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Agenor Brighenti: «El Papa Francisco ha propiciado una Iglesia con gran libertad para escuchar, decir y buscar la sintonía con el otro»

La Etapa Continental del Sínodo 2021-2024 es vista por el Padre Agenor Brighenti como una etapa importante en el proceso sinodal. Después de las Asambleas Regionales, en las que participó en la Región Cono Sur, el teólogo brasileño forma parte del Equipo Continental de Síntesis, reunido en la sede del Celam, que está redactando el Documento que será enviado a la Secretaría del Sínodo.

El Padre Brighenti reflexiona sobre las novedades del proceso, las comunidades de discernimiento, la conversación espiritual, mostrando algunos elementos presentes en las Asambleas, especialmente en el Cono Sur, donde han aparecido temas que poco a poco se están convirtiendo en parte de la agenda de la Iglesia, una Iglesia donde en el espíritu de la sinodalidad «no hay tema que no pueda ser discutido, que no pueda ser hablado».

 

Tras cerrar las asambleas de la Etapa Continental del Sínodo 2021-2024 en América Latina y el Caribe, el Celam está realizando la Síntesis Continental. Usted participó en la Asamblea del Cono Sur, ¿cómo ha vivido este proceso?

Una etapa importante en el proceso sinodal, que comenzó en las iglesias locales, en la primera etapa, que fue más desde la base. Esta segunda, la Etapa Continental, es la que prepara la etapa universal para luego hacer el camino de regreso a la base. En el Cono Sur se reunieron las iglesias de estos cinco países. Fue gratificante constatar que hay un compromiso muy estrecho con la renovación del Concilio, un compromiso muy explícito también con la tradición eclesial latinoamericana, iglesias que han vivido un proceso sinodal desde la Primera Asamblea de la Iglesia y que también han estado en sintonía con el Sínodo para la Amazonía. Se puede decir que en la Asamblea del Cono Sur se respiró un fuerte compromiso con la sinodalidad, es muy gratificante y a la vez esperanzador para la Iglesia.

 

Después de las Asambleas Regionales, el Equipo de Síntesis Continental está elaborando en Bogotá el Documento que será enviado a la Secretaría del Sínodo, una novedad, ya que es la única de las siete regiones donde se han realizado varias asambleas. ¿Cuál es el resultado de este proceso en el que está participando, en qué medida está ayudando a tener una mayor riqueza?

Conocemos la aportación y la participación de las cuatro regiones, es un material precioso y amplio, aquí lo estamos viendo, tratando de identificar las grandes tendencias e incidencias, y el objetivo es condensar esta aportación. En algunos puntos, porque se trata de integrar después el Instrumentum Laboris, el Documento de Trabajo del Sínodo, que se unirá a las otras seis grandes regiones que participaron en este proceso.

 

Las comunidades de discernimiento han marcado las Asambleas Regionales, donde obispos, sacerdotes, religiosos y laicos se sitúan al mismo nivel. ¿Sigue sorprendiendo esto en la Iglesia, el hecho de que todos puedan hablar y todos tengan que escuchar a los demás?

Los que ya están más incluidos en la Iglesia, que son miembros de la cúpula y de la jerarquía, ya tuvieron esta experiencia. Ahora, aquellos que nunca han sido muy escuchados, que no han tenido mucho espacio, que a veces han sido distanciados, que han sido colocados un poco al margen de las comunidades, estas personas han tenido esta experiencia en las asambleas regionales de estar codo a codo con los cardenales, ya sea en la fila para alimentarse o en una reunión, para escucharse mutuamente y llegar a consensos, a un consenso donde todos tienen el mismo peso. Esto fue algo muy fuerte, esta experiencia que se hizo, porque no era simplemente prepararse para el Sínodo, era ya un esfuerzo por vivir esta sinodalidad en estas comunidades de discernimiento.

Fueron tres días de trabajo en estos espacios y los grupos estaban muy bien formados porque eran inter países y también con diversidad de personas. El testimonio que escuchamos en la Asamblea fue que el consenso no fue muy difícil. Hubo mucha convergencia en la escucha y luego también en el consenso que se construyó en torno a los temas que estaban en la agenda de esta asamblea.

 

¿Y cuáles son las demandas que el Cono Sur enviará a Roma para la Asamblea Sinodal que tendrá lugar en octubre en el Vaticano?

Por lo que percibimos en la Asamblea del Cono Sur, creo que se hizo un buen discernimiento en el sentido de mantener presente el Bautismo como fuente de todos los ministerios. Este es el corazón de la teología de la sinodalidad, es el mismo bautismo que nos reúne a todos como hermanos y hermanas. Los diversos ministerios deben estar en el Bautismo y los diversos ministerios no distancian ni podrían distanciar a las personas entre sí.

Aquí estaba muy clara esa valoración, esa conciencia de hacer del Bautismo la fuente de la vida eclesial. Y, a partir de ahí, también fue muy visible la necesidad de superar cualquier tipo de relación vertical en la Iglesia. Tanto en la relación de los laicos con la jerarquía, como en la relación con los organismos, unos de consulta, otros de decisión, para que todo sea expresión de esa corresponsabilidad de todos. Esto quedó muy claro, la necesidad de repensar el perfil de los ministerios, especialmente el perfil de los ministerios ordenados, que están dentro de una concepción muy jerárquica, piramidal, de la Iglesia.

También quedó muy clara la necesidad de multiplicar los ministerios en la Iglesia, especialmente que las mujeres tengan acceso a los ministerios. En la Asamblea del Cono Sur, se afirmó explícitamente que las mujeres deben tener acceso irrestricto a los ministerios, incluso la ordenación de mujeres, al menos al diaconado, fue muy explícita. En cuanto al ministerio sacerdotal, también se dejó muy clara la necesidad, en primer lugar, de tener una mirada muy especial sobre aquellos sacerdotes que han dejado el ministerio y quisieran integrarse mejor en la Iglesia. Y luego también la ordenación de sacerdotes casados, que también quedó muy patente en los informes de los grupos de la Asamblea del Cono Sur.

En este sentido, el Cono Sur establece agendas bastante audaces que serán una agenda difícil para el Sínodo, pero necesaria, dadas las necesidades de nuestras comunidades, de manera muy particular la falta de la Eucaristía como centro de la vida eclesial, porque hoy, incluso en el Sur y en otras partes de Brasil, la Eucaristía no es algo a lo que las comunidades tengan acceso semanalmente. La Iglesia hace la Eucaristía, la Eucaristía hace la Iglesia, entonces las comunidades eclesiales, tienen el derecho de tener acceso a la Eucaristía y la Iglesia tiene el deber de atender esa demanda que tiene por todos los sacramentos y especialmente por la Eucaristía, lo que implicará repensar los ministerios.

 

Estos temas, acceso a la Eucaristía, ordenación de hombres casados, ministerialidad de las mujeres, son temas ya presentes en el Sínodo para Amazonía. ¿Podríamos decir que temas que antes estaban casi prohibidos, que en muchos ambientes siguen generando mucha polémica, están entrando poco a poco en la agenda de la Iglesia como una reflexión que ya no se puede postergar?

Tal vez las decisiones tarden un poco más, porque a veces no se dan las condiciones para que haya un consenso más amplio y la posibilidad de algunas divisiones en la Iglesia. Pero en términos de debate, de mentalidad, de toma de conciencia de la necesidad, esto ha avanzado mucho en los últimos años, porque eran temas que en pontificados pasados no se podían tratar públicamente, ni en las aulas, mucho menos en espacios pastorales.

Hoy, en este clima de sinodalidad, no hay tema que no se pueda discutir, que no se pueda hablar. Los que participaron de la Asamblea del Cono Sur percibieron eso, esa amplia libertad que la Iglesia da para discutir las cuestiones, los problemas, los temas, sin ninguna censura, y eso ciertamente crea las condiciones y también trabaja la resistencia para que, si no ahora en este Sínodo, pero en las próximas etapas, esas reivindicaciones puedan ser consideradas.

Las formas pueden ser variadas, porque por ejemplo la región amazónica, que votó a favor de la ordenación de hombres casados, en el rito que se está trabajando, el rito amazónico, que no es simplemente un rito litúrgico, es un rito sub iurice, en el sentido de que es un modelo de Iglesia, este rito contempla la propuesta de sacerdotes casados. Puede ser que ciertas agendas que ahora se están planteando no estén abiertas a toda la Iglesia, pero puede ser que alguna región, algún continente esté autorizado a tener una experiencia y poder responder a estas agendas, a estas demandas, que no son nuevas, pero ahora hay un clima totalmente favorable y abierto para conversar y para buscar caminos.

 

¿Podríamos decir que uno de los grandes cambios de la sinodalidad es que se acabó la censura?

Ciertamente, el Papa Francisco ha propiciado una Iglesia con gran libertad para escuchar, para decir, para buscar sintonía con el otro, aunque no se esté de acuerdo, para ponerse en el lugar del otro, y eso también lo palpamos en la academia, en la investigación teológica. Es realmente un momento nuevo, que incluso aquellos temas que son más complejos, más difíciles, no está prohibido hablar, investigar, profundizar, ver la Tradición de la Iglesia, ver también las necesidades reales y luego ir tejiendo los consensos necesarios en los distintos ámbitos eclesiales para que estas decisiones puedan ser discernidas y quizás también decididas.

 

¿Es posible vivir la sinodalidad en una sociedad y en una Iglesia muchas veces polarizadas, donde las posiciones extremas, sobre todo en los medios de comunicación, quieren ganar protagonismo, especialmente a través de las redes sociales?

Si en la Iglesia se debate desde una postura más pastoral, desde una sensibilidad hacia las necesidades de las comunidades, las cosas serán mucho más fáciles, porque cuando debatimos en términos de ideas, en términos de Tradición y de si está bien o no, las cosas son mucho más difíciles. Pero si miramos las necesidades pastorales, si miramos y escuchamos las demandas de las comunidades eclesiales, trabajaremos en esta dirección.

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En la opinión pública, también hay sectores más conservadores, en el sentido de que hay derechos de las comunidades eclesiales que la Iglesia podría atender sin poner en riesgo la Tradición, la doctrina de la Iglesia. Porque muchas veces son cuestiones más disciplinares, no son cuestiones de dogma de fe, no tocan lo que es la Tradición que se ha acumulado en términos de referencia. Son cuestiones disciplinarias más que otra cosa y que la Iglesia en su momento, aquí o allá, puede tomar una decisión y establecer otra disciplina porque no se está tocando lo que es la fe de la Iglesia como tal.

 

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