La sinodalidad es difícil ponerla en práctica, algo reconocido por el cardenal Mario Grech en su intervención en livestream en el Congreso Raíces y Alas, que reúne a los líderes de la Pastoral Hispana de Estados Unidos en Washington de 26 a 30 de abril.
Necesidad de comunión
Según el secretario del Sínodo de los Obispos, solo podremos crecer en sinodalidad si hay comunión entre nosotros. Esa no es una tarea fácil, ha reconocido el purpurado, inclusive para alguien que es cristiano y para cualquier comunidad, inclusive la católica. Por ello ha insistido en que si queremos crecer en sinodalidad tenemos que amarnos unos a otros. Esa sinodalidad es algo personal y comunitario, algo que mantiene la esperanza en la misión de la Iglesia, haciendo ver a los participantes de “Raíces y Alas” que “necesitamos ser misioneros y esto no es una opción, porque nuestro Señor nos envió a todos para comunicar la Buena Nueva”.
Ese crecer en sinodalidad tiene diferentes motivos, según el cardenal Grech, siendo el primero el hecho de que la sinodalidad puede ayudar a avanzar en cómo implementar la Palabra de Dios. Si queremos entender la Palabra de Dios tenemos que crecer en sinodalidad, pues eso supone una gran diferencia, resaltaba. Conocer y anunciar la Palabra de Dios, pues estamos destinados a compartirla con los otros, en palabras del cardenal.
La Iglesia es misionera
El secretario del Sínodo de los Obispos ha insistido en que la Iglesia es misionera y no debería parar de proclamar la Palabra, resaltando que, al hablar de la Iglesia, eso incluye a cada uno, y que, si no somos misioneros, algo malo está pasando en la Iglesia. Un anuncio que deben entender los que están recibiendo esa Palabra, con sus alegrías y sus miedos, de forma que la sinodalidad haga posible traducir la Palabra de Dios en palabras y símbolos que sean entendidos por el hombre contemporáneo.
Otra razón por la que necesitamos la sinodalidad, según el cardenal Grech, es porque no podemos proclamar el Evangelio nosotros solos, necesitamos hacerlo juntos. Si somos uno, si tenemos una sola alma, resaltó el purpurado, somos una fuerza mayor para proclamar la Palabra de Dios, y al hacerlo con fuerza damos la posibilidad de que los otros lo experimenten. Si los hombres y mujeres ven que somos uno compartiendo la Palabra de Dios, entonces seremos más efectivos, insistió. Eso lleva a superar las diferencias, a crecer en lazos que conducen a una mejor proclamación de la Palabra.
Sean mensajeros de la sinodalidad
Invitando a los participantes del Congreso a que sigan con sus reflexiones y sus oraciones, a estar abiertos al Espíritu, les ha hecho ver que Dios les necesita, la Iglesia les necesita. Desde ahí les ha instado a que sean mensajeros de la sinodalidad en sus iglesias. Un convite con especial vigor en este tiempo en que la Iglesia universal está convocada por el Papa Francisco a participar del Sínodo, también las Iglesias en las que los participantes del Congreso viven su fe, sus diócesis y parroquias, donde les ha hecho ver nuevamente la necesidad de ser ministros, misioneros de sinodalidad.
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Desde ahí les ha llamado a incorporarse y hacer que otros se incorporen al proceso sinodal en esta fase local, para que cada uno contribuya al bienestar de la Iglesia y de la humanidad. Un proceso que no tiene final, pues no hay una fecha en la que la Iglesia completará este proceso, dado que, por ser un proceso, siempre va a avanzar hacia adelante. Se trata de una llamada para cada uno de nosotros, resaltó el cardenal, que invitó a asumir esta llamada y entrar en este proceso de renovación de la Iglesia.
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