El Centro de Formación Maromba de la Arquidiócesis de Manaos acoge la Tercera Etapa de la Escuela Vocacional del 11 al 15 de noviembre, que cuenta con la participación de 70 personas de toda la Amazonía brasileña. El tema de este año es «Gracia, vocación y profecía: para una Iglesia sinodal en la Amazonía». Una escuela que, este año, «busca enraizar las propuestas del Sínodo Amazónico en esta dimensión vocacional», según el hermano Ronilton Santos. El hermano marista subraya también la profunda sintonía con los 50 años de Santarém y con el Año Vocacional Nacional.
Vocaciones en y para la Amazonía
Una Escuela que quiere ayudar a descubrir «la importancia de la formación de líderes para continuar el trabajo de articulación de la Pastoral Vocacional en las iglesias particulares, también de cara al Año Vocacional que celebraremos en 2023″, según la hermana Rose Bertoldo. La secretaria ejecutiva del Regional Norte1 de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), que dio la bienvenida a los participantes en nombre de la Presidencia del Regional, destacó la necesidad de «trabajar las vocaciones en y para la Amazonía, a partir de la realidad de cada diócesis y prelatura».
El hermano Ronilton, que forma parte de la coordinación de la Escuela, destaca el hecho de «traer esta dimensión de los temas vocacionales de la realidad amazónica para tratar de mirar la realidad y ver cómo están surgiendo o no las vocaciones en la Amazonía, cómo vamos a trabajar la vocación laical en la Amazonía, qué importancia le estamos dando a estas vocaciones».
«Ayudar a las personas a despertar realmente para acompañar a los demás en la vivencia de su vocación es un elemento importante”, según la hermana Gervis Monteiro da Silva. «La vocación a la vida, la vocación humana, el sentido de pertenencia a la Iglesia, el sentirse discípulos misioneros, personas implicadas en la vivencia de su Bautismo», insiste la religiosa paulina. Algo que debe llevar, en línea con el Concilio Vaticano II, a «crear una cultura vocacional en la Iglesia, para hacer que todas las personas, toda la Iglesia, todos los bautizados, los sacerdotes, los religiosos, los laicos, las familias, se sientan realmente responsables de animar a las personas a vivir su vocación en la Iglesia, en los distintos ministerios», buscando que «la Iglesia sea cada vez más ministerial«.
Vocacionados en medio de la gente
Sobre las vocaciones en la Amazonía, la Iglesia da dos consejos, según el padre Vanthuy Neto. Subraya la necesidad de «estar cerca de la gente por el camino de la encarnación», insistiendo en que «es imposible ser una vocación de la Escuela de Jesucristo en el desapego de la gente y de la vida de la gente, de sus desafíos, de sus problemas y de su situación. Las vocaciones están llamadas a vivir una comunión de intimidad, de destino con las personas que nos toca vivir».
El padre Vanthuy, que es uno de los asesores de la Escuela, dice que «no es posible vivir la vocación en una experiencia de distanciamiento«, haciendo una llamada desde la sinodalidad, para caminar juntos. Esto lo ve como un reto y una gran gracia, porque «cuando podemos estar en medio de la gente, viviendo con ellos, vivimos un proceso muy parecido al de Jesús, de desprendimiento, de aprender cosas de los demás, pero también de dar». El presbítero de la diócesis de Roraima pone como ejemplo «este movimiento de San Francisco de dar y recibir es muy hermoso en la vida de los vocacionados».
Vocación para defender a los vulnerables
En un mundo en el que las grandes situaciones que niegan la humanidad aumentan cada vez más, dice el padre Vanthuy Neto, poniendo como ejemplo la cuestión de la minería, la cuestión energética que tanto afecta a los pueblos indígenas, insiste en que «no se puede ser vocacionado y no defender la vida de estos menores. No se puede estar en la Amazonía y no defender a los pueblos indígenas«.
También se refiere a la importancia de «descubrir una buena compañía en el pueblo de Dios, en la gente sencilla, con los pasos que tenemos aquí», sin pretender evadirse desde lo que ocurre en otros lugares. En este sentido, refiriéndose a la experiencia misionera de los seminaristas del Seminario de San José de Manaos en la Prelatura de Borba, destaca el hecho de permanecer entre la gente, pescando, recogiendo açaí, algo que desafía a «entrar en la vida del pueblo con gran sencillez«.
Vocación para conocer a Jesús y a quien Él ama
Por último, el padre Vanthuy considera esencial «hablar de la persona de Jesús, del Verbo de Dios que asumió nuestra experiencia, eligió un lugar, que era el lugar de los pobres, de los sencillos, quiso vivir con ellos, tuvo un estilo pobre y murió pobre”. Por eso, «no se puede ser vocacionado si no se conoce a la persona de Jesús y se conoce a los que aman a Jesús, a los pobres, a los sencillos, acompañando a los misioneros, a los sacerdotes, acogiendo también a los que vienen aquí», subraya.
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Algo que hace referencia al Documento de Santarém, que dice que «dar a conocer la persona de Jesús es un gran desafío hoy aquí en la Amazonía, especialmente en este modelo de Iglesia que es cada vez más de un Cristo desencarnado, de un Cristo que se presenta como poderoso pero distante de la vida de las personas”. Siguiendo lo que escribe San Pablo: «quien niega la encarnación de Cristo se convierte en anticristo», reflexiona sobre «una propaganda tan grande de un Cristo alejado de la vida de los hombres, de las mujeres», diciendo abiertamente que «esto no puede ser la escuela de ninguna vocación seria».
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