Este 24 de diciembre, la Basílica de San Pedro será testigo de la apertura de la Puerta Santa que da inicio al Año Santo 2025, conocido como el “Jubileo de la Esperanza”. El padre Pedro Brassesco, secretario general adjunto del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), comparte reflexiones sobre este tiempo de gracia.
La Palabra de Dios fuente de esperanza
El padre Brassesco hace una introducción citando la bula de convocatoria al Jubileo, emitida por el Papa Francisco: “En el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien aun ignorando lo que traerá consigo el mañana. Sin embargo, la imprevisibilidad del futuro hace surgir sentimientos a menudo contrapuestos: de la confianza al temor, de la serenidad al desaliento, de la certeza a la duda. Encontramos con frecuencia personas desanimadas, que miran el futuro con escepticismo y pesimismo, como si nada pudiera ofrecerles felicidad”. Por ello, el sacerdote considera que el Jubileo es “una ocasión para reavivar la esperanza”.
La autoridad eclesial sostiene que la Palabra de Dios es el lugar donde los cristianos encuentran razones para esperar. Citando las palabras de San Pablo en la Carta a los Romanos: “Por Jesucristo hemos alcanzado mediante la fe la gracia en la que estamos afianzados, y por Él nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y la esperanza no quedará defraudada porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Rom 5, 2-5). Estas palabras, afirma el padre Brassesco.
Nos recuerdan que la esperanza nace del amor y se funda en él, un amor que brota del corazón de Jesús traspasado en la cruz: “Y su vida se manifiesta en nuestra vida de fe”. Para el Padre Brassesco, la esperanza cristiana encuentra su base inquebrantable en Cristo resucitado. Este don se recibe desde el bautismo y se desarrolla a través de la docilidad a la gracia de Dios, siendo renovada constantemente por la acción del Espíritu Santo.
Abrir las puertas del corazón
El Año Santo 2025 llama a cruzar la Puerta Santa en Roma, pero, sobre todo, a abrir las puertas interiores: “Hoy te invito a que abras la puerta de tu vida, de tu corazón. El Señor quiere pasar por ella para que renueves esa esperanza que da sentido a nuestras vidas”, exhorta el padre Brassesco.
“Dios es capaz de transformar toda cruz en Resurrección”, asegura el padre Pedro Brassesco, y agrega: “Por eso la esperanza no cede ante las dificultades, porque se fundamenta en la fe y se nutre en la caridad y, de este modo, hace posible que sigamos adelante en la vida”.
El Jubileo de la Esperanza, por tanto, es una invitación a un camino espiritual, pero también a un testimonio concreto de fe, esperanza y caridad en el mundo.
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