Por el Pbro. David Jasso / Secretario en la Conferencia del Episcopado Mexicano
Hace unos días, mi sobrino me mostró que ya tenía a Leo Messi y a Cristiano Ronaldo para seguir completando su álbum de estampitas del próximo Mundial de Futbol. Minutos después me mostró una gran cantidad de estampas que tenía repetidas y que intercambiaría con sus compañeros de la escuela. Al verlas pensé: ¡Con esas podría llenar otro álbum y ya solo me faltaría Messi!, porque la de Cristiano la tenía dos veces repetida.
El “boom” del álbum del Mundial, está por todo el mundo y no solo ha interesado a niños y adolescentes, sino a mujeres y hombres de todas las edades. Y es lógico, de cara a la Justa Mundialista los jugadores son ídolos, iconos, figuras y por qué no decirlo: modelos a seguir.
No por nada, el Papa Francisco les dijo a los jugadores del Villarreal CF de España:“cuando ustedes juegan al futbol están al mismo tiempo educando y transmitiendo valores. Muchas personas, especialmente los jóvenes, los admiran y los observan. Quieren ser como ustedes… Y esto es una responsabilidad y les debe motivar para dar lo mejor de ustedes mismos para ejercitar esos valores que en el fútbol tienen que ser palpables: el compañerismo, el esfuerzo personal, la belleza del juego, el juego de equipo”.
En mi paso como directivo de futbol profesional, conocí a grandes figuras dentro y fuera de la cancha, jugadores y ex jugadores de gran talento físico, técnico y táctico que además son excelentes personas y grandes seres humanos. Muchos niños y niñas, pero también adultos, hacían grandes esfuerzos por estar cerca de estos ídolos. Fui testigo de ello en eventos comerciales y de responsabilidad social, así como a nuestra llegada a hoteles de concentración o partidos amistosos, no solo en México sino fuera del país.
Mientras pienso seriamente en comprar el álbum, recuerdo a Don Pedrito, un hermano marista que en el colegio siempre nos regalaba estampitas, pero no del mundial, sino de santos y santas, unas con su oración, otras con alguna enseñanza, algunas de santos muy conocidos y de otros por conocer. Todavía conservo algunas de esa época y las guardo con cariño y cierta nostalgia. Hoy, llevo en mi cartera una de la Virgen de Guadalupe y seguramente muchas personas igual que yo, lleva consigo alguna, sea por devoción o por protección.
Aunque siempre las analogías son limitadas, me gusta pensar que los jugadores son para el futbol, lo que para la Iglesia son los santos: modelos a seguir e imitar, promotores de un estilo de vida, o de juego en el caso del futbol.
Así como sucede con los santos, la vida y obra de los jugadores es conocida por sus seguidores. Los buscamos o seguimos porque incluso pareciera que sus acciones son sobrenaturales o que no tienen precedente, como los milagros que acompañan la vida de San Martín de Porres, el heróico testimonio de San José Sánchez del Río o la atención amante a los enfermos de Santa Teresa de Calcuta. De manera análoga, limitada pero con toque sobrenatural, muchas acciones de los jugadores atraen la atención y hasta la devoción de muchos, como aquél gol de cabeza de Cristiano Ronaldo en el que se eleva hasta 2.56 metros, “el penalti a la panenka”, llamado así por el jugador Antonín Panenka imitado por muchos o aquella legendaria atajada de René Higuita llamada “el escorpión” cuando el guardameta levantó ambos pies por detrás para golpear el balón con la suela de los tachones.
Recuerdo además la devoción y expresiones de piedad de los jugadores y entrenadores de futbol. Me viene a la mente Sebastian “el loco” Abreu quien llegó a Monterrey con una imagen de una Virgen María en una caja de madera que incluso le ayudé a que fuera restaurada o las veladoras que compramos como parte de la “utilería” del equipo para que Ricardo La Volpe encendiera una previo a cada partido. Cómo olvidar a Victor Vucetich promoviendo la celebración de la Misa antes de un partido de local o a Miguel Herrera persignándose al entrar a la cancha. En broma o en serio algunos me impedían que pisara el terreno de juego con zapatos de vestir y me decían: “La cancha es sagrada” y que solo se podía pisar con tachones.
En fin, a poco tiempo de llevarse a cabo el Mundial en Qatar, espero que así como los jugadores se preparan físicamente para tal evento, lo hagan también interiormente, conscientes del testimonio que están llamados a dar, porque el futbol como fenómeno social, es reflejo de la vida y de la sociedad donde también se deben respetar las reglas y a los rivales pues, como dijo el Papa Francisco: “de nada vale golpear bien la pelota si no eres capaz de dialogar con el árbitro”.
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