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Argentina – A 20 años de la tragedia de Cromagnon: “Dios está aquí abrazándonos a todos nosotros”

La ciudad de Buenos Aires fue seno doloroso de una tragedia en la que perdieron la vida 194 personas: un brutal incendio se desató durante un recital en un local cerrado el 30 de diciembre de 2004. La masacre de Cromagnon dejó casi 2000 heridos, muchos con secuelas físicas que arrastran hasta el día de hoy.

La Iglesia de Buenos Aires —en esos años con nuestro Papa Francisco como arzobispo arquidiocesano— llevó adelante un abrazo gigantesco, de escucha, de abrazos, de oraciones, de silencios, de lágrimas. La fe fue factor de unión y deseos de alivio y sanación. Laicos y clero juntos asumieron ese acompañar a quienes habían sufrido la pérdida inesperada de sus seres queridos.

 

Oración interreligiosa

 

(De izq. a der.) P. White, obispo Iosif, pastor Vilaseca, p. Centurión, monseñor García Cuerva, rabina Chemen, arquitecto Morales, sheij Gal-Al

 

Varios de aquellos que encarnaron samaritanos citadinos conmovidos por el dolor de miles, se dieron cita en la oración interreligiosa que se rezó ante el Olivo de la Paz en la Plaza de Mayo (ubicada frente al templo mayor de la ciudad) y en la Catedral de Buenos Aires pasados 20 años, en una misa en la que se renovó la promesa de que Jesús no deja, no abandona: Jesús llora y siempre está al lado de sus amigos.

Por iniciativa del arquitecto Raúl Morales, papá de Sofía fallecida en Cromagnon, se reeditaron las oraciones interreligiosas en las que los credos que conviven en hermosa paz en la Argentina se reunieron desde la hora cero de esta tragedia –mes a mes durante 10 años, cuando los deudos recién se reconocían en las heridas compartidas– en otra fraterna oración interreligiosa que congregó este 30 de diciembre de 2024 a la Rabina Silvina Chemen del Seminario Rabínico Latinoamericano y Comunidad Bet-El; al sheij del Centro Islámico de la República Argentina Muhamed Gal-Al; Marcelo Centurión, sacerdote de la Iglesia anglicana; monseñor Jorge Ignacio García Cuerva, arzobispo de Buenos Aires; pastor Marcelo Figueroa, iglesia presbiteriana; pastor Roberto Vilaseca, Iglesia Evangélica Pentecostal; monseñor Iosif Bosch, arzobispo de la Iglesia ortodoxa-griega); coordinados por el sacerdote católico Carlos White, responsable de la Comisión de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso de la arquidiócesis porteña.

 

“Las almas necesitan consuelo, un consuelo que no registra el paso del tiempo.” (Rabina Silvina Chemen)

“Todas las palabras de todos los idiomas del mundo no pueden expresar este dolor. Pero tenemos la emoción que sobrepasa el límite de las palabras. (…) Pero Dios Misericordioso nos acompaña en el dolor para poder pasarlo, a Él le suplicamos.” (Sheij Muhamed Gal-Al); 

“Esperamos en la justicia divina que es inquebrantable.” (monseñor Iosif Bosch)

“Quiero recordar un tema principal: el cuidado. En aquel momento y ahora seguimos descuidados. (…) Jesús les dice que Él ha cuidado a cada uno de sus hijos.” (sacerdote anglicano Marcelo Centurión)

“Cada uno de nosotros es padre, madre, hermano, amigo de quienes se nos adelantaron en el camino de la vida y ya están con Dios.” (pastor Marcelo Figueroa)

“Pensaba en esta tragedia que viví de cerca en aquellos días y también en otras tragedias que tenemos en la Argentina. Como sociedad, ¡cuántas deudas tenemos!” (pastor Roberto Vilaseca)

“Diciembre duele mucho. Dejémonos acariciar por el Dios del amor y la ternura.” (monseñor Jorge García Cuerva)

“El dolor sea amortigua con las palabras que ustedes nos regalan. Muchas gracias.” (Raúl Morales, padre de Sofía fallecida en Cromagnon)

 




 

Homilía con memoria y esperanza

El 30 de diciembre de 2006 un papá me entregó este brazalete a la salida de la misa en esta Catedral. Su rostro estaba triste, como tantos otros. Me dijo: “no doy más, después de estos dos años me faltan fuerzas. Tenelo vos”. Desde aquel momento lo coloqué en una pequeña mesita que tengo para mis oraciones de todos los días, junto a una imagen de la Virgen. Me lo llevé a Gualeguaychú y ahora lo tengo en San Juan. En varias oportunidades volvimos a cruzarnos con este papá y cada tanto me preguntaba si lo seguía teniendo”, inició su predicación monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo, presidente de la Comisión de Comunicación de la Conferencia Episcopal Argentina y quien tuviera a cargo desde el momento del terrible siniestro y hasta abril del año 2005 la Pastoral de Cromagnon en la arquidiócesis de Buenos Aires cuando se desempeñaba como obispo auxiliar.

Una respuesta espontánea: el santuario

Hizo memoria de aquellos primeros tiempos después de la tragedia: “Hace 20 años la vida pegó un giro inesperado, un golpe para el cual uno no se prepara. Tanta vida joven arrebatada por la muerte que llegó de la mano de la corrupción, la inoperancia, la indolencia. El Santuario en la esquina en diagonal a la plaza Once fue la respuesta espontánea e inmediata a tanto dolor sin explicación. Allí el silencio, los abrazos, las oraciones nos empezaron a reunir. Qué locura empezar los diálogos de esta manera: ‘¿Vos quién sos? ¿De dónde venís? ¿A quién perdiste?’”.

No se dice, se hace

Monseñor Lozano hizo un repaso de esas preguntas que fueron develando capa a capa el dolor sin fin: “Varias veces nos han preguntado qué se dice a los familiares y amigos de quienes murieron. No se dice nada. Se hace. ¿Qué se hace? Estar, escuchar, abrazar, acompañar, caminar juntos. Bancarnos que no tenemos respuestas verbales para todo. Porque no siempre se trata de entender, sino de sostener en la vida”.

¿Dónde está Dios?

Otra pregunta que varias veces nos hicimos y suele flotar en el ambiente: ¿Dónde estaba Dios esa noche? Él estaba en las víctimas. En los que volvieron a ingresar a rescatar a todos los que podían, tantas veces como les respondió el cuerpo, hasta dejar el último aliento de vida allí. Dios estuvo en quienes acudieron a asistir a los sobrevivientes. Dios se pone del lado de los frágiles, los débiles, los que tienen la vida rota. Dios está en ustedes cuando construimos un nosotros. Cuando dos o tres se reúnen a rezar en su nombre. Dios está cuando nos abrazamos y compartimos dolor y camino. Dios está en cada mano que acerca la velita encendida, aunque se queme un poco con la cera derramada. Dios está aquí abrazándonos a todos nosotros.

Esperanzas renovadas

“Otras vidas fueron apareciendo. Cada año que nos encontramos en esta Iglesia Catedral vemos embarazos, niños en brazos, otros ya caminando y rezando con nosotros. Cada niño que nace nos renueva en la esperanza. Como el Niño Jesús, que viene frágil a iluminar nuestras tinieblas”, iluminó con palabras lo que se vivía en ese momento en el templo, muchos familiares y amigos que fueron dando vida después de tanta angustia y oscuridad.

Y Lozano finalizó con un pedido: “Les pido que tengamos en la oración de hoy a los 194 de hace 20 años; sumemos a todos los jóvenes cuyas muertes se pudieron evitar, a los familiares y amigos que se han ido quedando en el camino. Sabemos que ellos están presentes, ahora y siempre”.

 




 

La misa fue presidida por el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge Ignacio García Cuerva, y concelebrada por monseñor Jorge Eduardo Lozano y monseñor Pedro Cannavó, y los sacerdotes Jordi Sabaté, César Femia y Lisandro Boyle quienes acompañan a las familias y amigos de los fallecidos desde hace 20 años.

 

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