La Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB), está dividida en regionales, un modo de organizar una Iglesia que cuenta con casi 300 iglesias particulares. Estos regionales tienen una influencia grande en la vida pastoral, pues responden a realidades sociales y geográficas similares, realizando asambleas que marcan directrices y propuestas pastorales.
Cariño del Papa Francisco por la Amazonía
El Regional Norte1 de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), como ha sucedido en otros regionales, realiza durante esta semana su 49ª Asamblea Regional. Un Regional que vive con alegría el cariño del Papa Francisco por la Amazonía, actitud que tuvo un gran gesto con el nombramiento cardenalicio de Mons. Leonardo Steiner, metropolitano de la provincia eclesiástica de Manaos.
El Cardenal de la Amazonía, como pasó a ser conocido, relató su estancia en Roma en el reciente consistorio, destacando la gran esperanza que la Iglesia universal está depositando en la Iglesia de la Amazonía, diciendo que espera que «demos pasos para que la Iglesia pueda darlos«.
El cardenalato algo más allá de su persona
El Cardenal Steiner, que presidió la Eucaristía que dio inicio a los trabajos de la segunda jornada de la Asamblea, que se desarrolla del 19 al 22 de septiembre de 2022, representada en los más de 70 participantes de la 49ª Asamblea Regional y los seminaristas de las diócesis y prelaturas que se están formando en el Seminario San José de Manaos, volvió a insistir, como lo ha hecho desde que conoció su nombramiento, que su cardenalato «es un gesto más del Papa Francisco en relación con nuestras iglesias que están en la Amazonía, no es una cuestión personal«.
El purpurado se refirió a las palabras del Papa Francisco al entregar los distintivos cardenalicios, donde mostró «su mirada a las iglesias que están en la Amazonía, no una mirada a los obispos, una mirada a la Iglesia que está en la Amazonía«. Una Iglesia que «ha buscado a lo largo de todo este tiempo ser una Iglesia encarnada, una Iglesia que participa de las dificultades, de las tensiones, de las injusticias», insistiendo en que estamos ante «un pequeño signo del Papa Francisco de lo que espera de nosotros como Iglesia que está aquí encarnada y busca ser una Iglesia consoladora y liberadora».
Una Iglesia desde la fuerza de la Palabra
Tras agradecer los regalos que le hicieron cada una de las diócesis y prelaturas del regional, que definió como «hermosos y significativos», como ya había hecho en su homilía, el arzobispo de Manaos destacó la importancia de la Palabra, elemento presente en su lema episcopal: «La Palabra se hizo carne». Una Palabra presente en las iglesias de la región, una Iglesia que «en medio de las tormentas, nos estamos convirtiendo en una Iglesia desde la fuerza de la Palabra«.
«Una Palabra que nos gesta, en esta dinámica de la maternidad del Verbo», afirmó el purpurado, que ve la Palabra como aquello que «hace que la vida sea cada vez más armoniosa, para que la vida alcance su plenitud y se haga tangible y visible». El cardenal franciscano recordó la petición de Francisco de Asís a sus hermanos, llamándoles «a concebir la Palabra y a hacerla nacer«.
Palabra alimento de las comunidades
Una Palabra que al convertirse en luz aparece como «una Palabra consoladora, una Palabra de Vida» que nos transforma y nos hace hermanos y hermanas en la Palabra. Es una Palabra que se hace visible y sensible dentro de nosotros, una Palabra que lleva siglos formando y alimentando comunidades, algo que en la Amazonía forma parte de la vida de las comunidades más alejadas, que «se nutren continuamente de la Palabra».
Una Palabra que se hace visible «en nuestros gestos, en nuestra cercanía, en nuestro espíritu samaritano, en nuestro despojo, en nuestro vaciamiento, en nuestra acogida. Una Iglesia presente, activa, transformadora y liberadora, una Iglesia que queremos meditar en estos días, una Iglesia verdaderamente encarnada”. Una Iglesia que, según el cardenal, «se da cuenta de que sin la Palabra no libera», insistiendo en «lo mucho que necesitamos hoy de liberación». Una palabra que «ayuda a transformar nuestras realidades sociales y, por qué no decirlo, nuestras realidades políticas».
Palabra iluminadora del camino
En el Evangelio del día, el purpurado dijo también ver «una Palabra de esperanza, una Palabra iluminadora para perseverar en este camino que venimos recorriendo desde hace tanto tiempo, un camino que es patrimonio de una Iglesia que ha caminado tanto a lo largo de los siglos». Desde allí mostró su deseo de seguir caminando «en una Iglesia en salida, en la que somos todos pueblo de Dios, una Iglesia profundamente sinodal».
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Una Iglesia en la que el Verbo se hizo carne y habita en las aldeas, los pueblos, los quilombos, los asentamientos, las periferias. Una Iglesia que, con su Cardenal, reafirma su compromiso como Iglesia junto a los pueblos que habitan nuestra Querida Amazonía, a ejemplo de Santarém, en una encarnación en la realidad y en la evangelización liberadora, un camino de comunión, participación y misión.
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