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“Cada niño por nacer es un signo de esperanza”, mensaje de la Iglesia ecuatoriana en el Día del Niño por Nacer - ADN Celam

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“Cada niño por nacer es un signo de esperanza”, mensaje de la Iglesia ecuatoriana en el Día del Niño por Nacer

Cada 25 de marzo, en la Solemnidad de la Anunciación, la Iglesia Católica celebra el Día del Niño por Nacer. Con este motivo la Comisión Episcopal de Laicos y el Programa de Vida y la Familia de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, emitió un mensaje deseando que este sea un momento de reflexión y compromiso con la vida.

Con el titulo “En este año jubilar, caminemos como peregrinos de vida, defendiendo a cada niño por nacer hacia un futuro de esperanza”, la Iglesia ecuatoriana reafirma su misión de defender la vida desde la concepción y de acompañar a las familias en este camino de esperanza y fe.

Día del Niño por Nacer

En el mensaje, se explica que este Día del Niño por Nacer, se trata de una jornada en la que se reafirma la defensa de la vida desde la concepción y se hace un llamado a la sociedad para reconocer la dignidad de los más indefensos.

En este Año Jubilar, la Iglesia invita a caminar como peregrinos de vida, impulsando un futuro de esperanza para cada ser humano que inicia su existencia en el vientre materno.

Recordando las palabras del Papa Francisco: “El nacimiento de los hijos refleja la esperanza de un pueblo; cuando nacen pocos, disminuye la confianza en el futuro. Por eso, cada niño por nacer es un signo de esperanza”, la Comisión Episcopal de Laicos asegura que en este contexto donde diversas legislaciones promueven la interrupción del embarazo, la Iglesia insiste en proclamar que toda vida es un don sagrado y que su protección es una responsabilidad colectiva.

“Alzar la voz por aquellos que no tienen voz

Frente a un mundo donde los derechos del no nacido suelen ser ignorados, la Iglesia levanta la voz por quienes no pueden hacerlo: “Hoy más que nunca, se hace necesario alzar la voz por aquellos que no tienen voz, y que no pueden defenderse. La Iglesia enseña que el aborto no es ni puede considerarse un derecho, ni tampoco una solución a los problemas, pues toda vida tiene un valor inestimable desde el momento de la concepción”.

La Sagrada Escritura lo reafirma en palabras del profeta Jeremías: “Antes de haberte formado yo en el seno materno, ya te conocía” (Jeremías 1,5). No obstante, la postura eclesial no se limita a una defensa estricta de la vida. También reconoce el sufrimiento de muchas mujeres que, enfrentando circunstancias extremas, se ven tentadas a tomar esta decisión.

En este sentido, la Iglesia exhorta a la protección de la vida, pero al mismo tiempo, extiende su mano con comprensión y misericordia a quienes han atravesado esta difícil experiencia: “La Iglesia es madre y, como tal, no solo defiende la vida, sino que también ofrece esperanza y misericordia a quienes han pasado por el dolor de un aborto. A quienes llevan en su corazón el peso de esta experiencia, les recordamos que no hay pecado que Dios no pueda perdonar. Su amor es infinito, y en Él siempre hay un camino de sanación, restauración y paz”.

Camino de Esperanza

El Jubileo 2025, bajo el lema “Peregrinos de la esperanza”, se presenta como una oportunidad para la conversión y la reconciliación. Aquellos que han experimentado el dolor de un aborto, ya sea de manera directa o indirecta, pueden encontrar en la fe un camino de sanación y restauración.

La Iglesia recuerda que el amor de Dios no tiene límites y que siempre existe una oportunidad para comenzar de nuevo.

Así como un peregrino avanza con la mirada puesta en su destino, aquellos que buscan el perdón divino pueden recorrer un camino de reconciliación, confiando en la misericordia infinita de Dios: nadie está excluido del amor divino, y toda herida puede ser sanada si se busca con sinceridad.

Actos de amor y misericordia

En el marco del Año Jubilar, la Iglesia invita a todos los fieles a renovar su compromiso con la defensa de la vida. La oración, los pequeños sacrificios y las acciones en favor de los niños por nacer y sus familias se convierten en testimonios vivos de esperanza: “Cada acto de amor y misericordia cuenta en el designio de Dios, y será tomado en cuenta cuando nos presentemos ante Su presencia”.

En este contexto, la Iglesia en Ecuador confía en la intercesión de la Virgen María, Madre de la Vida, para que proteja a cada niño por nacer, acompañe a las madres que enfrentan dificultades y fortalezca a quienes trabajan en la defensa de la vida: “Que nuestro testimonio sea una luz de esperanza en el mundo y un reflejo del amor infinito de Dios”.

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