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Neo cardenal argentino Vicente Bokalic Iglic: “Una sorpresa impensada, a disposición del Señor, quiero acompañar este tiempo de renovación”

El domingo pasado en el Ángelus, el Santo Padre nombró a 21 nuevos cardenales. Para enorme sorpresa del arzobispo argentino Vicente Bokalic Iglic, él estaba en esa lista y el próximo 8 de diciembre de 2024 será creado cardenal en la Basílica de San Pedro por el Papa Francisco. Conversamos con él para ADN Celam y este es el fruto de nuestro diálogo.

 

 

Pregunta: Sus primeras impresiones ante el nombramiento, padre Vicente.

Respuesta: Hace muy pocos días esta diócesis fue promovida como arzobispado porque aquí se inició la tarea evangelizadora en lo que es el actual territorio argentino, por eso fue la sede de la primera diócesis de la República Argentina. En ese momento abarcaba parte de Bolivia y se extendía hacia un territorio muy grande de nuestro país.

Hoy es arzobispado, en septiembre hemos celebrado esta promoción con mucha alegría con el pueblo de Dios, con los hermanos obispos, y también pasar a ser la Iglesia Primada Argentina. Y después una nueva sorpresa: este llamado que he recibido el domingo 6 de octubre por la mañana, una sorpresa impensada.

Yo, que me estaba concentrando en que tenía que ir acomodándome a esta nueva realidad, a pensarnos así, ciertamente, somos sufragáneos de la Iglesia de Tucumán. Ser una iglesia primada implica cierto tipo de responsabilidades y era algo que iba a ir asumiendo lentamente.

 

Santiago del Estero: Grande y pobre, pero rica en la fe de su gente

“El territorio de nuestra diócesis es grande, a veces nos faltan sacerdotes. No tenemos todos los recursos, somos una región geográficamente muy pobre en mi país, con la postergación de siglos, de decenios… Pero también es una región muy rica en la religiosidad, en la piedad popular de nuestra gente. Toda esta región del noroeste argentino tiene un sello muy especial de religiosidad desbordante al Señor, a la Virgen, a los santos y eso es una riqueza realmente grande en este tiempo. Y aquí estoy, acompañando este camino con sorpresa y asimilando un poquitito este primer llamado”, describió el neo cardenal que nació en el seno de una familia de origen esloveno afincada en Lanús, en el primer cordón urbano que rodea la capital argentina.

 

 

P: ¿Cómo se enteró de esta noticia?

R: El domingo pasado por la mañana estaba incorporándome para iniciar la jornada, teniendo el tiempo de oración, pero en ese momento suena el teléfono, era un hermano en el episcopado —de la Conferencia Episcopal Argentina— donde me dice que él estaba escuchando, participando también del Ángelus del Papa en Roma, y aparece el elenco de los nuevos cardenales y el nombre mío. Sinceramente que en todos esos días previos nunca había escuchado algún rumor de algún nuevo consistorio por eso me sorprendió más todavía y me costaba creer todo eso.

Venía de un sábado muy intenso con un encuentro de jóvenes de Cáritas, con las confirmaciones bastante grandes, con otro encuentro de jóvenes. Y vino el nombramiento. Lo primero que atiné fue ir a la capilla a rezar, a preguntarle al Señor qué más quiere de mí y también se me fue presentando esa imagen que tuve muchas veces: Aquí estoy, Señor. Quizás es un nuevo llamado y quiero responder con generosidad y con actitud de servicio a la Iglesia allí donde me llame. Sorpresa y, en verdad, me puse a disposición de Él.

 

Misión que no es imposible

P: ¿Cuál es la misión del cardenal?

R: Colaborador y servidor de primera línea del Papa en el gobierno de la Iglesia. En la escucha y el diálogo, en el estudio, en el debate y llevar también la vida de las comunidades eclesiales de distintas latitudes, escuchando y llevando las voces de los más lejanos. En nuestro caso muchos de los nuevos cardenales venimos de las periferias del mundo dándole una impronta muy especial a esta Iglesia que es universal, una Iglesia que está en todos los pueblos de la Tierra. Que podamos llevar como cardenales la voz de nuestros pueblos, de nuestras comunidades, sus alegrías, sus aspiraciones, sus sueños también sus dificultades y sus grandes tristezas para que juntos podamos discernir el camino junto al Papa Francisco y que él nos siga guiando con su magisterio.

 

 

Disponibilidad y alegría en la renovación

P: ¿Qué da vueltas en su corazón del pastor ante este enorme llamado del Papa Francisco?

R: Al ser convocado por el Papa Francisco a este servicio nuevo en la Iglesia, muy cercano a su ministerio, renuevo mi disponibilidad, aquí estoy para acompañar, para servir conociendo mis limitaciones, proponiendo lo mejor de mi experiencia sacerdotal, de mi experiencia como pastor de la Iglesia al servicio de la Iglesia Universal.

Vivimos un tiempo hermoso de renovación profunda de las estructuras, del estilo de la Iglesia. Papa Francisco nos ha llamado a una renovación con una fuerte impronta misionera, “sueño con una Iglesia profundamente misionera en toda su vida”, nos decía en Evangelii gaudium, que es un programa que no se concluye en un tiempo sino que es para siempre porque implica una conversión permanente de mentalidades, de estilos, de propuestas.

Este llamado a hacer de nuestra Iglesia una Iglesia abierta a las necesidades de nuestra gente, una Iglesia doliente con los que sufren, una Iglesia cercana con los alejados, una Iglesia misericordiosa con aquellos que se sienten a veces perseguidos, señalados, marcados, una Iglesia de puertas abiertas donde tengan lugar todos. Como lo dijo muy bien el Papa Francisco en la Jornada Mundial de los Jóvenes en Portugal: una Iglesia para todos, todos, todos, una Iglesia que salga de sí misma, de sus problemas internos, que salga a comunicar la riqueza del Evangelio, una Iglesia misericordiosa como decía bellamente San Juan XXIII al iniciar el Concilio Vaticano II: la Iglesia que aporta a este mundo la medicina de la Misericordia.

Quiero acompañar este camino de renovación, de muchos desafíos pero de una búsqueda muy fraterna, en un clima de sinodalidad, escuchándonos, aportando a los diálogos, suscitando carismas, poniéndonos al servicio de la comunión, invitando a todos a participar de la vida de la Iglesia y de la vida de la misión.

 

El horizonte

Que podamos vivir todo este llamado con mucha esperanza y aportar a nuestro mundo la riqueza del Evangelio, siendo conscientes de tantos problemas que sufre nuestro mundo, en nuestros países, y de que quizás una de las marcas más profundas en este momento es la polaridad: esta división, las posturas irreconciliables. Estamos llamados nosotros a crear puentes de encuentro, de diálogo, especialmente en las dirigencias para resolver problemas muy serios de la humanidad. Ser simplemente servidores de la comunión y anunciadores del mensaje salvador de Jesús”, expresó con esperanza monseñor Vicente Bokalic para ADN Celam.

 

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