 de octubre, con el tema “Sinodalidad y afrodescendientes”, que se llevó cabo con la participación de la Hna. María Suyapa Cacho, de Honduras, y el P. Francisco Hernández, de Costa Rica.

Este espacio de diálogo y reflexión sobre la participación de las comunidades afrodescendientes en el camino sinodal de la Iglesia se realizó con el objetivo de discernir las voces del Espíritu desde contextos específicos.

La Sinodalidad desde los pueblos

La hermana María Suyapa Cacho Álvarez, hondureña y miembro de la Congregación de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, ha sido una figura valiosa en la pastoral garífuna y afrodescendiente de Centroamérica durante los últimos ocho años, con un extenso currículum en teología pastoral, espiritualidad afrodescendiente y liderazgo religioso. Es actualmente coordinadora de la Pastoral África y Garífuna en Centroamérica, miembro del Secretariado pastoral afro a nivel latinoamericano y miembro de la Comisión de la CLAR por la Vida Religiosa afro. En el contexto del Sínodo de la Sinodalidad, ella es representante de los pueblos afrodescendientes y garífunas como facilitadora.

La Hna. María Suyapa habló desde el testimonio de su propio pueblo afrodescendiente, para recoger su sentir y responder a la pregunta: ¿Cómo ser una Iglesia sinodal, misionera y misericordiosa? Recordó cómo la Iglesia Católica, en el documento de Puebla, reconoció por primera vez a los afrodescendientes y señaló que, según su investigación, más de 12 millones de personas fueron esclavizadas solo en el castillo de Ghana en menos de 400 años, y denunció el papel que la Iglesia jugó en el pasado al estigmatizar a estas personas como “sin alma”, es decir, “objetos”.

Citando los documentos de Aparecida y Fratelli Tutti, la religiosa dijo que los pueblos afrodescendientes han vivido bajo exclusión social, económica, política y, sobre todo, racial, donde su identidad étnica fue motivo de subordinación social: “Todas estas etiquetas con las que fueron marcadas estas personas generaron racismo, menosprecio, desvalorización, rechazo, que aún se sigue replicando en la Iglesia y en la sociedad”, dijo.

Expresó que “en América Latina la Iglesia reconoce que los afrodescendientes cuentan con unas comunidades muy vivas, que aportan y participan activa y creativamente en la construcción de este continente, que son solidarios, que luchan por la recuperación de sus identidades, derechos ciudadanos, contra el racismo, y también son sujetos constructores de la esperanza, de una historia de relaciones interculturales donde la diversidad no significa amenaza ni justifica jerarquía de poder de unos sobre otros”.

La espiritualidad del Buen Samaritano

Para la Hna. María Suyapa, la sinodalidad que promueve Jesús implica cuidar de los demás, como hacen los pueblos afrodescendientes y garífunas en sus comunidades, con gran sentido comunitario histórico, resiliente y solidario, a lo que las mujeres garífunas llaman sinodalidad, es decir, “hermano, yo cuido de ti, tú cuidas de mí”.

Hacemos realidad el cuidando de los demás y de la Madre Naturaleza, compartiendo nuestras penas, dolores, sufrimientos, gozos; repartimos alegría y damos de lo poco que tenemos con los demás”, manifestó y afirmó que de esta la manera lo hacían las primeras comunidades cristianas, “sin importar de dónde viene, su raza, su sexo, su condición, su lengua”.

Denominó a esta manera de vivir una “espiritualidad del buen samaritano, que se acerca al prójimo, lo acoge, lo acompaña y cuida de él y de ella. Nuestro pueblo sencillo habla de estas acciones como la sinodalidad que quiere Jesús, porque quien excluye a su hermano a su hermana excluye a Dios mismo. Es Cristo el fundamento de esa forma de vivir la sinodalidad”.

La Iglesia acompaña la Pastoral Afro y Garífuna

La Hna. María Suyapa dijo que se debe reconocer que, a lo largo de estos tres años del proceso sinodal, la Iglesia latinoamericana a través del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), se ha preocupado por dar acompañamiento a la pastoral afro y garífuna y en distintos programas y desde donde fue testigo del constante clamor de los pueblos por ser auxiliados de las heridas y las asfixias que causa la exclusión.

Falta una verdadera conciencia de ser una Iglesia cada vez más sinodal que manifieste nuestra identidad y vocación de caminar juntos con los afrodescendientes al estilo de Jesús Misericordioso”, sostuvo, lamentando que aún existe una “sordera aguda” de parte de algunos miembros de la Iglesia ante el clamor de los pueblos.

Señaló que no es posible tener una Iglesia sinodal, misionera y misericordiosa si se margina al hermano, “si no se tienen en cuenta la necesidad del hermano caído, moribundo al borde del camino, por donde muchos pasan de largo sin detenerse”.

La Hna. Suyapa recalcó que aún tenemos una deuda con los pueblos afrodescendientes como Iglesia y que se deben buscar alternativas de sanación, reconciliación y conversión.

Desafíos de la Pastoral Afro y Garífuna

El P. Francisco Gerardo Hernández Rojas, director del Centro de Programas y Redes de Acción Pastoral (Ceprap) del Celam, que ha dedicado su vida al servicio pastoral y social en América Latina, ha recorrido un vasto camino de formación teológica y pastoral en diferentes partes del mundo, consolidando su compromiso con los más vulnerables.

En este conversatorio, el padre Francisco reflexionó sobre los desafíos que enfrenta la humanidad, remarcando las nuevas formas de esclavitud, como la trata de personas y el tráfico humano, que persisten en la actualidad: “Yo creo que a lo largo de la historia ciertamente fuimos responsables como Iglesia de estas situaciones de sometimiento de seres humanos a condiciones menos humanas”.

“Y también, hay que reconocer que en otros momentos de la historia, la Iglesia hace un gran esfuerzo para tratar de ponerse al lado de ella, acompañar junto con las comunidades de diversas índole los diversos territorios de nuestro continente a todo este mundo afrodescendiente”, sostuvo.

Además, resaltó la riqueza cultural y la pluralidad étnica de América Latina, señalando que, a pesar de las migraciones forzadas, la cultura afrodescendiente ha sido un pilar de resistencia y esperanza: “Hoy tenemos grupos de teólogos, hombres y mujeres capaces de crear teología desde la cultura afro, lo que llamamos la ‘teología negra’”.

El sacerdote afirmó que la Iglesia debe seguir construyendo procesos liberadores que permitan transformar las comunidades afrodescendientes y garantizar que sus voces sean escuchadas: “Procesos realmente de promoción, de liberación y de construcción, de culturas, de civilizaciones, de mundos fraternos, solidarios, justos, equitativos”.

Todos somos hermanos

En el contexto de la segunda sesión del Sínodo de la Sinodalidad, el padre Francisco expresó su preocupación por la escasa atención que han recibido los pueblos afrodescendientes y originarios en el diálogo. Hizo un llamado de atención sobre la tendencia antropocéntrica de las discusiones, destacando que después de más de años desde la publicación de la encíclica Laudato Si’ y Querida Amazonia, aún existe una desconexión entre la humanidad y el cuidado de la Casa Común.

Además, subrayó que en América Latina se ha venido construyendo una pastoral afro que reconoce la importancia del diálogo entre las culturas afrodescendientes y originarias, pero reconoció que aún hay un largo camino por recorrer.

Padre Francisco manifestó su esperanza en que el proceso de conversión lleve al anhelo de una Iglesia inclusiva, donde todos realmente seamos hermanos.

Antes de concluir, la religiosa Suyapa afirmó que “el negro no existe, todos somos hermanos”, refiriéndose a la necesidad que tenemos, en el mundo de hoy, para trabajar el racismo en todos los ámbitos, civiles y eclesiales.

Al concluir, Padre Francisco se refirió al 16.º Encuentro de Pastoral Afro (EPA), previsto a realizarse el año 2025. Este proceso es relevante porque refleja el caminar de 15 encuentros anteriores a lo largo de América Latina y el Caribe, demostrando que la Iglesia realmente ha buscado transformar su historia.

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