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Francisco abrió la Puerta Santa e inició el Jubileo recordando que la esperanza “es incompatible con la tranquilidad de quien no alza la voz contra el mal”

Con la presidencia del Papa Francisco, hoy 24 de diciembre de 2024, en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, la Iglesia católica celebró la misa del Nacimiento de Jesús y el rito de la apertura de la Puerta Santa que dio inicio al Jubileo Ordinario 2025.

La apertura de la Puerta Santa estuvo precedida por una oración preparatoria en la que hombres y mujeres en diferentes lenguas suplicaban y se alegraban por el inminente nacimiento del Señor en los distintos momentos de los relatos bíblicos. A intervalos, el coro intervenía y acompañaba con delicadeza.

Los pasos de nuestro camino hacia la Puerta Santa son los pasos de toda la Iglesia”, dijo el Santo Padre cuando aún no había abierto la puerta, “cruzamos el umbral y entramos en el tiempo de la misericordia para que llegue la esperanza a todo hombre y mujer”. También hizo alusión a la necesidad de paz en el mundo: “Pido que los adversarios se den la mano”.

 

Se inició el Jubileo 2025

Luego de la lectura del Evangelio según San Juan (10,7-10) —“Yo soy la puerta”— el Papa fue en su silla de ruedas ayudado por sus colaboradores hasta el frente de la Puerta Santa, golpeó y la puerta se abrió. Sonaron campanas, el Papa la traspasó y detrás de él se inició la procesión de entrada de quienes lo acompañaban hasta ese momento en la capilla papal: peregrinos llegados de los 5 continentes, cardenales y clero. Ese paso de entrada a la Basílica de la San Pedro estuvo acompañado por el canto de Himno del Jubileo 2025 “Peregrinos de esperanza”.

Misa de Nochebuena

De esta celebración eucarística participaron 25000 personas que estaban fuera de la Basílica y 6000 adentro. Fue un evento multitudinario. El Coro de la Basílica y la orquesta interpretaron las bellas piezas musicales que acompañaron cada momento de la misa.

 

Homilía de Francisco: Esperanza, responsabilidad y compasión

“La gloria del cielo se asomó a la tierra en la pequeñez de un niño” y “Hoy se abrió la puerta de la esperanza para el mundo” fueron dos de las frases con las que Francisco unió las puntas de un mismo lazo: la Nochebuena y el inicio de Jubileo de la Esperanza.

Aprendamos del ejemplo de los pastores, la esperanza que nace en esta noche no tolera la indolencia del sedentario ni la pereza de quien se acomoda en su propio bienestar. Tantos de nosotros tenemos el peligro de acomodarnos en nuestras comodidades… La esperanza no admite la falsa prudencia de quien no se arriesga por miedo a comprometerse ni el cálculo de quien piensa solo en sí mismo. La esperanza es incompatible con la vida tranquila de quien no alza la voz contra el mal no contra las injusticias que se cometen sobre la piel de los más pobres”, señaló el Papa.

Y reforzó: “Al contrario. La esperanza cristiana, mientras nos invita a la paciente espera del reino que germina y crece, exige de nosotros la audacia de anticipar hoy esta promesa a través de nuestra responsabilidad y no solo de nuestra responsabilidad sino también de nuestra compasión”.

Francisco invitó a una introspección: “Y aquí nos hará bien preguntarnos sobre la propia compasión. ‘Yo, ¿tengo compasión, sé padecer-con?’ Pensemos en esto”.

¿Un pesebre con espinas?

Y volvió a esas situaciones a las que nos invita la mundanidad: “Viendo cómo a menudo nos acomodamos en este mundo adaptándonos a su mentalidad, un buen sacerdote escritor rezaba en la Santa Navidad de esta manera: ‘Señor, te pido algún tormento, alguna inquietud, algún remordimiento. En Navidad quisiera encontrarme insatisfecho, contento, pero también insatisfecho. Contento por lo que haces Tú, insatisfecho por mis faltas de respuestas. Señor, quítanos, por favor, nuestras falsas seguridades y coloca dentro de nuestro pesebre —siempre demasiado lleno— un puñado de espinas”. Pon en nuestra alma el deseo de algo más, algo más. No quedarse quietos, no nos olvidemos que el agua quieta es la primera que se corrompe. La esperanza cristiana es precisamente ese algo más que nos impulsa a movernos rápidamente”.

¿Para qué el Jubileo? Volvamos al Pesebre

“El Jubileo se abre para que a todos les sea dada la esperanza, la esperanza de Evangelio, de amor, del perdón. Volvamos al pesebre, contemplemos el pesebre, contemplemos la ternura en el rostro del Niño Jesús. ¿Tenemos en el corazón esta expectativa, esta esperanza?”, planteó. “En esta noche que se abre la Puerta Santa y Jesús nace por ti y para ti, con Él florece la alegría y la esperanza que no defrauda”, concluyó Francisco.

 

 

El cardenal Giovanni Re, decano del Colegio Cardenalicio, fue quien presidió esta misa en el altar propiamente dicho, mientras el Santo Padre estaba sentado en su silla de ruedas y concelebrando en un lateral. Con el canto de “Noche de Paz” finalizó esta celebración tan solemne como cálida y cercana. Vivamos este Jubileo con toda la fuerza de la vida que irrumpe y todo lo cambia, con la fuerza del nacimiento de Jesús que es pura esperanza.

 

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