En el espacio de conversatorios de la “Tienda de la Sinodalidad”, promovido por Amerindia y el Observatorio de la Sinodalidad, se abordó el tema “Sinodalidad y Movimientos Populares”. En esta ocasión, se contó con la presencia de dos expertos: la doctora Emilce Cuda y el doctor Alessandro Galassi, quienes compartieron sus visiones sobre este tema.
Predicar el Evangelio con palabras y gestos
La doctora Emilce Cuda, secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina, hizo referencia la nueva constitución de la Curia Romana, “Praedicate Evangelium”, que pone en el centro la necesidad de predicar el Evangelio con palabras y gestos, “tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo”.
La Sinodalidad, explicó Cuda, busca un cambio estructural en la Iglesia, pero, sobre todo, una conversión en el modo de hacer Iglesia: “Si logramos que el modo de predicar el Evangelio sea Sinodal, habremos cumplido el objetivo del camino que llevamos juntos estos tres años”.
La teóloga resaltó que este proceso no se trata de atajos o de buscar resultados inmediatos, sino de iniciar procesos colaborativos y de largo plazo: “Tenemos que pensar que el camino es largo y no claudicar en el proceso ni que tampoco nos venza el ansia de ver el resultado inmediato”.
La solidaridad es un modo concreto de decir Sinodalidad
Cuda propone una reflexión más profunda, invitando a adoptar la solidaridad como el lenguaje secular de la sinodalidad: “La Solidaridad es un modo concreto de decir Sinodalidad”, esto para que todos puedan comprender qué significa Sinodalidad, así como los Movimientos populares, hace más de cien años se conoce como “Comunidad organizada”, por ello explicó: “Ser sinodal es un modo de predicar el Evangelio de manera organizada, de manera comunitaria”.
Cuda expuso que una comunidad organizada no debe limitarse a pequeñas comunidades luchando por sus propias identidades de manera aislada, lo que el Papa Francisco ha llamado “individualismo comunitario”, y se aplica al ámbito eclesial, político, y social. Además, señaló que las comunidades tienen que empezar a relacionarse y organizarse, y para que esto ocurra, debe existir la solidaridad entre las demandas.
“Sinodalidad significa caminar juntos”, dijo la teóloga Cuda, invitando a tomar el camino largo, donde el trabajo es colaborativo, intergeneracional, “y el mundo llama solidaridad a eso que nosotros llamamos Sinodalidad”.
Movimiento populares, agentes de cambio
Cuda explicó que los Movimientos populares son una red de comunidades organizadas que han entendido que, si no dialogan y si no se ponen el cuerpo por la necesidad del otro y por el sueño del otro, la Sinodalidad no será posible. También, recordó que “la semilla no ve la planta”, y desde esta analogía reflexionó la importancia de confiar y no tomar el camino corto.
“Esta Sinodalidad, si la llevamos al campo de los Movimientos populares, se llama solidaridad, y esto, es uno de los cuatro principios de la Doctrina Social de la Iglesia”, puntualizó Emilce Cuda, y aclaró que la solidaridad no debe entenderse como un acto aislado de caridad individual, sino como un compromiso continuo por transformar las estructuras sociales.
Cuda invitó a pensar en todas las comunidades organizadas que están luchando para que sus necesidades y sus sueños sean reconocidas por los Estados como derechos.
La solidaridad se debe institucionalizar
“La solidaridad no puede ser algo individual, donde yo le dé al otro lo que me sobra, cuando puedo o ir a cocinarle un plato de comida el fin de semana que tengo libre”, expresó Emilce Cuda, asegurando que “en el siglo XXI la solidaridad se debe institucionalizar; las estructuras solidarias no son el uno a uno, las estructuras solidarias son a través de las instituciones, que son los laureles que supimos conseguir también con el catolicismo”.
Cuda considera que, al finalizar el Sínodo, el desafío será continuar trabajando en Sinodalidad, de manera que el mundo lo comprenda, trasladando la solidaridad al ámbito de las instituciones: “Esperamos casi 60 años para poder estar sentados como pares a la mesa de decisiones y que nuestras voces como laicos, hombres y mujeres, sean tomadas en cuenta, no puede nuestro trabajo terminar ahí”.
“A ese reconocimiento que nos ha dado el pontificado del Santo Padre Francisco tenemos que ponerle un valor, tenemos que hacer valer ese reconocimiento que nos han dado, y cuando termine este Sínodo, tenemos que seguir trabajando en esa Sinodalidad en los términos que el mundo nos pueda comprender, en una solidaridad que llegue al plano de las instituciones”, reiteró la teóloga Emilce.
Cuda mencionó que Latinoamérica sabe cómo organizarse para la vida y puso de ejemplo la Conferencia Eclesial de la Amazonía, el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño, la Red Eclesial Gran Chaco y Acuífero Guaraní, la Red Clamor, y otras. Remarcó que América Latina tiene una riqueza humana invaluable como su capacidad para soñar, para reinventarse y para comenzar de nuevo. Además, llamó a construir puentes entre continentes, promoviendo una solidaridad global que se extiende más allá de las fronteras, uniendo a los movimientos populares de Europa y América Latina.
Aprender de Latinoamérica
Durante el conversatorio, Alessandro Galassi, reconocido documentalista y cineasta, compartió su experiencia en el proceso sinodal, en particular su trabajo durante el Sínodo de la Amazonía, con el documental “Anamei y los guardianes del bosque”, donde Galassi comprendió por primera vez lo que significaba la Sinodalidad.
Galassi, italiano de origen, comparó la historia de los movimientos populares en Europa con los de América Latina, remarcó la capacidad de organización y resiliencia que caracterizan a los movimientos latinoamericanos, a menudo invisibilizados o mal comprendidos: “Es importante aprender de Latinoamérica, que ha demostrado una capacidad única para organizarse en tiempos de crisis”. También mencionó cómo los europeos podrían beneficiarse de esta experiencia en el contexto actual de migraciones masivas y crisis climáticas.
El documentalista resaltó el coraje, la esperanza y la solidaridad, en la lucha social, sugiriendo que la Sinodalidad es, en esencia, un proceso colectivo que busca articular los valores de la Iglesia con los problemas concretos del mundo.
El discernimiento y la sabiduría popular
Emilce Cuda reflexionó sobre el discernimiento y la sabiduría popular. Tomando como referencia cuentos infantiles como Caperucita Roja y Pulgarcito, dijo que estas narrativas populares nos transmiten lecciones, y enseñan sobre el discernimiento. Además, aseguró que los Movimientos populares no necesitan leer a diez autores explicando qué es la Sinodalidad, sino que, aprendieron forzosamente, “porque si no se unen se mueren. Y por eso sobrevive todo un continente, porque hay una gran organización sinodal, hay una gran solidaridad”.
“Latinoamérica todavía no perdió la capacidad de sentir en las entrañas el sufrimiento del otro, y aunque le moleste, y aunque no quiera verlo, son solidarios y son solidariamente organizados; y eso es Sinodalidad concreta”, afirma Emilce Cuda.
Fe, esperanza y amor
Acerca de las virtudes teologales, Emilce Cuda dijo que se debe vincular a los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, y señaló que sin esta vinculación “no podemos hablar de una prédica del Evangelio en concreto”, ya que la fe en Dios se traduce en confianza “si no hay confianza no puede haber política ni solidaridad”.
“El amor a Dios debe traducirse, en el campo horizontal, en justicia social, porque el amor al otro no es un amor individual, es un amor social; y el amor social lo que busca es una vida justa. La dignidad solo se entiende en términos de justicia y de justicia social”, afirmó Cuda.
En tercer lugar, señaló la esperanza es un dinamo que convierte la pasión en acción comunitaria, don de Dios que nunca se pierde. Citando al Papa Francisco, afirmó: “La esperanza es un ancla que debemos tirar muy lejos, agarrarnos y traccionar para poder llegar al territorio donde pusimos el ancla”.
Construir puentes
Cuda explicó que el proyecto “Construir puentes”, no busca que América Latina sea vista desde una perspectiva externa, sino que las iniciativas surjan desde el sur y se ponga en diálogo con otros continentes.
“Yo confío en la gente de América Latina, en la organización, en los pueblos, y creo que tiene mucho para dar, entonces, el desafío desde América Latina es empezar a intentar un diálogo”, compartió Cuda, y señaló algunos ejemplos que se realizan en las universidades de Latinoamérica y Estados Unidos.
Cuda dijo que la Sinodalidad no es una agenda política ni un espacio de poder, sino una forma de ser Iglesia, donde todos los miembros participan activamente en la construcción de un futuro común: “Estamos pensando cómo ser Iglesia”.
La teóloga Emilce Cuda invitó a repensar la misión de la Iglesia como un tejido de relaciones que, a través del arte, la teología y la acción social, sigue construyendo puentes entre América Latina y el resto del mundo.
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