El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Ojea, se expresó en el día de hoy sobre la acuciante situación que atraviesan comedores y merenderos que dan de comer a gran parte del 57,4% de pobres de la Argentina: “Cuando viene gente adulta tiene que vencer una barrera de vergüenza natural que produce asistir a un comedor donde generalmente hay chicos. Nosotros ya tenemos adultos en los comedores y es un termómetro que marca la necesidad. En algunos comedores del gran Buenos Aires, donde había 50 personas, ahora hay más de 100. Señalo esta situación, porque los sacerdotes que trabajan en los barrios carenciados, que tienen un conocimiento importante del territorio, lo viven con mucha claridad, con cotidianeidad”.
El durísimo y dolorosísimo porcentaje de pobres en la Argentina surgió de los estudios e investigaciones sistemáticas que realiza el Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Universidad Católica Argentina (UCA). Los últimos datos fueron difundidos hacia mediados de febrero de 2024:
- Indigencia: 15%
- Pobreza: 57,4%
Según el ODSA, el aumento en ambos indicadores se constató en los hogares de clases trabajadoras o medias no beneficiarias de programas sociales.
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El contexto
Desde el Ministerio de Capital Humano de Nación se está llevando a cabo un proceso de “reasignaciones” —que revisa los casos, pide documentaciones, considera a quiénes reciben y distribuyen los fondos — de los distintos y variados programas sociales de los cuales eran beneficiarios distintos organismos nacionales, provinciales y municipales, movimientos sociales, Iglesias, ONGs. Este proceso de revisión está retardando —y, en muchos casos, suspendiendo— la llegada tanto de alimentos como de dinero para que los comedores y merenderos puedan continuar con su tarea. La altísima inflación que padece la Argentina desde hace tantos años —20,6% en enero de este año—, y acentuada desde los últimos meses, vuelve todo más preocupante. Mientras tanto, los vecinos que se acercan a llevar sus viandas o a compartir almuerzos y cenas en comunidad en las barriadas más pobres, cada vez son más.
Con este marco tan complejo y de revueltas aguas sociales, monseñor Ojea puso foco en las acciones puntuales y sus efectos en la vida de los argentinos que más sufren a situación: “La Iglesia termina siendo defensora de que todos puedan comer. Para hacer llegar el pan a los barrios es necesario no discontinuar a los grupos ya existentes que están trabajando (…) Todo lo que atente a que los bienes primarios, como son los alimentos, no lleguen a nuestra gente no es bueno. Este es el modo concreto como están llegando actualmente a la gente. En el caso de que se quiera hacer un proceso de cambio, hay que hacerlo de otra manera, sin discontinuar”.
Esta nota ha sido elaborada sobre la base de la entrevista publicada en el día de hoy en el portal de noticias Infobae.
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