Comienza la cuenta regresiva para el Jubileo 2025, que en esta ocasión tiene como tema “Peregrinos de esperanza”. La apertura de la Puerta Santa de la Basílica Papal de San Pedro marcará el inicio del Año Santo que unirá a todos los católicos del mundo.
El Papa Francisco, luego de la apertura, presidirá la Santa Misa, a las 19:00 de Roma, en la noche de la Natividad del Señor. Los asistentes podrán seguir esta celebración en pantallas gigantes dispuestas en la Plaza de San Pedro.
Aún cuando no se requieren entradas, quienes deseen participar de esta celebración solemne deberán registrarse en el portal del Jubileo 2025
Asimismo los obispos y sacerdotes que quieran concelebrar, como los diáconos que deseen participar, también deberán diligenciar una solicitud ante la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice, a través del siguiente enlace: https://biglietti.liturgiepontificie.va/
¿Por qué cruzar la Puerta Santa?
Ahora bien, qué significado tiene la Puerta Santa dentro de un Jubileo. Primero, entender que el Jubileo es un año especial para celebrar la reconciliación, la conversión y la renovación espiritual cuya meta es cruzar por la Puerta Santa.
Por ende, la Puerta Santa es un símbolo de reconciliación con Dios y de un nuevo comienzo, que evoca los Jubileos que se celebran en Roma desde 1300. Cada vez que la cruzamos, ganamos una gracia especial y esa es la indulgencia plenaria, es decir, Dios perdona todos los pecados, sean los que fueren y cuantos sean.
Eso sí, antes de pasar por la Puerta Santa y obtener la indulgencia, la persona debe recibir el sacramento de la reconciliación, comulgar y rezar por las intenciones del Papa.
¿Cuántas Puertas Santas existen?
Solo había una puerta en la Basílica de San Juan de Letrán, que es la catedral del Papa. Sin embargo, para que más peregrinos pudieran hacer este gesto, las demás Basílicas de Roma: San Pedro, Santa María la Mayor y San Pablo Extramuros también ofrecieron esta posibilidad.
En 2016, durante el Jubileo especial de la misericordia, Francisco – en sus atribuciones como máximo jerarca de la Iglesia – proclamó Puerta Santa cualesquiera de las puertas de todas las catedrales en el mundo, dejando en manos de los obispos locales la posibilidad de designar otras en lugares significativos.
Al cruzar este umbral, cada peregrino recuerda el texto del capítulo 10 del Evangelio según san Juan: “Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos”. Lo hace con respeto, con un comportamiento y una vestimenta adecuados.
Se trata de una decisión que cada quien asume para seguir y de dejarse guiar por Jesús, que es el Buen Pastor. Para los cristianos, la puerta no es solo un espacio sagrado, sino un signo de comunión que nos une con Cristo.
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