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Argentina-Monseñor Carrara asumió como nuevo arzobispo de La Plata: “Recen por mí para que no me la crea”

Desde el 27 de mayo de 2024 la sede arquidiocesana de La Plata estaba vacante y a partir de ayer, 28 de diciembre, tiene nuevo arzobispo: monseñor Gustavo Oscar Carrara, quien también hasta ayer fuera obispo auxiliar de Buenos Aires y vicario general de esa arquidiócesis. Una noticia que sorprendió y fue celebrada en muchos corazones con la misma ola.

 

Este acontecimiento se acopló al inicio del Jubileo de la Esperanza lo que produjo un doble anuncio que duplicó alegrías. Las celebraciones se iniciaron al caer la tarde con la bienvenida a su nueva diócesis y el envío hacia el Jubileo que se extenderá durante todo el 2025, que dio el nuncio apostólico en la Argentina, monseñor Miroslaw Adamczyk, en la puerta de la Basílica de San Ponciano, Santuario de María y todos los Santos, desde donde partió una peregrinación que llegó hasta la Catedral de La Plata: “Recibimos con inmensa alegría a nuestro nuevo arzobispo, monseñor Gustavo Carrara, quien en unos momentos, cuando lleguemos a la Catedral iniciará su ministerio pastoral y al mismo tiempo abrimos el Año Jubilar en esta Iglesia de La Plata”.

 

El nuncio en Argentina bendijo la Cruz Jubilar que acompañaría el kilómetro y medio que separa la Basílica de la Catedral.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¡Vamos, Carra!

Para monseñor Carrara la caminata fue velita en mano, saludando, cantando, abrazando a los fieles… ¡Vamos, Carra!, le gritaban a su paso. El nuevo arzobispo interrumpió la marcha muchas veces para devolver saludos y buenos deseos. “Vengo desde Córdoba para acompañarlo”, le dijo una señora sorprendiendo por la distancia: más de 750 km separan una ciudad de la otra en territorio argentino.

 

 

 

Peregrinando en la ciudad

Los cantos y enunciados en el camino fueron animadores del espíritu jubiloso que se vivía: «Queremos ser una iglesia, servidora del Señor…», y «Jesucristo, ayer, hoy y siempre, ayudanos a ser peregrinos de esperanza», o, como le dijo una señora y repitieron varios, «le prometí venir y aquí estoy».

 

 

 

En el templo

Entre vivas, aplausos y el tañir de las campanas, entraron a la Catedral la Cruz Jubilar, la imagen de la Virgen de Luján, el nuevo arzobispo, el nuncio, los obispos auxiliares locales y toda la comitiva formada por sacerdotes, religiosos y religiosas, obispos, seminaristas y pueblo laico, en dinámica y testimonial fraternidad.

 

 

 

 

La ceremonia inició con el rito de rigor, pleno de signos muy valiosos a los ojos de la fe: el nuncio pidió se lea a bula papal del nombramiento —gesto que fue concretado por el padre Pedro Baya Casal—, dio el báculo a monseñor Carrara, lo invitó a sentarse en la sede mientras la asamblea rompió en un aplauso que parecía sin fin. El nuevo arzobispo pidió respeto y obediencia a él y a sus sucesores al clero, los consagrados, los laicos que adquirieron su compromiso cristiano en el bautismo. Y luego se sucedieron los saludos tanto del clero y pueblo en general como de las autoridades de gobierno.

 

La homilía: Como Juan el Bautista y que “Él crezca y yo disminuya”

 

 

En su homilía, luego de explicar la importancia del Jubileo de la Esperanza, Carrara focalizó en la gente y su misión episcopal: “Hoy muchos de ustedes vienen a conocer al nuevo arzobispo, muchos vienen de lejos para acompañarme y expresarme su cercanía. Les agradezco de corazón a todos y a cada uno. Ahora bien, recen por mí para que no me la crea y pueda anunciar que Jesús es nuestra esperanza (…) mi misión como obispo es semejante a la de Juan Bautista: ayudar a provocar el encuentro del pueblo con Jesús. La misión es mostrarlo a Él, señalarlo e invitar a seguirlo. La misión del Bautista y, en cierto modo, la mía como Obispo se resume en una frase: ‘Es preciso que Él crezca y que yo disminuya’ (Jn 3,30)”.

 

Como pueblo y sinodal

“Tras las huellas de Jesús, el misterio de la Iglesia se realiza en la historia bajo la forma de un pueblo. La Iglesia pueblo de Dios peregrina en la historia, camina junto a Jesús resucitado, animada por su Espíritu. Somos un pueblo en camino y todo el pueblo de Dios está llamado a anunciar la alegría del Evangelio: como bautizados somos corresponsables de hacerlo y para que esto sea verdaderamente posible necesitamos crecer en sinodalidad, es decir, en el caminar juntos, sin excluir a nadie. Francisco ha resumido el significado de este caminar juntos así: ‘En términos simples y sintéticos, podemos decir que la sinodalidad es un camino de renovación espiritual y de reforma estructural para hacer a la Iglesia más participativa y misionera, es decir, para hacerla más capaz de caminar con cada hombre y mujer irradiando la luz de Cristo’. Todo un programa dicho en forma muy breve: renovación, reforma, participación e irradiación misionera. ¡Caminemos juntos!”, animó el nuevo arzobispo.

 Inspiración

Citó Carrara marcando camino: “En la Bula de convocatoria al Jubileo, mirando nuestro dramático tiempo, Francisco propone un plan de acción que nos puede inspirar en nuestro caminar diocesano:

  • Que el primer signo de esperanza se traduzca en paz para el mundo.
  • Mirar el futuro con esperanza es que aumente el deseo de transmitir vida, frente a la disminución de la natalidad.
  • Un camino de reinserción en la comunidad para los privados de libertad, a los que corresponda un compromiso concreto en la observancia de las leyes.
  • El cuidado de los enfermos, y de los que sufren patologías o discapacidades, que limitan notablemente su autonomía personal.
  • Cercanía a los jóvenes, que son la alegría y la esperanza de la Iglesia y del mundo.
  • Acogida y responsabilidad frente a los migrantes, exiliados, desplazados y refugiados, para que a nadie se le niegue el derecho a construir un futuro mejor.
  • El cuidado de los ancianos, especialmente de los que experimentan soledad y sentimientos de abandono.
  • No olvidar a los pobres que casi siempre son víctimas, no culpables.
  • Una comunidad cristiana que esté siempre dispuesta a defender el derecho de los débiles. Haciendo eco a la palabra antigua de los profetas, el Jubileo nos recuerda que los bienes de la tierra no están destinados a unos pocos privilegiados, sino a todos”.

 

Concelebraron Mons. Jorge Ignacio García Cuerva, Mons. Miroslaw Adamczyk, Mons. Alberto Bochatey y Mons. Oscar Ojea

Escucharnos

Monseñor Carrara abrió el mapa de la arquidiócesis marcando que “La Plata comprende los partidos de La Plata, Berisso, Ensenada, Magdalena y Punta Indio. Estamos llamados a discernir, ‘a la luz del evangelio y de la experiencia humana’, cuáles son los signos de nuestros tiempos que más necesitan ser transformados en signos de esperanza. Para ello, por mi parte tengo que escuchar mucho, para ir luego haciendo mi aporte como Pastor. Esto me entusiasma porque el camino sinodal empieza escuchándonos desde el corazón unos a otros, para ponernos juntos a la escucha del Espíritu Santo, el Espíritu que enciende la esperanza. Él nos impulsará a no quedarnos quietos, a no dejar que se estanque y se corrompa el agua de nuestro bautismo y a ser sembradores de esperanza, en el camino, al estilo de Jesús”.

Y cerró con una hermosa oración del beato cardenal Eduardo Pironio a Nuestra Señora de América:

Virgen de la esperanza,

Madre de los pobres,

Señora de los que peregrinan: óyenos.

Hoy te pedimos por América, el continente que tú visitas, con los pies descalzos,

ofreciéndole la riqueza del Niño que aprietas en tus brazos.

Un niño pobre, que nos hace ricos.

Un niño esclavo, que nos hace libres.

Nuestra Señora de Guadalupe Virgen de la esperanza:

América despierta.

Sobre sus cerros despunta la luz de una mañana nueva.

Es el día de la salvación que ya se acerca.

Sobre los pueblos que marchaban en tinieblas, ha brillado una gran luz.

Esa luz es el Señor que tú nos diste, hace mucho, en Belén, a medianoche.

Queremos caminar en la esperanza.

Madre de los pobres, hay mucha miseria entre nosotros.

Falta el pan material en muchas casas.

Falta el pan de la verdad en muchas mentes.

Falta el pan del amor en muchos hombres.

Falta el Pan del Señor en muchos pueblos.

Tú conoces la pobreza y la viviste.

Danos alma de pobres para ser felices.

Pero alivia la miseria de los cuerpos y arranca del corazón de tantos hombres el egoísmo que empobrece.

Señora de los que peregrinan: Somos el Pueblo de Dios en América.

Somos la Iglesia que peregrina hacia la Pascua.

Que los obispos tengan un corazón de padre.

Que los sacerdotes sean los amigos de Dios para los hombres.

Que los religiosos muestren la alegría anticipada del Reino de los Cielos.

Que los laicos sean ante el mundo testigos del Señor resucitado.

Y que caminemos juntos con todos los hombres y mujeres, compartiendo sus angustias y esperanzas.

Que los pueblos de América vayan avanzando hacia el progreso por los caminos de la paz en la justicia.

Nuestra Señora de América: ilumina nuestra esperanza, alivia nuestra pobreza, peregrina con nosotros, hacia el Padre.

Así sea.

 

Monseñor Carrara, al finalizar la misa, dio la bendición final otorgando la indulgencia plenaria a los presentes que estuvieran en condición de recibirla, entre aplausos y vivas.

¿Quiénes participaron de esta ceremonia?

Cientos y cientos y cientos de laicos y laicas, más de 100 sacerdotes que llegaron de varias diócesis argentinas y unos 40 obispos entre los cuales se encontraban los auxiliares locales Alberto Bochatey, Federico Wechsung y Jorge Esteban González, y los monseñores Iván Dornelles, Alejandro Pardo, Pedro Cannavó, Oscar Ojea, Jorge García Cuerva, Santiago Olivera, Jorge Torres Carbonell, Maxi Margni, Raúl Pizarro, Eduardo Redondo, Jorge Vázquez, Carlos Tissera, Damián Nannini, Carlos Azpiroz Costa, Jorge Lugones, Luis Fernández, Ernesto Giobando, Sergio Fenoy, Martín Fassi, Mauricio Landra, Hugo Salaberry, Eduardo Horacio García, entre otros.

 

 

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