Culminó este 1.° de noviembre la Cumbre de las partes – COP 16 – en Cali, Colombia. La Iglesia realizó 30 actividades: académicas, culturales y litúrgicas, durante las dos semanas que duró este evento sobre biodiversidad y cambio climático.
Como última “parada” los integrantes del HuB Colombia de Economía de Francisco [y Clara] de Asís, entidad adscrita a la plataforma latinoamericana y caribeña de Economías de Francisco y Clara, organizó el 4.° Congreso de Economías de Francisco: Economías para la Creación y la Acción, en el que han participado especialistas, académicos e investigadores de Colombia.
Jesús Becerril, Miembro de Economía de Francisco y del Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana (Imdosoc), hizo una introducción de este espacio. Señaló que una conversión ecológica “no puede darse sin una verdadera transición económica”.
El académico destacó que la Iglesia ha atendido la invitación de San Francisco de Asís “nos mueve al cambio, porque como emprendedores del bien común debemos pensar en una nueva economía que no vea a la naturaleza como recurso, sino que también la contemple como una riqueza venida de Dios para el servicio de toda la humanidad”.
El genoma del planeta Tierra
Sneyder García, doctor en derecho y ciencias políticas de la Universitat de Barcelona, además de docente e investigador de la Universidad Católica de Colombia, disertó sobre el tema de políticas públicas para la felicidad.
El especialista también pertenece a la Red Académica de Economía de Francisco – Latinoamérica. Aseguró que desde el ámbito jurídico como en diversos espacios académicos y de incidencia se ha planteado reconocer a la naturaleza como “sujeto de derecho”.
Estas iniciativas se han venido impulsando desde redes eclesiales territoriales como Red Eclesial Panamazónica (Repam) y la Red de Iglesias y Minería. Un caso emblemático es el Río Marañón (Perú), donde recientemente la Sala civil de Loreto ha ratificado mediante sentencia los derechos de este afluente.
Por eso, García ha propuesto 8 claves para garantizar estas medidas jurídicas: 1) derecho a existir; 2) derecho a su dignidad natural; 3) derecho al patrimonio de la naturaleza; 4) derecho a la justicia ecológica; 5) derecho a ser restaurada de manera integral; 6) derecho a la no instrumentalización; 7) el derecho a la coexistencia con la humanidad; y 8) derecho al patrimonio de la naturaleza.
Para ello, “hicimos una propuesta muy concreta, que es el desarrollo de una Declaración Universal sobre el genoma del planeta Tierra”. Se trata de preservar toda la información clave de toda la biodiversidad y especies del planeta así como se compiló y descifró la información genética de la humanidad.
Es una tarea que se viene desarrollando desde hace un tiempo, pero requiere un mayor impulso para poder “asegurar la biodiversidad”. En ese sentido, esta propuesta se enmarca con el aporte que “hacemos desde Economía Francisco, porque resalta la necesidad de reconciliarnos con el medioambiente, con la naturaleza”.
Por un nuevo modelo educativo
María Yanneth Munevar es rectora del Colegio parroquial La Asunción, diócesis de Soacha, un municipio colindante con Bogotá al sur. Llevó a este espacio una experiencia educativa sobre el cuidado de la creación.
Ha señalado que se trató de “un ejercicio dialógico” para revisar los diferentes retos que implica “un cambio de paradigma en cuanto a los modelos pedagógicos y de enseñanza”.
La docente hizo llamado para “revisar” las actuales prácticas educativas, que lleven tanto a estudiantes como profesores a dinámicas más cónsonas con las actuales demandas en materia ambiental para lo cual resulta esencial la “ética humanística”.
“Debe ser un eje transversal de todo proceso de enseñanza-aprendizaje, en todos los niveles desde el preescolar hasta universitario para generar conciencia en el desarrollo integral de estas prácticas ciudadanas por el cuidado de la casa común”, apuntó.
Por un nuevo modelo de gestión empresarial
Edwin Alexander López es docente de Universidad Gran Colombia y Co-fundador de G3, grupo que brinda consultorías a empresas para que asuman prácticas cónsonas con la ecología y calidad ambiental. Participó junto con Ana María Jaramillo, quien es fundadora de G3.
Ambos emprendedores han partido de la experiencia empresarial. En su rol de asesores han identificado como muchas veces se pone por encima de todo “la productividad”. Por supuesto, sin entrar a juzgar a los empresarios, este ha sido un dilema a lo largo de la historia de la humanidad.
“Descubrimos aspectos que en el fondo son integrales para que esa empresa persista en el tiempo y, por tanto, partimos de la premisa que un verdadero desarrollo económico debe respetar la dignidad del ser humano”, acotó.
Un empresario o empleador cuando contrata debe reconocer en el otro su dignidad, “hay una dinámica, no sólo de producción, sino que hay una dinámica humana de reconocimiento”. En el actual modelo de producción persiste la explotación, que ha desarrollado otras formas como la autoexplotación.
En el caso de G3, “fomentamos la sostenibilidad empresarial”. Se trata de un concepto que conjuga productividad y espacios sanos de trabajo. Esto parte por reconocer la legislación vigente. También animar a quienes tienen trabajadores a su cargo para que sean corresponsables en su crecimiento profesional, personal y espiritual.
El enfoque de responsabilidad empresarial ambiental, planteado por G3 parte del principio de las buenas relaciones humanas, porque “cuando aprendemos a relacionarnos con el otro, con nosotros mismos, de una u otra forma también aprendemos a relacionarnos con el medioambiente”.
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