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Cardenal Steiner: «La vocación nunca es para mí, la vocación es para el pueblo de Dios»

Retomar las vocaciones en la Iglesia, retomar las vocaciones en el pueblo de Dios fue el desafío que el cardenal Leonardo Steiner, arzobispo de Manaos, presentó a los participantes en el Encuentro de Pastoral Vocacional que tiene lugar en el Seminario San José de Manaos, del 7 al 9 de julio. Un encuentro que se lleva a cabo dentro del III Año Vocacional que está realizando la Iglesia de Brasil.

 

Concebir a la Iglesia como pueblo de Dios

Todos pertenecemos al pueblo de Dios y es necesario concebir la Iglesia como pueblo de Dios«, dijo el cardenal Steiner, afirmando que «somos hijos del Verbo encarnado, somos hijos de Jesús crucificado y resucitado». Es por eso que «todos estamos llamados a vivir el discipulado» señaló, recordando que el Documento de Aparecida nos llama a todos a ser discípulos misioneros, algo que viene del Bautismo, que es la primera llamada, por el hecho de pertenecer al pueblo de Dios.

El modo de ser discípulos misioneros tiene una gran diversidad dentro de la Iglesia. Según el cardenal, «para que el pueblo de Dios camine, para que el pueblo de Dios se dinamice, para que el pueblo de Dios sea pueblo de Dios, el Espíritu Santo está suscitando acciones dentro de la Iglesia y está suscitando diferentes ministerios, diferentes servicios pastorales«. Por ello, pidió a quienes trabajan en la pastoral vocacional que ayuden «a nuestras comunidades a reflexionar, a pensar, a rezar sobre las vocaciones a las que cada uno está llamado, pero por el bien del pueblo de Dios».

 

Vocaciones para que el pueblo de Dios sea servido

Insistió en no ver la vocación como algo en beneficio propio, afirmando que «la vocación nunca es para mí, la vocación es para el pueblo de Dios«. Se trata de todas las vocaciones, que son «para la visibilidad del Reino de Dios», llamando a abordar la cuestión vocacional «para que el pueblo de Dios sea servido, para que el pueblo de Dios sea más dinámico, para que nuestra Iglesia sea cada vez más Iglesia en salida, para que nuestra Iglesia sea cada vez más Iglesia samaritana, para que nuestra Iglesia sea cada vez más misericordiosa, para que nuestra Iglesia sea cada vez más consoladora».

El trabajo vocacional tiene que mirar no sólo a la llamada, sino a la misión dentro del pueblo de Dios, según el arzobispo de Manaos. Contó su experiencia de vida infantil, en una «comunidad que tenía conciencia de ser comunidad«, una comunidad que hace más de 60 años, no teniendo presbítero, la comunidad se reunía para la oración y la lectura de la Palabra de Dios, «siempre con la conciencia de que pertenecían a la Iglesia y de que tenían un papel importante dentro de la Iglesia», hasta el punto de enviar a alguien a formarse para ser maestro y catequista, y de rezar siempre al final de las celebraciones por las vocaciones.

Cuando el primer sacerdote llegó a aquella región, no se apoderó de la comunidad, se dio cuenta de que era una Iglesia organizada y entró dentro de la dinámica, hizo ver al cardenal. Por eso, al hablar de vocación, «estamos hablando de la vocación del Bautismo, esta responsabilidad de sentirse Iglesia, laicos y laicas que se sienten Iglesia, celebran como Iglesia«, destacando la importancia de los muchos ministerios presentes en la Iglesia hoy, «que ayudan a nuestras comunidades a sentirse comunidad, a sentirse pueblo de Dios», llamando a mostrar como Pastoral Vocacional en primer lugar que «somos pueblo de Dios y que como pueblo de Dios, ser laicos y laicas dentro de la Iglesia es una vocación».

 

Importancia de la vocación laical

El punto más esencial del servicio de acompañamiento vocacional es mostrar «este aspecto de responsabilidad de la comunidad, de los bautizados, de las bautizadas, este ser Iglesia». En este sentido, pensando en la sinodalidad, el cardenal Steiner, que será miembro de la Asamblea sinodal del Sínodo, subrayó «la importancia de la vocación laical«. Una toma de conciencia de ser pueblo de Dios que haría a cada bautizado mucho más activo dentro de la sociedad, mucho más presente en la cuestión de la justicia, de la política, pero como Iglesia.

Toda vocación se basa en ser Iglesia, «primero somos bautizados, luego asumimos las vocaciones a las que Dios nos llama«, subrayó el purpurado. El Sínodo nos ayuda a darnos cuenta de que «nuestra Iglesia sólo es Iglesia en la medida en que todos participamos activamente, asumiendo nuestra responsabilidad como bautizados y bautizadas», algo que se concreta en las asambleas a diferentes niveles que tienen lugar en la Iglesia de la Amazonia, y que son «signo de nuestra sinodalidad», viendo el ser obispo, sacerdote, vida consagrada como «estar al servicio del pueblo de Dios», como «manifestación de la Iglesia al servicio del Reino de Dios», reconociendo la importancia de cada vocación, pero siempre dentro del pueblo de Dios, donde cada uno asume una función.

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«Ninguna vocación es más, ninguna vocación es menos, sino todas al servicio«, subrayó el arzobispo, que ve las vocaciones como «comprender mejor la llamada que Dios hace», insistiendo en que la vocación «no es sólo una opción personal», una llamada que es un compromiso. Llamó a entender la vocación como una llamada, a vivir «el encanto que va dando la fidelidad, que va dando la madurez, que va abriendo horizontes, y entonces la vocación se asume con gratitud».  Por último, pidió entender la vocación como responsabilidad y que todas las comunidades recen por las vocaciones.

 

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