Por Pbro. Omar Osiris López García /Arquidiócesis de México
Recientemente, el Papa Francisco instituyó en la Iglesia el Ministerio laical de Catequista con la carta apostólica Antiquum Ministerium . Este acontecimiento es una invitación a profundizar en la ministerialidad de la Iglesia y más específicamente de los laicos al servicio de la Catequesis.
Se entiende por ministerialidad el servicio concreto que algunos hombres y mujeres, dóciles a la acción del Espíritu Santo, prestan para la edificación de la Iglesia, llegando a ser reconocido como indispensable para el desarrollo de la comunidad. Un ejemplo lo encontramos en los esposos Priscila y Áquila, quienes, en la ciudad de Éfeso, al escuchar a Apolo hablar con entusiasmo de Jesús, llevándolo consigo «le explicaron más exactamente el Camino de Dios», para que, posteriormente, recorriera la región de Acaya y ayudara a muchos a creer que Jesús es el Mesías . Esa “explicación” fue el servicio que ambos realizaron de manera permanente, generosa y, en ocasiones arriesgando su vida, en favor de las iglesias de los gentiles y de la Iglesia que se reunía en su casa de Roma, por el cual, afirma el Apóstol, todos «tienen con ellos una deuda de gratitud» . El servicio desempeñado por este matrimonio fue el de la “catequesis” (explicación detallada del Camino de Dios); y por tanto, con toda propiedad pueden ser llamados “catequistas”.
El Concilio Vaticano II instó a todos los fieles a colaborar «en la conservación, en el ejercicio, en la profesión de la fe recibida» y en su transmisión a todas generaciones . Esta última tarea – transmisión – se inscribe en el ministerio de la Palabra y constituye el apostolado de los laicos , el cual surge de su misma vocación cristiana y es imprescindible para la misión de Iglesia. Los laicos, hombres y mujeres, «por su unión con Cristo Cabeza e insertos por el bautismo en el Cuerpo Místico de Cristo y robustecidos por la Confirmación con la fortaleza del Espíritu Santo» , tienen el derecho y la obligación de trabajar en favor de la evangelización, santificación y salvación de los hombres. Para este fin, el Espíritu Santo «concede dones peculiares a los fieles», llamados carismas, los cuales han de ejercitarse en bien de los hombres, la edificación de la Iglesia y en unión con los pastores .
El Santo Padre ha señalado que «es tarea de los pastores de la Iglesia reconocer los dones de cada bautizado, dirigirlos también hacia ministerios específicos, promoverlos y coordinarlos, para que contribuyan al bien de las comunidades y a la misión confiada a todos los discípulos» y que «una mejor configuración de estos ministerios puede ayudar a la Iglesia a redescubrir el sentido de comunión que la caracteriza y a iniciar un renovado compromiso en la catequesis y en la celebración de la fe» . Y que «ofrecer a los laicos de ambos sexos la posibilidad de acceder a [otros] ministerios en virtud de su participación en el sacerdocio bautismal, aumentará el reconocimiento, también a través de un acto litúrgico (institución), de la preciosa contribución que desde hace tiempo muchísimos laicos, incluidas las mujeres, aportan a la vida y a la misión de la Iglesia» . Los ministerios instituidos «implican estabilidad, reconocimiento público y un mandato del obispo, hacen más efectiva en la Iglesia la participación de todos en la obra de evangelización» .
Teniendo en cuenta que «la historia de la evangelización muestra con gran evidencia lo eficaz que ha sido la misión de los catequistas […] a fin de que la fe fuese un apoyo válido para la existencia personal de cada ser humano […], que algunos fueron además fundadores de Iglesias y llegaron incluso a dar su vida […], que muchos están al frente de comunidades en diversas regiones y desempeñan una misión insustituible en la transmisión y profundización de la fe» y que «en nuestros días, el oficio de los Catequistas tiene una importancia extraordinaria […] para la instrucción y la formación permanente de los creyentes» , «es necesario reconocer la presencia de laicos y laicas que, en virtud del propio bautismo, se sienten llamados a colaborar en el servicio de la catequesis» , el Romano Pontífice, en virtud de su autoridad apostólica, instituyó el Ministerio laical de Catequista, resaltando que éste «posee un fuerte valor vocacional que requiere el debido discernimiento por parte del Obispo […] y que es un servicio estable que se presta a la Iglesia local según las necesidades pastorales identificadas por el Ordinario del lugar» .
Sobre el perfil de los candidatos a este Ministerio nos ocuparemos en las siguientes entradas del blog.
[1] El de 10 de mayo de 2021, en la memoria litúrgica de san Juan de Ávila, Presbítero y Doctor de la Iglesia, fue instituido este Ministerio.
[1] Cfr. Francisco, Antiquum ministerium, n. 2.
[1] Cfr. Hch 18, 24-28.
[1] Cfr. Rom 16, 3-5.
[1] Dei Verbum n. 10.
[1] Cfr. Dei Verbum n. 8.
[1] Cfr. Gaudium et spes n. 76.
[1] Cfr. Apostolicam actuositatem nn. 1-2.
[1] Cfr. Ibíd. nn. 2-3.
[1] Cfr. Ibíd. n. 3.
[1] Francisco, Carta al Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe acerca del acceso de las mujeres a los ministerios del lectorado y acolitado, 10 de enero de 2021, párrafo 6.
[1] Ibíd. párrafo 7.
[1] Ibíd. párrafo 12.
[1] Ibíd. párrafo 13.
[1] Antiquum ministerium, n. 3.
[1] Ibíd. n. 4.
[1] Ibíd. n. 5.
[1] Ibíd. n. 8.
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