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Cardenal Tagle desde Colombia ofreció claves para «ser un verdadero misionero»

En el marco del XIII Congreso Nacional Misionero, bajo el lema: “¡En la Iglesia misionera, Colombia de primera!”, que se celebró del 4 al 7 de julio en Bogotá, en la sede de la Pontificia Universidad Javeriana, el cardenal Luis Antonio Tagle, pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización del Vaticano, fue protagonista de este gran evento que convocó a más de mil personas venidas de los diferentes territorios de la nación.

El Jerarca inició su intervención, ofreciendo un saludo en nombre del Papa Francisco, para luego dar paso a su ponencia titulada: “La Misión ad gentes en la Iglesia local”. De manera pedagógica propuso tres aspectos claves para ser un verdadero misionero.

A la luz del Evangelio, el cardenal filipino expuso varios ejemplos del Nuevo Testamento, entre ellos de San Marcos, donde Jesús instituyó a los 12 Apóstoles para que estuvieran con él y lo siguieran; así también el Evangelio de Juan, el encuentro entre Jesús y la mujer samaritana en el pozo de Jacob, todos ellos testimonios de una experiencia con Jesús de venir a Él y quedarse con Él, a partir de allí desarrolló su reflexión.

La Misión como experiencia con el Señor

Planteó en primer lugar, que una comunidad cristiana o una iglesia local es el fruto del discipulado misionero, es decir, una iglesia local es también el agente o instrumento del discipulado misionero, por tanto, especificó “permanecer con Jesús debe impulsarnos a ir a otros para compartirlo”.

Aseguró que, cultivar la semilla de una iglesia local, está en lograr que una vez se tenga esa vivencia con Cristo, sea compartida inmediatamente en todos los espacios, sin miedos y con mucha alegría. Por lo que llamó la atención de los jóvenes, indicándoles que hagan uso de las redes sociales para que proclamen a Jesús.

“Hijos, después de estar con Jesús, busquen a sus padres, abuelos y abuelas que viven con ustedes llevándolos a Jesús, padres hagan lo mismo con sus hijos. Jóvenes busquen a sus amigos o compañeros del colegio, llevándolos a Jesús”, indicó.

Jocosamente, les dijo a los presentes en el auditorio: “Queridos amigos y amigas, cuando el sacerdote o el diácono dice la misa ha terminado, vayan en la paz de Cristo. Por favor, vayan … vayan… Los que han oído, gustado y experimentado en el templo, deben compartirlo. Vayan, no se queden en la parroquia todo el día tomando café con el párroco”.

Los discípulos misioneros son compañeros de peregrinación de otras personas

La segunda actitud que resaltó Tagle, es que como peregrinos de la fe en el mundo debemos ser continuamente evangelizados mientras evangelizamos a los demás por la acción del Espíritu Santo. Recordando que todo ser humano es peregrino en esta tierra y que su vida es un peregrinaje constante, donde nunca anda solo, antes bien camina por senderos transitados por generaciones anteriores.

Y agregó que, una peregrinación habla de esperanza. “Sin esperanza no hay peregrinación, sólo movimiento sin rumbo”. La peregrinación humana, dijo el prelado, debe ser aprovechada para evangelizar y compartir la Buena Nueva, se trata -agregó- “que podamos ayudar a transformar la peregrinación o la historia de otros peregrinos”.

¡No hay excusa! Acentuó, para participar de la misión evangelizadora debido a una formación adecuada. “Aunque el Papa Francisco reconoce la necesidad de que todos estemos mejor equipados (…) Propongo que, nos recordemos a nosotros mismos que evangelizar significa simplemente contar o compartir la Buena Noticia o el Evangelio”, por lo que pidió quitar el miedo a ser evangelizadores.

“Se trata de una actividad humana cotidiana. Nadie necesita formación profesional para descolgar el teléfono o conectarse a Internet para compartir algo bueno y hermoso. Tener buenas noticias mueve a compartirlas, quizás estas personas también las compartan a otras (…) Es una mala noticia no poder compartir una buena noticia. Una buena noticia, no es sólo una información, se trata de una experiencia que te ha dado alegría, esperanza, entusiasmo”, sugirió.

En este sentido, compartió una experiencia que tuvo con un vendedor de galletas en un semáforo, luego de ello afirmó que “un vendedor pobre puede evangelizar a un obispo, ya que ambos recorremos el mismo camino como peregrinos. Creo que es una de las maneras sorprendentes que tiene Dios de caminar con nosotros y hacer que nos encontremos”.

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Un pueblo de muchos rostros y culturas propias

Por último, en un tercer aspecto recordó que, cada persona o peregrino forma parte de una sociedad, por tanto, de una cultura, cada uno contando su historia de acuerdo a su cultura y esto advirtió, ocurre igualmente con el Evangelio. “Se proclama, se vive, se expresa en modos singularmente personales, comunitarios y culturales”.

Se refirió igualmente, a que la historia de la evangelización es la de la recreación intercultural, en la única Iglesia de Cristo, una Iglesia de múltiples rostros. Por tanto, aseguró que el Evangelio es tan profundo que no puede limitarse a una sola expresión cultural, al igual que toda cultura tiene el potencial de ser portadora del Evangelio, pero con la condición de estar abierto a una transformación y a la comunión.

Del mismo modo, observó “la única Iglesia universal existe dentro y fuera de las iglesias locales. Cada iglesia local debe estar abierta a otras iglesias locales en comunión y misión” A esto, agregó “Espero que las iglesias locales de Colombia sigan desempeñando un papel importante en la misión universal de la Iglesia, en las diversas culturas del mundo. Algunas culturas significativas con las que los bautizados necesitan caminar en una peregrinación en la evangelización hoy”.

Fortalecer la misión en cinco ambientes culturales

En su intervención, remarcó la necesidad de fortalecer la misión en cinco ambientes, de los cuales advirtió hay que poner un cuidado especial y prioritario. Ellos son: pueblos indígenas; jóvenes y revolución digital, personas con discapacidad o con capacidades diferentes y migrantes.

Culturas de los pueblos indígenas
De estas resaltó el sentido de comunidad y armonía con la creación, este ambiente dijo, “es necesario para purificar la cultura dominante del individualismo, del consumismo y del descarte”.

Cultura de los jóvenes
Advirtió que es importante que la Iglesia camine de la mano con la cultura de los jóvenes, aprendiendo de ellos. Esta cultura de los jóvenes apuntó, revelan las culturas cambiantes de las familias de este tiempo contemporáneo.

Cultura de la era digital
En este sentido, señaló que es imposible ignorar esta revolución digital en la que el mundo anda inmerso y que son cambios que avanzan a pasos agigantados, esto, comentó “ya están alterando la economía tradicional el empleo, la naturaleza del trabajo, las expectativas de los consumidores, los gobiernos, la seguridad, la gestión de la información, la atención sanitaria, el clima, la desigualdad social, la identidad, la moralidad, la familia, la comunidad y el significado de la verdad”.

Cultura de las personas con discapacidad o con capacidades diferentes
A este respecto, llamó la atención para desarrollar la sensibilidad de la ternura. Pidiendo acercarse a ellos, atenderlos y atender esta labor que requiere de todos unos compromisos de comunión y afecto “Comunicarse con ellos exige aprender un nuevo lenguaje”.

Cultura del encuentro personal con los migrantes y refugiados
Sobre este fenómeno, mencionó que el drama de la peregrinación, llamada migración forzada, es cada vez más creciente. Un hecho que trae consigo dolor y división en las familias, además de nuevas formas de esclavitud como es la trata de seres humanos. Esto -agregó- “pide de todos nosotros un encuentro personal y un encuentro de culturas”.

“He observado que algunas personas que temen a los migrantes y refugiados han tenido muy pocos o ningún encuentro personal con ellos. Ni siquiera conocen a las personas que temen, encontrándonos con ellos, tocando sus heridas, escuchando sus historias y sus sueños, podríamos vernos reflejados en ellos. No son extraños. Podrían ser mis padres, mis hermanos y mis hermanas, mis amigos. Entonces empiezo un viaje, una peregrinación en común con ellos”, concluyó.

Envío misionero

Recordemos que este Congreso Nacional Misionero centenario, estuvo bajo la coordinación del padre Samir de Jesús García Valencia, director de OMP- Obras Misionales Pontificias de Colombia; la Conferencia Episcopal de Colombia; y el apoyo de monseñor Mario de Jesús Álvarez Gómez, obispo de Istmina-Tadó.

Evento que concluyó con el envío misionero de los más de mil participantes, quienes durante la misa de clausura presidida por el cardenal Luis Antonio Tagle, recibieron como signo una Cruz y un Rosario, con el compromiso de multiplicar lo aprendido en sus territorios.


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