El 6.° Congreso Misionero Americano (CAM6) concluyó este domingo con una Eucaristía de clausura presidida por el Cardenal Baltazar Porras Cardozo, en la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico. Durante la ceremonia, celebrada en la solemnidad de Cristo Rey, el Cardenal instó a los misioneros a volver a sus comunidades con el compromiso de transmitir lo aprendido durante el Congreso, recordando que el reinado de Jesús se funda en la pasión, el servicio y la humildad. Alentó a vivir con coraje y determinación siguiendo las huellas de Cristo, preocuparse por el prójimo y a hacer de la misión evangelizadora una respuesta concreta a las necesidades de los demás.
La jornada final fue especial para la juventud puertorriqueña. Más de 600 jóvenes marcharon desde el casco histórico de Ponce hasta el recinto universitario, donde participaron en la Jornada Nacional de la Juventud y la Eucaristía de cierre.
En su homilía, el Cardenal Porras instó a los misioneros a regresar a sus comunidades a transmitir el mensaje del Evangelio con esperanza, convertidos en “mejores misioneros del tesoro de la gracia recibido para darlo sin medida a quien lo necesite”.
“O nos salvamos todos o no se salva nadie”
“El Congreso no concluye aquí, volvemos a nuestros países, a nuestras comunidades, para trasmitir lo que hemos recibido”, señaló, e inspirándose en las palabras del Papa Francisco en Fratelli Tutti, recordó que “la ayuda mutua entre países en realidad termina beneficiando a todos. Un país que progresa desde su original sustrato cultural es un tesoro para toda la humanidad. Necesitamos desarrollar esta conciencia de que hoy o nos salvamos todos o no se salva nadie”. “En el contexto de la evangelización misionera, sin proselitismos, solamente como portadores de bien espiritual y esperanza, esta palabra se convierte en un mandato ineludible”, resaltó la autoridad eclesial.
Refiriéndose a la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, al final del año litúrgico y en vísperas de comenzar el tiempo del Adviento y la Navidad, el Cardenal invitó a repetir el aguinaldo puertorriqueño que canta: “No hay caminos sin abrojos, sin penas ni sacrificio. Porque el amar es oficio que anega siempre los ojos. Y si míseros despojos del alma suelen quedar, de tanto sentir y amar, de tanto llorar por ella, atrás no busque la huella… Se hace camino al andar”.
“El camino es empedrado, pero nuestra misión es sembrar la semilla, el Señor es quien da el incremento”, señaló, alentando a asumir la tarea con alegría y en comunidad.
Cristo es nuestro centro
Reflexionando sobre la lectura del profeta Daniel, invitó a los fieles a reconocer a Jesús como el centro de sus vidas, alejándose de los “cantos de sirena” que distraen de lo esencial: “Preocuparnos por el prójimo, por quienes están a nuestro lado y no queremos verlos”.
El purpurado resaltó la necesidad de preocuparnos por quienes están a nuestro lado, especialmente aquellos que carecen de lo necesario para vivir con dignidad y con derechos iguales a los nuestros: “Que el sueño de Daniel se convierta también en cada uno de nosotros en esa capacidad de soñar para enamorarnos del bien, para ser seguidores y difusores de la belleza del Evangelio, para que la esperanza de la fraternidad y la justicia se enseñoreen del mundo, y no las guerras y las divisiones, los odios y las mezquindades, que conducen a una mayor injusticia y desigualdad”.
El cardenal también rememoró el Documento de Aparecida, recordando que “por nuestra adhesión radical a Cristo en el bautismo nos hemos comprometido a procurar que la fe, plenamente anunciada, pensada y vivida, llegue a hacerse cultura”. El sueño del Evangelio por la humanidad –expresó el cardenal Porras– se basa en la justicia, la solidaridad, la paz y la fraternidad.
Tras las huellas de Jesús
Sobre el Evangelio de Juan, recalcó cómo Jesús desafió las expectativas terrenales del poder, optando por un liderazgo basado en el amor, el sacrificio y el servicio: “El reinado de Jesús pasa por la pasión, por el servicio, por la humildad de montarse en un burrito y no en un corcel como los emperadores triunfantes al volver de los combates”.
“Todos tenemos la tentación de huir de las cruces que nos da la vida. Delante de Jesús, tengamos el coraje de encontrar en él la fuerza para no dejarnos engañar por las modas, por el consumismo, por el individualismo que paraliza”, alentó el cardenal Porras, pero también advirtió que “ir contracorriente no es fácil ni agradable, es ir tras las huellas de Jesús que nos dejó su ejemplo”.
En este contexto, puso de ejemplos sublimes a San Francisco de Asís y los misioneros que dejaron todo para promover “la cultura de la fraternidad y el servicio”. También mencionó al beato puertorriqueño Carlos Manuel Rodríguez Santiago, “hombre de a pie, que está en los altares por su entrega total e incondicional a la causa del Evangelio y al servicio de los prójimos que le tocó servir y atender a pesar de las limitaciones de su salud”. Al respecto, los obispos de Puerto Rico han enviado una carta al Papa Francisco solicitando la apertura del proceso de canonización de este beato, cuya reliquia acompañó a los congresistas durante el CAM6.
Mejores Misioneros
“Estoy seguro de que en cada una de las diócesis de donde han venido ustedes, queridos congresistas, hay ejemplos palpables. Algunos estarán en los altares reconocidos por la Iglesia, otros son parte de los miles de hombres y mujeres fieles que han sostenido y sostienen la fe de nuestras familias y de nuestras comunidades”, dijo el Cardenal, motivando a no quedarse en admirar sus virtudes, sino hacer de ellos una “semilla fecunda que nos haga más y mejores misioneros”.
El purpurado recordó las palabras del Papa Francisco, invitando a los misioneros a tener “pasión por la verdad” y a vivir en el Reino de Jesús: “Tengan pasión por la verdad, para que con sus sueños puedan decir: mi vida no es esclava de las lógicas de este mundo, porque reino con Jesús por la justicia, por el amor y la paz”, citó.
En sus intenciones, el cardenal pidió por la Iglesia que peregrina en Puerto Rico, “por el ejemplo que nos han dado y la hospitalidad que nos han brindado. Que el Señor y la Virgen de la Divina Providencia sigan siendo el soporte de la fe de este pueblo que se ha convertido en plataforma de bien para que seamos mejores misioneros a donde nos lleve las vicisitudes de la vida cotidiana”.
También agradeció al Papa Francisco la bendición Apostólica que se impartió en su nombre al final de la celebración; “que sea mensajera de las gracias celestiales, que deseamos que pertenezca a todos los Sagrados Prelados, a todo el clero, religiosos hombres y mujeres, a las autoridades y a toda la comunidad de fieles cristianos”, concluyó.
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