El Ángelus del 16 de octubre nos sorprendió con el anuncio del Papa Francisco de prolongar el Sínodo de la Sinodalidad hasta octubre de 2024, realizando la Asamblea Sinodal en dos momentos, el ya previsto en octubre del próximo año y la señalada para 2024.
Priorizar el proceso, más que el acontecimiento del Sínodo
Ante ese anuncio, Mons. Miguel Cabrejos afirma que es algo que “lanza un mensaje muy positivo para el proceso sinodal que inició en octubre de 2021 y que ahora avanza hacia la fase continental”. Para el presidente del Celam, “es, sin duda, una decisión audaz en la que acentúa la necesidad de priorizar el proceso, más que el acontecimiento del Sínodo, con un llamado amplio a un discernimiento amplio, que involucre a toda la Iglesia y no solo a la Asamblea Sinodal”.
En ese sentido, “esta decisión favorecerá la maduración del camino que estamos transitando, como ha dicho el Santo Padre, y nos ayudará a desarrollar a profundidad el llamado a la comunión, la participación y la misión, hacia una Iglesia cada vez más sinodal”, resalta el arzobispo de Trujillo.
El Celam seguirá acompañando el proceso sinodal
Una novedad que tiene implicaciones para la Iglesia latinoamericana y caribeña, pues “la decisión del Papa Francisco nos confirma en la experiencia eclesial y sinodal que venimos viviendo en América Latina y el Caribe”, subraya el prelado peruano. En ese sentido, invita a pensar “en lo que ha representado la Primera Asamblea Eclesial de nuestro continente, con una amplia participación del Pueblo de Dios, y en los frutos que germinarán al encarar los desafíos pastorales que hemos discernido, retomando la riqueza de la Conferencia de Aparecida y mirando hacia el futuro, con la certeza de que todas y todos somos discípulos misioneros en salida”.
Su presidente resalta que “desde el CELAM seguiremos acompañando activamente y participando de las orientaciones que nos vaya señalando el Obispo de Roma y la Secretaría General del Sínodo”. En palabras de Mons. Miguel Cabrejos, “por ahora nuestras energías se concentran en la fase continental del Sínodo que incluirá cuatro asambleas regionales entre febrero y marzo de 2023”.
Experiencia viva de discernimiento y de eclesialidad
Un proceso sinodal del que Mauricio López hace un balance desde la experiencia de la Iglesia latinoamericana y caribeña, destacando en primer lugar que “este proceso que sigue en marcha del Sínodo de la Sinodalidad es una experiencia viva de discernimiento y de eclesialidad”. Independientemente de sus etapas y documentos, “lo esencial es que es una experiencia en camino, o decir más claramente que el camino mismo es la experiencia”, resalta el director del Centro de Programas y Redes de Acción Pastoral del Celam (CEPRAP).
Mauricio habla de un proceso inédito en la Iglesia universal, de lo que puede ser la consulta más amplia que se haya hecho en la historia, llegando a miles y miles de personas que han participado de la etapa diocesana, en los procesos de escucha y de consulta. Un proceso que está entrando en la etapa continental, “que lo que quiere es acoger la síntesis de toda la Iglesia universal para entrar en una perspectiva de profundizar en el discernimiento, que es lo que más hace eco en nuestras realidades particulares, en el corazón de cada persona” afirma el director del CEPRAP, que se cuestiona sobre los temas que faltan, las preguntas surgen del proceso y sobre todo las perspectivas que se abren.
Camino ya recorrido en América Latina y el Caribe
En relación con la realidad latinoamericana, destaca que “ha sido fundamental haber vivido dos procesos que han marcado esta experiencia, el Sínodo Amazónico, como ampliación de la escucha al Pueblo de Dios, llegando hasta las periferias, y la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe”. Algo que, recordando las palabras de Mons. Miguel Cabrejos, se da “en una perspectiva de insertar el discernimiento comunitario como una herramienta viva para poder buscar qué es lo que nos quiere decir el Espíritu Santo, y más allá de documentos magisteriales encontrar en el sensus fidei las invitaciones para las reformas de nuestra Iglesia, para las novedades estructurales”.
Estas novedades se plasman en nuestra realidad, en palabras de Mauricio López, “en la creación de la Conferencia Eclesial de la Amazonía, en la renovación y reestructuración del Celam, en la Asamblea Eclesial misma”. Desde ahí hace “un balance muy positivo, sobre todo por lo que significa en ‘aggiornar’ y traer a la vida lo que el Concilio Vaticano II ya nos venía expresando desde hace 60 años como voz del Espíritu en esta clave del kairos de Dios”.
Dinámica de reciprocidad, de circularidad
Con las dos sesiones de la Asamblea Sinodal, “lo que el Papa Francisco está tratando de propiciar es una dinámica de reciprocidad, de circularidad. Al añadir un año de proceso, lo que está haciendo es abrir el espacio para que se pueda profundizar en el discernimiento”, resalta Mauricio. Para él esta primera etapa quizás ha sido corta en el tiempo, afirmando que “quizás estamos aprendiendo a discernir en común y en esta perspectiva eclesial a caminar juntos y juntas”.
Ello le lleva a ver, que, tras la primera asamblea en octubre de 2023, con lo que resulte de ella, “tendremos realmente la posibilidad de volver al Pueblo de Dios, en toda su diversidad para garantizar que este pueblo pueda también contribuir en la construcción de lo que sean los documentos finales, sea una exhortación apostólica o sean sobre todo las nuevas perspectivas para una Iglesia más sinodal en clave de comunión, participación y misión”.
Proceso sinodal como modo propio de ser Iglesia
Mauricio insiste en que “la ampliación de este proceso es para poder garantizar la profundización en el discernimiento, la devolución al Pueblo de Dios de este proceso y una dinámica circular para que sea ese Pueblo de Dios quien reciba la gracia del proceso discernido, la vuelva a enriquecer con su mirada, se apropie más de ella y luego lance junto con el Papa Francisco las perspectivas de horizonte a la luz de este proceso”.
Reconociendo que el camino es la experiencia y el camino no termina, el camino continúa, “este alargamiento del proceso es un ensayo de un deseo de que este proceso sinodal quede instaurado como un modo propio de ser Iglesia, y que se sostenga incluso más allá de octubre de 2024, entendiendo que esta dimensión es constitutiva del ser Iglesia”, resalta el director del CEPRAP.
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Desde ahí, sostiene que “esto América Latina lo tiene muy claro desde su propia tradición magisterial, episcopal y ahora eclesial, y tenemos una gran responsabilidad para poder seguir abrevando de esa experiencia, honrando las voces, contribuyendo con la Iglesia universal y sobre todo no claudicando en seguir profundizando en una sinodalidad más plena y más discernida en comunitario”.
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