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Argentina ya tiene una nueva Basílica Menor: Nuestra Señora de la Consolata en tierras sampachenses

Este lunes 10 de junio, en la localidad de Sampacho, provincia de Córdoba en Argentina se celebró la misa en la que se elevó a basílica el santuario de Nuestra Señora de la Consolata. Es la basílica N° 48 en la tierra natal del Papa Francisco.

 

Fue una auténtica fiesta popular: flores, canciones, banderas y mucha alegría. La misa fue presidida por el cardenal argentino y cordobés Ángel Sixto Rossi SJ y concelebraron el obispo de Río Cuarto monseñor Adolfo Uriona; el arzobispo de Rosario monseñor Eduardo Martín; el obispo de Quilmes monseñor Carlos “Cacho” Tissera; monseñor Ricardo Araya, obispo de Cruz del Eje; monseñor José Vicente Conejero Gallego, obispo de Formosa; monseñor Raúl Martín, obispo de La Pampa; el obispo de San Francisco, monseñor Sergio Buenanueva y monseñor Gabriel Barba, obispo de San Luis, junto a más de 40 sacerdotes. Compartieron el altar 8 diáconos, 10 seminaristas y 2 monaguillos.

 

 

Una homilía maternal

En su homilía el cardenal Rossi se centró en la maternidad en ternura de la Virgen de la Consolata y en lo que significa llegarnos como hijos hasta la basílica en busca de consuelo: “Permitámosle a la Virgen abrazar nuestra vida. (…) Ella es el rostro femenino de Dios que ama a todos y pide especialmente por los más pequeños, pide por los pobres, aquellos que tienen la vida atribulada, la vida precaria y amenazada. En los momentos de abatimiento y debilidad, esos momentos en que tocamos el límite, en que no sabemos cómo seguir, es cuando tenemos más cerca a la Virgen para exponerle todos nuestros pesares frente a las fragilidades, frente a nuestros despojos y nuestros pecados”.

Venimos a tu casa a rezar” —continuó—: “el santuario-basílica está llamado a alimentar la oración del peregrino en el silencio de su corazón. Y aquí la Virgen María abre el abrazo de su amor para escuchar la oración de cada uno de nosotros. Decía nuestro Atahualpa Yupanqui: ‘Las cosas que son sagradas / no se deben manosear / cada uno tiene su altar/ en el corazón guardado / y ha de llevar muy callado / dónde y cuándo ha de rezar’”.

“Pero no tenemos que olvidar, como nos recuerda san Pablo, que somos consolados para poder consolar, que hemos heredado de Cristo resucitado el oficio de consolar, para darle una manito en esto de acompañar en el dolor, de secar alguna lágrima, de ayudar a curar alguna herida. Venimos a la casa materna a juntar fuerzas porque allá afuera hay un mundo doliente del que no nos podemos desatender, un mundo que nos concierne y que nos necesita. De aquí salimos enviados, misionados para llevar tu consuelo a nuestros hermanos y hermanas, especialmente a los más cascoteados en esta vida”, reflexionó el cardenal argentino poniendo el acento en que siempre “el otro” es que nos completa en el camino espiritual y también en el concreto.

Presencias y gestos

El Papa Francisco, a través de una carta con la firma del sustituto de la Secretaría de Estado de la Santa Sede, monseñor Edgar Peña Parra, envió un saludo para esta ocasión tan especial; el cardenal argentino y cordobés también, monseñor Víctor Fernández, con formato de video se hizo presente para expresar su alegre cercanía con este evento; y el obispo local, monseñor Uriona, bendijo las placas recordatorias y el escudo basilical.

 

Una fe que llegó desde Italia

La devoción a la Virgen de la Consolata llegó a esas tierras a fines del siglo XIX de manos de los inmigrantes del Piamonte italiano junto a frailes franciscanos que acompañaron aquellos viajes de promesas de una vida mejor. Luego esa fe mariana fue haciendo nido hasta que el 10 de junio de 1934 un fuerte terremoto asoló ese pueblo… y no hubo víctimas fatales. Esa gracia de no haber perdido vidas fue atribuida a la presencia de Nuestra Señora de la Consolata y de ahí que cada 10 de junio se inicia la Novena en honor a la Virgen que finaliza los 20 de junio con misa y encuentro fraterno en el que nunca falta el chocolate caliente para todos los vecinos y peregrinos.

Gracias, gracias

El rector de la basílica, presbítero Osvaldo Leone, al finalizar la misa tuvo sentidas palabras de agradecimiento: “Quiero agradecer en primer lugar a Dios por todo lo que ha hecho en nuestras vidas, y a Nuestra Madre Santísima, Nuestra Señora de la Consolata, a quien tanto le debemos: Ella nos ha regalado esta gracia. Y la adoración eucarística perpetua, las 24 horas desde hace casi 11 años. Y hace ya casi 11 años que iniciábamos la gestión para la declaración de basílica estando monseñor Eduardo [Martín] como obispo y continuó inmediatamente monseñor Adolfo [Uriona]. Adoración perpetua a Jesús, el rey de esta casa, y a la Virgen que nos señala el camino. Esta declaración tiene que ser para todos los sampachenses y más allá de las fronteras una renovación de la fe que nos anime en el compromiso, en la vida del Evangelio de Jesús. Sino… ¿para qué? Ella nos defiende de la lucha contra el mal, la que consuela y acompaña. Nos rendimos a tus pies porque vos no llevás a Jesús directamente. Gracias, Madre amada”. Luego agradeció a los obispos, todo el clero; a las comunidades, los vecinos y parroquianos; a las autoridades de las fuerzas vivas que apoyaron de maneras tan diversas, con mucho y verdadero cariño.

La fiesta terminó con música, chocolate caliente y bizcochos para los miles que participaron de la celebración. Seguramente la Madre Consolata se alegró y mucho junto a su pueblo fiel.

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