“No tengan miedo, yo estoy con ustedes”. Con estas palabras inició su homilía el Cardenal Carlos Aguiar Retes, durante la Eucaristía inaugural del 27º Congreso Interamericano de Educación Católica, animando a los líderes de la escuela católica a afrontar la adversidad de la mano de Jesucristo. “El encuentro con el resucitado, nos anima ser valientes ante las dificultades”, dijo, mencionando algunos de los grandes retos contemporáneos como el cambio climático y la amenaza de un desastre nuclear.
El Arzobispo Primado de México recordó la importancia de “no ceder en nuestras convicciones como educadores católicos”, subrayando, además que “no es por nuestros conceptos y doctrinas que evangelizamos, sino por nuestro testimonio atractivo y convincente”.
“Necesitamos caminar juntos”
“La educación no es solo transmitir conocimientos, es compartir experiencias de vida a la luz de esos conocimientos”, concluyó el purpurado, apelando al sentido etimológico de la palabra “educar” (educare, educere), y acentuando que “si bien la transmisión de conocimientos es indispensable, necesitamos ‘caminar juntos’, sinodalmente”.
La Eucaristía inaugural marcó el final de la primera jornada del Congreso, y fue concelebrada por Mons. Miguel Cabrejos Vidarte, Presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) y por Mons. Alberto Lorenzelli, SDB, obispo responsable de la educación católica en Chile.
Conferencias y charlas Ted
Durante la primer jornada algunos conferencistas internacionales como Romina Kazman y Elisa Guerra abordaron la agenda 2030 y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible en sinergia con el Pacto Educativo Global, la primera. Mientras que la segunda se refirió a “los futuros de la educación: aprender a transformarse”.
También se realizaron dos charlas Ted, una sobre la cuestión de la sostenibilidad y la educación, por parte de Ernesto Núñez, y otra en torno a la necesidad de una “educación responsable”, por Javier García Cañete.
Por otra parte, la intervención del joven Bruno Segura, de 12 años, quien se ha presentado como precursor de su propio aprendizaje (autodidacta), y ha compartido su experiencia de aprender a partir de intereses significativos y de la importancia de despertar la curiosidad, mereció el reconocimiento de los asistentes.
El festival “Alégrate”, que apeló al valor de la lúdica como mediación educativa, marcó el final de las actividades del día.
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