En el marco del encuentro de la Red LAPSI (Red Latinoamericana de Pensamiento Social de la Iglesia), que se realizó en la sede del Consejo Episcopal y Caribeño (Celam) en Bogotá y simultáneamente de manera virtual, este 02 y 03 de diciembre de 2022, Guillermo Sandoval, director del Centro de Gestión del Conocimiento del Celam, ha presentado su disertación “Apuntes sobre sinodalidad”.
El laico chileno ha comenzado por definir la sinodalidad, para ello ha indicado que su origen viene de la palabra griega synodos, que significa caminar juntos.
“Tiene a todos por protagonistas. Nadie es actor secundario. Todos sumados en una marcha común, sin inmovilismos. Una Iglesia dinámica, fiel al Espíritu Santo, en salida o, lo que es igual, en misión permanente”, ha señalado.
La sinodalidad se trata de una práctica eclesial que “se enraíza en su historia, que es recuperada por el Concilio Vaticano II, que llegó para quedarse en la Iglesia latinoamericana y caribeña”.
Por supuesto, parafraseando al Papa Francisco, advierte que la sinodalidad no se trata de una moda, por el contrario, “esta palabra expresa la naturaleza de la Iglesia, su forma, su estilo, su misión. Por ello, invitó a observar su fundamento en los Hechos de los Apóstoles, libro que relata los primeros tiempos de la Iglesia. Para evitar que la palabra se gaste, es necesario recurrir a la Palabra y hacerla carne”.
Legado de la Asamblea Eclesial
La Asamblea Eclesial ha sido un evento inédito tanto en América como en todo el mundo, que ha surgido a partir del “mandato de la Asamblea del CELAM en Tegucigalpa, que aspiraba a una VI Conferencia General del Episcopado”.
No obstante, “el Papa expresó su convencimiento de que no era hora, pues, como buen conocedor de Aparecida (no en vano lideró la redacción del su documento conclusivo), sabe que aún hay muchos aspectos que no se han encarnado en la vida de la Iglesia”.
De hecho, Guillermo explica que más que un evento, la Asamblea es “un proceso” con el cual el Santo Padre presenta dos orientaciones: “Escuchar al Pueblo de Dios, que in credendo es infalible, y la oración, porque en medio de nosotros está el Señor”.
“Tampoco en este proceso prevalece la lógica de minorías/mayorías. No. Se trata de dejarse interpelar por los lejanos o improbables. Escuchar a los marginados, pobres, los desesperados que han sido los elegidos como sacramentos de Cristo como afirmó el Papa”, ha explicado.
Para Sandoval “el proceso latinoamericano enlaza así, perfectamente, con la convocatoria del Papa a un Sínodo sobre la sinodalidad”, por ende, “son fuertes vientos de cambios los que soplan. Es el Espíritu que quiere entrar. No cabe duda que es necesario abrir puertas y ventanas, para darle la bienvenida”.
Por lo mismo, “como dijimos al comienzo, la palabra sinodalidad se ha transformado en uno de los términos más utilizado en la Iglesia latinoamericana y también a nivel global”.
Sinodalidad, escuela de democracia
En cuanto la sinodalidad eclesial y vida política, ha indicado que “la Iglesia se convierte en escuela de procesos útiles para la sociedad. Así ha ocurrido en materia de educación, en salud, o en la previsión social.
“También ahora, en el plano de la convivencia social, podemos aportar un ejemplo de participación, de camino compartido, de construir una sociedad que acoja a todos sus hijos y que todos ellos se comprometan en construirla juntos”, apuntó.
Así entendida, “la tarea eclesial de la sinodalidad es también una escuela de democracia auténtica para naciones y pueblos. También para quienes actúan en la conducción del Estado”.
Por tanto, “nos enseña que las diferencias no son necesariamente divisiones, ni las oposiciones son sinónimos de polarizaciones. Construir democracia necesita del andamiaje de la amistad social y la fraternidad universal”.
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