ADN Celam. Decidir vivir en función de los otros es algo que conduce a la santidad. De eso fue ejemplo Artémides Zatti, el laico salesiano nacido en Italia pero que recorrió el camino de la santidad en la Patagonia Argentina, para donde emigró con su familia cuando tenía 17 años.
Nacido en Italia, una vida entregada en la Patagonia
Tras reconocer un nuevo milagro, el papa Francisco ha decretado que sea reconocido como santo aquel que nació el 12 de octubre de 1880 en la localidad italiana de Boretto y fallecido el 15 de marzo de 1951 en Viedma, en la Patagonia argentina.
Su compromiso por los enfermos surgió en 1902 tras curarse de la tuberculosis. Convencido de la intercesión de la Virgen María, decidió renunciar a su vocación sacerdotal, para la que se preparaba como seminarista salesiano, para dedicarse a la asistencia de los enfermos.
Hospital y bicicleta
La vida de Artémides Zatti estuvo unida al hospital de Viedma, donde fue vicedirector, administrador y enfermero, y a la bicicleta con la que diariamente visitaba a los enfermos, siendo recibido con cariño en todas las casas donde llegaba.
El nuevo santo es beato desde 2002, cuando fue reconocido el milagro de la curación de gangrena del seminarista salesiano Carlos Bosio. Esta vez, el milagro del italiano que se hizo santo en Argentina sucedió en Filipinas, donde en 2016 se dio la curación inexplicable de un hombre que sufrió un ictus isquémico, que fue colocado bajo la intercesión del entonces beato. Se trata del primer laico salesiano canonizado, algo que ha llenado de alegría a los hijos de Don Bosco.
Declarado venerable el primer obispo de Moyobamba
A camino de los altares también está otro europeo que se hizo santo en América Latina, en este caso en la Amazonía peruana, donde fue el primer obispo de la Prelatura de Moyobamba. Se trata del obispo pasionista Martino Fulgencio Elorza Legaristi, nacido el 30 de diciembre de 1899 en el municipio guipuzcoano de Elgueta, España, y fallecido en 1966 en Lima, Perú.
En su trabajo misionero, el nuevo venerable siervo de Dios, se dedicó a la evangelización de esta región de la Amazonía, recorriendo grandes distancias a pie, a caballo o en canoa, dotando de las primeras infraestructuras a la Prelatura que le fue confiada.
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Ser reconocido como venerable siervo de Dios, es el primer paso para la santidad, antes de la beatificación y canonización, último paso en el camino de santidad.
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