El Evangelio de hoy domingo 30 de marzo de 2025 nos trae a la reflexión de la fe la parábola del hijo pródigo, una constelación de palabras en la que casi tocamos el rostro de Dios en la plenitud de su misericordia, fragmento evangélico que definitivamente nos devela la gloriosa luminosidad del corazón del Padre cuando el perdón reúne y ensancha horizontes.
El arzobispo de Córdoba, cardenal Ángel Rossi SJ celebró la misa en la Capilla Nuestra del Valle, del Barrio Villa Revol de la ciudad de Córdoba y en su homilía tuvo varias palabras clave: fiesta, esclavitud, liberación, chiquero, país lejano, fariseísmo, trastienda.
“Las lecturas de hoy» —comenzó– «nos ponen de frente a dos éxodos, dos peregrinaciones. La primera es la del pueblo de Israel que entra a la tierra prometida y hay fiesta, y, en el caso del hijo pródigo, el papá que le prepara al hijo la fiesta de la vuelta”, inició Rossi.
Ajos y cebollas
“Con mucha sabiduría, la liturgia nos muestra la fiesta que es hacia donde vamos, hacia la Pascua de la Resurrección. En el camino penitencial, en nuestras luchas de cada día, hace bien recordar hacia dónde vamos porque eso le da sentido a nuestros gestos.
”El éxodo de la salida de Egipto, va de la esclavitud del pecado a la tierra prometida que es la liberación. Y el desierto: un camino no fácil, arduo, un recorrido de 40 años. El desafío es dejar los ajos y las cebollas que eran el alimento de esclavitud. En el camino ‘nostalgiaron’ los ajos y cebollas… El pecado es olvidarse que esa era comida de esclavitud. No basta con salir, hay llegar. No basta huir de algo sino dirigirse hacia algo o alguien.
Del chiquerito a la casa del Padre
”El segundo éxodo es el que va desde la esclavitud —diríamos en criollo, ‘del chiquero’—, del país lejano, es la vuelta, es el paso del chiquerito a la casa de padre. Como nosotros, tiene que animarse a reconocer el país lejano personal cuando nos alejamos de Dios, como este hijo que pide la herencia en vida, lo cual es casi un descaro. El papá se lo concede.
”¿Cuál es mi país lejano? Cuando me alejo de la casa del Padre, cuando dejo de rezar, cuando quedo metido en mi mundo… ¿adónde me voy? Para algunos es ensimismarse, para otros es al revés, se dispersan… Hay que ponerle nombre a ese país lejano al que Dios nos invita a pegar la vuelta.
Movimiento y estatismo
”Es muy linda la expresión: me levantaré e iré cuando el hijo [menor] empieza a sentir el hambre. Levantar e ir son signo de movimiento.
”Contrario al hijo mayor que es un hombre estático, incapaz de conversión, que está enjaulado en la ley, soberbio, que cree estar en su sitio. Quizás no tiene pecados graves como sí tiene el hijo menor, pero vive sin amor. Es un calculador, un burócrata de la virtud, habla de novillos y cabritos mientras el papá, de un hijo encontrado, resucitado.
Contexto histórico
”Jesús con esta parábola le está respondiendo a los fariseos, los equipara al hijo mayor. El mayor habla de ley, de dureza, de castigo. El padre habla de perdón, misericordia, ternura.

Cardenal Ángel Sixto Rossi SJ (Imagen de archivo)
Contexto actual
”En el mundo de hoy, y quizás en muchas cosas se ha agudizado la dureza, el castigo, la guerra, la promesa de venganza, esta miserabilidad a la que, de a poquito, uno se va acostumbrando, sería bueno que no sea así, lo nuestro no pasa por ahí.
”El hijo mayor es un negociante del amor: da y reclama. Y es hasta mezquino para reclamar, pide un cabrito… Trabaja y pide recompensa, negocia su cariño, su afecto, su servicio, y lo peor de todo —descripción del fariseísmo— es que se cree bueno, mejor que los demás.
”Hay una veta nuestra farisea y hay formas de fariseísmo muy claras también en nuestro tiempo, es una práctica que desgraciadamente no se ha cortado, cuando comenzamos la lectura dice que los fariseos decían ‘mirá con quién come, mirá a la mesa de quiénes se sienta, mirá con quién conversa…’.
El Papa Francisco es cristiano
”Cuántas veces nosotros hemos escuchado esta frase referida al Papa Francisco: ‘mirá con quién conversa, mirá a quién recibe’. Exactamente la mismísima frase del Evangelio, con lo cual quedan claras nuestras posturas farisaicas, queda claro que el Papa es cristiano.
”El fariseo cuida la vidriera y disimula lo que tiene atrás, disimula el chiquerito que tiene atrás. El desafío es salir del chiquero, desmantelar la trastienda, trastienda incluso camuflada de bondad. Este es nuestro desafío en este tiempo.
Conversión
”Pidámosle humildemente al Señor una gracia, no se hace solo con la voluntad, primero para ponerle nombre a ese país lejano, a ese chiquerito de corazón, y que nos dé fuerzas para eso, para desmantelar la trastienda y para la conversión que es caer en la cuenta de que no estamos en nuestro sitio, que nuestra lógica no es la suya, que nuestros sentimientos desentonan con los sentimientos del Señor, que nuestros pasos no están sincronizados con el paso del Señor. La conversión significa ‘cambiar de ruta’, de cabeza, de corazón, de mirada. La conversión no es un pequeño ajuste, no es un retoque de la fachada, no es un pequeño cambio que no moleste demasiado sino que es algo que cambia radicalmente nuestra vida. La conversión es un evento pascual, es un paso de la esclavitud a la libertad, es un rechazo del pasado y una apertura hacia el futuro”.
Pronzato, De Melo, Fares, Francisco y Peguy
El cardenal Rossi citó a Pronzato quien, estando con un amigo “viendo a uno que llegaba, le dice ‘ese hombre es un converso’. Y Pronzato le pregunta: ¿cuántas veces?”. “Vivimos microconversiones a lo largo de la vida porque volvemos a patinar, o nostalgiamos el país lejano y volvemos a chiqueritos que pensamos que ya habíamos desterrado”, completó.
”Anthony De Melo siempre contaba” —continúa Rossi en su homilía– “que ‘yo le hablaba al Señor pero no lo miraba a la cara porque tenía miedo de que me reprochara algo del pasado, o que me iba a exigir algo que no me da el cuero llevar a cabo. Un día junté fuerza y lo miré. No había en su mirada ni reproche ni exigencia, su mirada se limitaba a decirme «te quiero». Me quedé un largo rato y allí seguía el mismo mensaje: «te quiero». Como Pedro, salí afuera y lloré”.
“El padre Diego Fares nos revela cómo es el corazón del Padre: ‘se ve que todos, hasta los sirvientes, estaban maravillados, no sabían que el patrón era alguien así’. No solo es el abrazo sino que corrió, se le echó al cuello, lo abrazó, lo besó, lo lógico hubiera sido esperarlo adentro de la casa… el Padre se anticipa, sale al camino, corre a buscarlo, se ensucia con el hijo”, describe con poético realismo el arzobispo cordobés.
“El hijo menor peca como se ama, peca en caliente. El hijo mayor peca como se odia, peca en frío, con la cabeza no con el corazón”, dijo Rossi.
Al final invitó a su predicación a Francisco diciendo: “no le atemos al Señor las manos de la misericordia” y a Charles Peguy: “Pecar es como si agarraras la palabra de Dios y la tiraras al borde del camino. Hay una página que nunca vamos a poder tirar que es la parábola del hijo pródigo. Es la única página del Evangelio que en los peores momentos de nuestra vida tiene pleno sentido”.
Imagen de tapa tomada de Bitácora Bíblica
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