«Querido Papa Francisco, ahora te pedimos a ti que reces por nosotros y que desde el cielo bendigas a la Iglesia, bendigas a Roma, bendigas al mundo entero, como hiciste el pasado domingo desde el balcón de esta Basílica en un último abrazo con todo el Pueblo de Dios, pero idealmente también con la humanidad que busca la verdad con corazón sincero y mantiene en alto la antorcha de la esperanza», afirmó el cardenal Giovanni Battista Re decano del Colegio cardenalicio.
El purpurado presidió la ceremonia de exequias unido a más de 200 cardenales que integran el colegio cardenalicio. Junto al pueblo de Dios, acompañaron el féretro de madera y zinc en el que reposó el Papa Francisco hasta su última morada en la Basílica de Santa María la Mayor.
Este 26 de abril se dio cumplimiento a las disposiciones de Francisco que simplifican los ritos que hacen parte del funeral de los pontífices.
Una ceremonia multitudinaria
La ceremonia duró aproximadamente dos horas, se efectuó en una mañana soleada de Roma. A las 10 doblaron las campanas de la Basílica de San Pedro, después de seis días de que el Papa Francisco hiciera su última aparición pública en el mismo lugar para dar la bendición Urbi et Orbi que marca el inicio de la Pascua y que este año, sorprendió con la noticia de su fallecimiento el 21 de abril a los 88 años.
El cardenal Re inició la homilía, agradeciendo la presencia de 148 delegaciones diplomáticas de diferentes países, 50 jefes de estado y 400 mil personas situadas en la plaza de San Pedro, la vía de la conciliación y los alrededores del Vaticano. Sin olvidar, los millones que siguieron la ceremonia gracias a la transmisión por televisión y redes sociales.
Ante los presentes, el cardenal Re destacó los principales aspectos de su pontificado. ”La masiva manifestación de afecto y participación que hemos visto en estos días, después de su paso de esta tierra a la eternidad, nos muestra cuánto ha tocado mentes y corazones el intenso pontificado del Papa Francisco”, afirmó consciente de que muchos de los presentes se despidieron de él en privado, frente al baldaquino de Bernini durante el tiempo destinado a la capilla ardiente.
Puertas abiertas
Analizando su vida Re dijo que cuando el Cardenal Bergoglio fue elegido por el Cónclave que sucedería a Benedicto XVI, el 13 de marzo de 2013, llevaba sobre sus hombros años de vida religiosa en la Compañía de Jesús y, sobre todo, estaba enriquecido por la experiencia de 21 años de ministerio pastoral en la Arquidiócesis de Buenos Aires, primero como Auxiliar, luego como Coadjutor y después, como Arzobispo.
Un camino que según explicó, lo preparó desde lo espiritual y pastoral para asumir su misión como vicario de Cristo. “El hilo conductor de su misión fue la convicción de que la Iglesia es una casa para todos; una casa de puertas siempre abiertas“.
Por eso, habló de las imágenes que el Santo Padre solía utilizar para referirse a la Iglesia. Una de ellas era el “hospital de campaña”, porque uno de sus anhelos era que los creyentes contaran con una “Iglesia determinada y deseosa de hacerse cargo de los problemas de las personas y los grandes males que desgarran el mundo contemporáneo; una Iglesia capaz de inclinarse ante cada persona, más allá de todo credo o condición, sanando sus heridas“.
Prueba de ello, “fueron sus innumerables gestos y exhortaciones a favor de los refugiados y desplazados. También fue constante su insistencia a favor de los pobres“, porque su preocupación eran las periferias, las geográficas y las existenciales.
Peregrino de esperanza
Aspecto que se hizo visible en sus pronunciamientos, gestos y la organización de sus viajes apostólicos. “Es significativo que el primer viaje del Papa Francisco fuera a Lampedusa, isla símbolo del drama de la migración con miles de personas ahogadas en el mar. En la misma línea fue el viaje a Lesbos, junto con el Patriarca Ecuménico y el Arzobispo de Atenas, así como la celebración de una misa en la frontera entre México y Estados Unidos, con ocasión de su viaje a México“.
47 viajes apostólicos que permanecerán en la historia y de los que destacó el realizado a Irak en 2021, que por las condiciones políticas y religiosas le implicaron diversos riesgos que nunca lo alejaron de su objetivo.
“Esa difícil Visita Apostólica, fue un bálsamo sobre las heridas abiertas de la población iraquí, que tanto había sufrido por la obra inhumana del ISIS. Fue también un viaje importante para el diálogo interreligioso, otra dimensión relevante de su labor pastoral”, comentó.
Y es que para Francisco “la guerra siempre deja al mundo peor de como estaba, se trata de una derrota dolorosa y trágica“. De ahí, que se ocupara de construir puentes y no muros. Una invitación que repitió muchas veces porque su servicio a la fe como sucesor del Apóstol Pedro, estuvo siempre unido al servicio del hombre en todas sus dimensiones“.
Así, ante realidades como el auge de “la cultura del descarte”, habló de la cultura del encuentro y de la solidaridad, logrando que el tema de la fraternidad atravesara su pontificado.
Una voz por la paz
“Frente al estallido de tantas guerras en estos años, con horrores inhumanos e innumerables muertos y destrucciones, el Papa Francisco elevó incesantemente su voz implorando la paz e invitando a la sensatez, a la negociación honesta para encontrar soluciones posibles, porque la guerra—decía— no es más que muerte de personas, destrucción de casas, hospitales y escuelas“.
Por eso, al finalizar su homilía, el cardenal Re aseguró que ahora cuando Francisco ha pasado a la eternidad, hemos de entregarlo a la presencia divina del Padre. “En unión espiritual con toda la cristiandad, estamos unidos para rezar por el Papa Francisco, para que Dios lo acoja en la inmensidad de su amor”, deseando con fe que sea Él quien ore por nosotros.
Habían pasado más de cien años antes de que la tumba de un Papa estuviera fuera del Vaticano, el último fue León XIII en 1903, pero ese fue su deseo, Francisco quería descansar en tierra, en una tumba sencilla marcada con su nombre en latín. Allí permanecerá junto a la Madre, la Salus Populi Romani, ante la que siempre oraba antes y después de un viaje, allí descansará Franciscus.
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