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Aportes de los pueblos garífunas y afro de México y Centroamérica al Sínodo 2021-2024

Los representantes de las pastorales garífuna y afro de México y Centroamérica han remitido sus aportes a la Secretaría General del Sínodo, en un proceso de escucha y trabajo previo apoyado por el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam).

Todo ello como antesala a la segunda sesión del Sínodo 2021-2024 a realizarse en Roma en octubre de este año. Al respecto, los garífunas y afro han revisado el Documento conclusivo de Aparecida (2007) que explicita “el respeto y reconocimiento ante la amenaza en su existencia física, cultural y espiritual, en sus modos de vida, identidad, diversidad, territorio y pobreza”.

En los numerales 89, 90,91,92, 94, 96 y 97 sigue vigente la denuncia frente a “las amenazas en las relaciones cotidianas del ocultamiento sistemático de sus valores, historia, cultura y expresiones religiosas, la subordinación de la identidad étnica y la mentalidad de mirarlos con menosprecio”.

A partir de estos planteamientos, lanzaron una pregunta a sus bases: ¿Cómo potenciar la corresponsabilidad diferenciada en la misión de todos los miembros del Pueblo de Dios ante estas realidades que nos presenta Aparecida y otros documentos de la iglesia con respecto a los hermanos/as afrodescendientes, garífunas, indígenas y otras diversidades en el continente Latinoamericano?

Respeto a las culturas e identidad

De este modo han propuesto, en primer lugar, “cambiar las estructuras mentales y generar conversión pastoral”, lo que implica “descolonizar las mentes y el conocimiento, defendiendo la dignidad y los derechos humanos de estos pueblos; permitiéndole ser sujetos en las tomas de decisiones en el proceso de su evangelización desde sus raíces ancestrales”.

Afros y garífunas piden una evangelización inculturada para “no ser objetos de la imposición clerical, autoritaria y colonial”. Hacen un llamado a toda la Iglesia a respetar su identidad y, a la par, llaman a su gente, en especial jóvenes, a recuperar “su memoria histórica y al reconocimiento e impulso de su participación activa y creativa en la Iglesia y sociedad”.

Echando mano del informe de Síntesis de la primera fase (octubre 2023), reforzaron esta petición: “Los contextos culturales, históricos y regionales en los que la Iglesia está presente y define la cultura de las Iglesias locales, sus prioridades misioneras, las preocupaciones y los dones que cada una de ellas y los lenguajes con los que se expresan, aporta al diálogo sinodal”.

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El pecado del racismo

“En América Latina y el Caribe la pobreza sigue teniendo rostro negro”, han sentenciado, incluso apelaron a la declaración ‘Nostra aetate’ del Concilio Vaticano II, que establece lo siguiente: “La Iglesia reprueba, como ajena al espíritu de Cristo, cualquier discriminación o vejación por motivos de raza o color, de condición o religión”.

Asimismo en la Síntesis del Sínodo, capítulo 5, se ha pedido “identificar los sistemas que crean y mantienen la injusticia racial en el interior de la Iglesia; combatirlos y dar vida a los procesos de sanación y reconciliación para erradicar el pecado del racismo”.

Frente a esta dura realidad, han propuesto tres acciones puntuales para plantar cara contra el racismo: Primero, iniciar un proceso lúcido de análisis, diálogo, escucha y discernimiento acerca de los prejuicios o las conductas racistas, colonialistas, egoístas y clericales.

Una segunda cuestión es la inserción de la espiritualidad de los Afros, Garífunas, Indígenas y otras diversidades eclesiales sin prejuicios; superando actitudes de colonialismo, autoritarismo y clericalismo con apoyo de los obispos.

Y en tercer lugar, practicar la solidaridad desde la vivencia sinodal “en diálogo con las culturas de los pueblos y con fundamento en la cultura del buen samaritano; en unidad y solidaridad con las luchas comunitarias”.

Acciones concretas

¿Cómo avanzar en una efectiva renovación de los ministerios y órganos de participación para una mejor y mayor corresponsabilidad? Es la gran encrucijada de los pueblos afro y garífunas, por lo que proponen crear centro de formación católicos para inculturar el Evangelio.

Este debe estar “acorde y en diálogo con la espiritualidad de los pueblos afros, garífunas e indígenas y otras diversidades culturales racializadas y minorizadas” e incluya seminaristas, teólogos y laicos para que puedan “leer y entretejer la acción de Dios en sus vidas desde su cosmovisión”.

Un aspecto importantísimo es la escogencia de “obispos negros” en consonancia con los porcentajes de cada país para “responder a las necesidades de su población y pensar en la elección de nuevos Obispos que tenga una gran experiencia de relación y conocimiento de los diferentes pueblos de la región” como establece el capítulo 12 del informe de Síntesis.

También los teólogos deben vivenciar “una inmersión etnográfica y compromiso ontológico con las prácticas espirituales Afros, Garífunas e Indígenas para que la teología sea viva expresión del accionar de Dios en su historia de salvación”.

Promover y documentar las prácticas ancestrales del “Au buni; amürü nuni” / Ubuntu y el cuido de la casa común como saberes, conocimientos que pueden ser replicados a partir de la doctrina de la Iglesia.

 

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