Casi 200 representantes de las conferencias episcopales de Brasil, Uruguay, Argentina, Chile y Paraguay han iniciado este 6 de marzo la Asamblea Sinodal del Cono Sur, la última de las cuatro en que el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam).
Un encuentro de experiencias eclesiales
Mons. Joel Portella Amado, en nombre de la presidencia de la CNBB y de todo el equipo que, en el silencio de su trabajo, busca acoger de la mejor manera posible, saludó «a cada hermano y hermana que, viniendo de sus tierras natales, con sus experiencias eclesiales, traen la alegría de ser Iglesia y el sueño de que esta misma Iglesia sea siempre más sinodal«. El secretario general de la CNBB dijo que «Brasil se alegra con la presencia de todos y cada uno», pidiendo «que Dios-Comunión nos conceda una semana fecunda».
Vida Religiosa portadora de demandas de los pueblos
En nombre de las Conferencias de Religiosos y Religiosas del Cono Sur, la Hna. Eliane Cordeiro, saludó a los participantes de la asamblea sinodal. La Vida Religiosa se dice “hijas e hijos de esta tierra que sufre y comparte el dolor de tantas personas que se han visto obligadas a salir de su tierra, buscando un mejor futuro”. Desde ahí quieren ser “portavoces de las demandas de cientos de pueblos amenazados por un crecimiento económico desenfrenado que no respeta la dignidad del ser humano, de los pueblos originarios y que daña profundamente la naturaleza, nuestra Casa Común”.
En unidad con el Papa Francisco, se suman en la construcción de “una comunidad de hermanas y hermanos capaz de acoger la vida, mirar su pecado, asumir sus errores, pedir perdón y reparar el daño causado a los más vulnerables”, siendo fieles al Proyecto de Jesús. Una Vida Religiosa que ha hecho el camino sinodal, que se ha “sentado a la mesa con otras y otros para escuchar y discernir la llamada del Señor Jesús, que nos habla a través de nuestra historia, una historia llena de luces y sombras que nos desafía a ser cada vez más proféticos, coherentes con el mensaje del Evangelio y corresponsables en la labor de la Iglesia”.
La presidenta de la Conferencia de Religiosos de Brasil insistió en que “miramos con mucha esperanza el camino realizado y los que se nos abren como Iglesia”, llamando a vencer miedos y crecer en confianza, a “responder al desafío al que el Espíritu nos llama: Ser profecía y comunión: una Iglesia verdaderamente sinodal”.
La Iglesia somos nosotros
El arzobispo local, el cardenal Paulo César Costa, acogió a los recién llegados a Brasilia, una ciudad y una Iglesia joven, que definió como una síntesis de todo Brasil. Una Iglesia con un laicado participativo y un clero numeroso, en una ciudad que acoge los tres poderes de la República y los organismos de la Iglesia de Brasil. Siguiendo el texto de la Transfiguración, el cardenal insistió en que la Iglesia, la túnica de Cristo, somos nosotros, que la hacemos más bonita o más fea. En sus palabras destacó la importancia del Concilio Vaticano II como momento en que se inició el camino de la sinodalidad y da la comunión, un camino asumido por la Iglesia de América Latina y el Caribe.
Finalmente insistió en ser una Iglesia de servidores, destacando la capacidad que el Papa Francisco tiene para leer la realidad, para descubrir lo que el Espíritu está haciendo entre nosotros, algo presente en la vida de la Iglesia desde el principio. Una realidad que desafía a la Iglesia a encontrar nuevos ministerios en pro de la evangelización que respondan a lo concreto de la vida de la gente y de la propia Iglesia, desde su fidelidad al Señor.
Igualdad de todos por medio de la dignidad bautismal
Un encuentro del Pueblo de Dios, una categoría cuya incorporación al caminar de la Iglesia puede ser considerado el gran giro en la eclesiología durante el Concilio Vaticano II, afirmó Mons. Miguel Cabrejos. El presidente del Celam resaltó la opción de los padres conciliares por reconocer la participación de todos los miembros del Pueblo de Dios, “estableciendo, así, la igualdad de todos por medio de la dignidad bautismal como criterio estructurante para la configuración de la identidad de todos los sujetos eclesiales”.
Con el Vaticano II los sujetos eclesiales “quedaban definidos a partir de la dignidad bautismal compartida y la participación de todos/as en el sacerdocio común”. Con el camino sinodal se quiere “poner en práctica una nueva hermenéutica inspirada en la lógica del conjunto”, organizada desde el todos (el Pueblo de Dios), algunos (los Obispos) y finalmente uno (el Obispo de Roma). No son tres sujetos eclesiales afirmó el presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, sino uno único, el Pueblo de Dios, el único sujeto activo y fundamental de toda la acción y misión de la Iglesia.
La consecuencia de esto es la corresponsabilidad que se deriva para cada uno de sus miembros. Se establece un ministerio jerárquico vinculado con la comunidad, algo ya presente en la Iglesia primitiva, siendo que el obispo “debe volver a situarse en el pueblo de Dios que le ha sido confiado”.
Profundizar en la dimensión pneumatológica
Para Mons. Cabrejos la recuperación y profundización de la dimensión pneumatológica ayuda en la actual recepción del sensus fidei, algo apuntado por el cardenal Grech. Desde ahí afirmó que “escuchar al Pueblo de Dios es escuchar verdaderamente lo que el Espíritu le dice a la Iglesia”. La escucha es más que una encuesta, es asumir una dinámica comunitaria y espiritual en el sensus fidei fidelium, es entender que “el depósito de la fe está confiado a la totalidad del Pueblo de Dios, quien lo conserva, profesa y transmite”, insistió.
La escucha recíproca es vista por el prelado peruano como “elemento constitutivo de una Iglesia sinodal”, que lleva a “consultar, dialogar, discernir en común, tomar consejos, elaborar decisiones y rendir cuentas”. Son dinámicas que “crean el ambiente propicio para generar procesos de conversión”, especialmente de la jerarquía, que lleven a entender que “es precisamente a nivel de los procesos decisionales y la construcción de consensos, donde se juega nuestra capacidad de imaginar y construir un nuevo modelo eclesial institucional para la Iglesia sinodal del Tercer Milenio”.
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Mons. Cabrejos destacó la inspiración del Espíritu al Papa cuando decidió que este Sínodo debía celebrarse a todos los niveles y contextos. Desde ahí insistió en que la sinodalidad a nivel Continental da a América Latina y el Caribe es la oportunidad de enriquecer su propia identidad como Iglesia, llamando a “proporcionar el sentido de la dirección para nuestra Iglesia latinoamericana y caribeña de hoy y de mañana”.
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