El comienzo del Adviento y las dolorosas realidades del mundo que nos hacen implorar Ven Señor Jesús, son los temas que ocupan a Monseñor Jorge Lozano en su reflexión semanal.
El secretario general del Celam nos recuerda que las celebraciones de los próximos domingos nos invitan a pensar en el sentido de la vida y la existencia humana que se une al rumbo del universo. «Estamos iniciando el tiempo del Adviento que nos hace explicitar esta tensión entre lo que sucederá al final de los tiempos y el acontecimiento del nacimiento de Jesús Niño en el portal de Belén,» afirmó.
Espera, preparación y conversión
Recordando que en muchos templos y casas se coloca la corona de adviento y durante estos domingos se encenderá una vela para expresar que la luz crece conforme se acerca la Navidad, Mons. Lozano invitó a vivir este tiempo desde la preparación y la conversión, por lo que la Palabra de Dios nos hace aumentar la expectativa del encuentro con el Salvador.
«Es un tiempo para crecer en la oración. También es momento de una mayor sobriedad de vida y alejarnos de los gastos superficiales,» advirtió.
Conscientes de esta parte de la historia, el prelado indicó que hemos de prepararnos siempre en actitud de espera, de ahí que después del momento de la consagración digamos en oración «Ven, Señor Jesús», frase que puede decirse con sencillez y normalidad de acuerdo con nuestro contexto, pero que recuerda el obispo argentino «para muchos corazones es un grito desgarrador que brota del desconcierto, la soledad y el abandono».
Una presencia añorada
Al respecto el arzobispo de San de Cuyo nos invita a implorar «Ven Señor Jesús» con la certeza de que su llegada a nuestra vida nos ayudará a superar la indiferencia ante el dolor que otros padecen.
Ven Señor Jesús por tantas causas que lejanas a nosotros impactan nuestro corazón, porque quien las sufre es alguien como nosotros.
El prelado comparte la plegaria, que bien puede ayudarnos a llevar este tiempo de preparación al nacimiento del salvador.
“Ven, Señor Jesús” a traer la paz a Ucrania y a tantos pueblos que sufren violencia. Ven a iluminar las mentes y abrir los corazones al diálogo. Ven a calmar el deseo de riqueza de quienes fabrican armas.
“Ven, Señor Jesús” a instaurar la justicia entre los pueblos y al interno de cada nación. ayúdanos a compartir con los hambrientos y a generar trabajo para un sustento digno.
“Ven, Señor Jesús” a colmar de alegría el amor de las familias y los amigos. Que todos los hombres y mujeres del mundo cuenten con otros en el camino de la vida.
“Ven, Señor Jesús” a sanar las heridas de la traición, el olvido, el desamparo, la soledad, la depresión, la tristeza.
“Ven, Señor Jesús” a recomponer las vidas destrozadas por las adicciones al alcohol, las drogas, el juego. Como divino alfarero toma esas historias personales entre tus manos y en nuestras comunidades danos generosidad para “recibir la vida como viene”. “Ven, Señor Jesús” a la Iglesia, para que podamos caminar juntos en comunión, participación y misión.
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La Virgen de Luján y los Hogares de Cristo
Refiriéndose a los acontecimientos de la realidad de Argentina Mons. Lozano cerró la reflexión comentando que una réplica de la Virgen de Luján recorre el país en una peregrinación organizada por la familia Grande del Hogar de Cristo.
Sobre el tema asegura que estos misioneros vienen a visitar a la provincia de La Rioja y desde la tumba del beato Angelelli, el Padre Pepe Di Paola, dio una declaración en la que abogó por un país libre de drogas desde su condición de representante de la familia Grande del Hogar de Cristo.
Un flagelo que no solo constituye un drama para Argentina sino para todos los países de América Latina y el Caribe, una causa que a todos nos une. “Todos tenemos derecho a vivir en un país que se comprometa en todas sus dimensiones a trabajar contra el consumo de drogas: los niños, los jóvenes, los más postergados, los más vulnerables. Despertar conciencias a nuestro paso es nuestra misión para que toda la sociedad comprenda que esta misión nos incumbe a todos,” concluyó.
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