La directora ejecutiva de Cáritas Venezuela, Janeth Márquez de Soler, socióloga, politóloga y educadora comunitaria, en entrevista con ADN Celam, ofrece un balance detallado de la labor que realiza Cáritas Venezuela para apoyar a aquellos que, impulsados por la crisis, han tenido que dejar su hogar. Además, explora las acciones concretas que la Iglesia lleva a cabo en el terreno para mitigar los efectos de la migración forzada.
Cáritas Venezuela en favor de la población migrante
PREGUNTA: ¿Cuál es el balance de la Cáritas Venezuela en favor de población migrante? Tanto de las personas que salen del país, como de las que retornan a Venezuela.
RESPUESTA: La Cáritas tiene muchos años trabajando con este tema de Movilidad Humana, sobre todo acompañando migrantes. Y nos tocó, en su primer momento, hace 25 años, acompañar colombianos, y hace 30 acompañar ecuatorianos y peruanos. Éramos un país de acogida, y hemos tenido que pasar a ser ahora un país que manda migrantes a otros lugares. Pero además, somos un país que hemos mandado más de 8 millones de personas, o sea que es mucha la cantidad de hermanos y hermanas que han tenido que irse de su casa.
La situación es muy complicada, porque, en un primer momento, tuvo que salir la gente con plata, la gente con habilidades, con capacidades, con profesionalismo, y después, salieron los pobres. Todavía hace tres años, los pobres tuvieron en todos los países la acogida con mucha calidez y fraternidad, pero hoy en día, ya las cuestiones han cambiado. Los países tienen menos posibilidades, los venezolanos venimos también a colapsar las problemáticas de los países hermanos. Los migrantes pobres de Venezuela que salen con muy poco dinero tienen que ir a otros países, a lugares pobres, entonces eso hace que colapse la situación.
Hoy, exactamente después de la elecciones de Venezuela, el pueblo venezolano ha obtenido una esperanza de poderlos ver a sus hijos volver, porque habíamos visto que a finales del 2023 y durante el 2024 los retornados empezaban a llegar, y la Iglesia se preparaba para recibir retornados, y la gente tuvo una gran esperanza de que su familia se unificara después de las elecciones; pues esa esperanza se ha quebrado y hoy en día estamos más asustados que antes, porque vemos que ha empezado otra vez a animarse el tema de la migración en cantidades.
Nunca se ha parado la migración, nuestras fronteras todos los días tienen gente que sale y gente que entra, pero estamos ya viendo en nuestras casas de paso. Nosotros tenemos 12 casas de paso, donde vamos viendo cuál es la situación, empezamos a ver ya en este mes de septiembre cómo empieza otra vez a animarse la migración, y nos asusta que esto se active, que vuelva a haber una salida grande de venezolanos y venezolanas que, no teniendo respuesta en el país en sus condiciones humanas, vuelvan a salir y colapsar nuevamente los países de la zona bolivariana.
Y hoy, Estados Unidos es como la meta o el horizonte que tienen los venezolanos, de que puede ser que en Estados Unidos nos traten bien, pero, además, para llegar a Estados Unidos, cada día más las rutas son más complicadas y hay menos posibilidades de llegar, pero la gente tiene esa esperanza.
Acciones de Cáritas Venezuela en respuesta al flujo migratorio
P: ¿Cuáles son las acciones que realiza Cáritas Venezuela en este flujo migratorio que se va dando?
R: Nosotros, lo primero que hicimos fue que todas nuestras Casas de paso, que recibían colombianos en una época, se transformaran a Casa de paso para acompañar, informar a los migrantes que iban saliendo, un poco para que no cayeran en la trata, en la esclavitud, darle información. Y, además, con la Red Clamor y con otros hermanos de las caritas vecinas vamos diciéndole a donde tienen que ir, por dónde tienen que pasar, ayudándolos en todo lo que tiene que ver con kits de alimento, de medicamento, de frazadas, porque la gente no entiende que en el otro lado del país hay frío, que en Bolivia es complicado, que Chile es súper frío, la gente cree que todo es igual a Venezuela. Y entonces, hemos hecho como ese primer trabajo de acompañamiento en la salida.
Nos dimos cuenta que teníamos que hacer un trabajo de evitar que la gente salga, y entonces, hemos empezado a hacer todo un acompañamiento también en las comunidades, para ver qué es lo que les están dando en el otro lado de la frontera, que a veces solo es alimento, o algo de medicamento, para poder hacerlo en Venezuela. Y hemos hecho todo un trabajo de incidencia con Naciones Unidas para que el PMA (Programa Mundial de Alimentos), que estaba en Cúcuta, pasara a la frontera y viniera Venezuela, y hemos logrado que el PMA llegue a Venezuela para dar alimentos.
Con ese proyecto hemos logrado un poco estabilizar la población de madres que tienen hijos en las escuelas, porque se les ha estado dando la canasta alimentaria, se les ha estado dando alimentos para mantenerse. Y ahora estamos haciendo todo un trabajo de acompañamiento, de evitar que la gente salga, pero igualito en las Casas de paso de darles de comer, de que se bañen, de que puedan tomarse una sopa cuando pasen y, sobre todo, que puedan entender que hay allá en el otro lado hay dificultades, que hay problemas, que todo lo que sea fácil es mentira y, sobre todo, que tengan información exacta de dónde poder ir a buscar ayuda o servicio.
Después, hemos estado haciendo un trabajo muy fuerte de incidencia con Naciones Unidas, con el gobierno, con nuestras mismas Cáritas, porque nos hemos dado cuenta que lo mejor es que se mejoren las condiciones adentro, y no tanto como en 2017, cuando toda la gente y todas las instituciones animaban a la gente a irse.
Hoy pensamos que fue un error y hoy estamos diciéndole a la gente que no se vaya, porque el que se va hoy, ya es pobre, ya no es con capacidades ni con plata, sino es el pobre, y creemos que están peor pasando la frontera que dentro de Venezuela, con todo y los problemas que tenemos, nosotros en este momento, pero que hay una cosa que se llama la amistad, la familia, esas capacidades físicas que uno tiene en su país, que a veces es muy importante, que se colapsan cuando uno cruza la frontera, porque termina siendo solo, resolviendo problemas solo, quedándose solo, y al final por una un plato de comida. Entonces, la Iglesia en este momento se está preguntando qué hacer para tener programas sociales más fuertes y evitar que la gente salga.
Oportunidades de desarrollo humano ante la crisis migratoria
P: ¿Cuáles diría usted que son las oportunidades de desarrollo humano que se tiene ante esta crisis migratoria?
R: Una es el fortalecimiento de las redes, poder entre todos conocer lo que nos está haciendo, lo que está pasando y planificar el servicio que tiene que ver con la atención, que tiene que ver con la acogida, con la respuesta, con mejorar las leyes, pero, también, la incidencia: qué pueden hacer estas estas redes, que somos más, pues cuando somos más puede ser que el granito de la incidencia que estamos haciendo sea mayor. Creo que eso es lo primero, el desarrollo de estas grandes redes, que no existían en 2017, y que al final nos ponemos de acuerdo.
Hoy estamos aquí cien personas de diferentes organizaciones que nos unimos para tener lineamientos comunes y nos unimos para conocer qué hace cada quien; eso da una fortaleza para el trabajo con los migrantes.
Después, todo el trabajo de incidencia que se desarrolla, trabajando en política pública, en leyes que permiten tratar de hacer algo. El problema no es cómo servir a nuestros migrantes, la Iglesia ha aprendido mucho de cómo se sirve, de cómo dar un alimento, de cómo acompañar, de cómo escuchar, el problema es cómo evitar que haya migrantes, ese es el gran reto que tenemos hoy, el gran reto que tenemos todos estos espacios, el gran reto que tenemos los países, que es evitar que la gente salga. La migración es un derecho que tenemos todos, pero la migración forzada no. Entonces, cómo trabajar ahorita porque no exista la migración forzada.
La relación entre Cáritas Venezuela y el Estado en temas migratorios
P: ¿Cómo es la experiencia del trabajo que ustedes realizan y cómo es la presencia del Estado en su labor?
R: Nosotros en Venezuela vivimos un momento muy crítico, el Gobierno no reconoce el tema de los migrantes ni reconoce que hayan salido ocho millones de personas; ellos hablan de que han salido dos millones, un millón seiscientos, por eso no reconoce ese trabajo que estamos haciendo. Al final puede ver que un servicio de estos o una visibilidad de este de este servicio pudiera ser enemigas de la narrativa del gobierno; el gobierno acusa a algunas organizaciones de animar la migración, entonces, al final, hay pocas políticas públicas para el tema de la migración, porque el gobierno no reconoce que la gente está saliendo. Entendiendo que el gobierno no va a reconocer que la gente se va porque no están resueltas sus necesidades económicas, y el gobierno habla de que la gente se va porque va de turismo, porque le gusta conocer otro país, entonces esa narrativa es diferente a la narrativa migratoria.
En este momento, el tema es mucho más crítico, vamos a un país más complicado, y en el tema migratorio, pues tenemos que ver, reflexionar como Iglesia para ver cómo vamos a seguir trabajando. Hasta ahora, si bien el gobierno no reconoce el tema de la cantidad de gente que ha salido, tampoco nos ha puesto mayores problemas para seguir en nuestras Casas del migrante, para seguir ayudando con los servicios públicos que hacemos, para seguir teniendo Casas de trata en algunos estados. Es mucho más fácil si trabajamos en conjunto con los gobiernos locales para recibir a las personas que vienen de la trata de Trinidad; en algunos estados nos ponemos de acuerdo con lo local, para ayudar a que el paso no sea tan complicado. Pero creemos que esto puede en este momento complicarse más, por una narrativa de que el país está bien y que no hay necesidad de que la gente migre, por lo tanto, el que sale, saldría solo como turista.
La esperanza de ofrecer medios de vida a los migrantes
P: Monseñor Jaime Villarroel, obispo de Carúpano (Venezuela) que acompaña la frontera marítima entre Venezuela y Trinidad y Tobago, dijo que la Iglesia de Venezuela ofrece además de formación e información, medios de vida para que la gente pueda sentir que “todavía vale la pena luchar”. Desde el servicio que realiza la Cáritas, que es el brazo social de la Iglesia, ¿considera que se le puede dar esperanza a las personas migrantes?
R: La Iglesia está haciendo alianzas dentro del país con muchas organizaciones para ya no seguir siendo solo asistencialista, sino ir buscando medios de vida que permitan a la gente poder tener un ingreso y quedarse en el país. Entonces, Cáritas ha desarrollado, en compañía con sus Cáritas de Estados Unidos y Cáritas Española, proyectos que tienen que ver con medios de vida en la emergencia. No podemos hablar de medios de vida del desarrollo, pero si medio de vida en la emergencia, que permiten a la gente, de alguna manera, no depender tanto de una bolsa de comida que le podamos entregar nosotros o que le pueda entregar el Programa Mundial de Alimentos, sino que pueda entrar unos ingresos a la casa permanentemente, aunque sea para la subsistencia, o sea, no son medios de vida para para desarrollarse, pero sí por lo menos para comer.
Entonces, la Iglesia ha estado viendo cómo ayudar y no quedarse en los primeros programas que hicimos. Empezamos haciendo entregas de comida, kits, frazadas para que pudieran viajar. Hoy hemos estado cambiando y seguimos haciendo eso también, pero estamos cambiando a transferencias monetarias, que la gente pueda tener algo de ingreso, que puedan ser ellos mismos los que sepan lo que quieren comprar.
Y ahora hemos pasado a medios de vida. En Venezuela hay mucha tierra, que además es buena, si bien no es para la producción porque no están dadas las condiciones para sacar producción, por lo menos tener alimentos para el trueque, en una comunidad que les permita alimentar a los niños y que le permita alimentarse a ellos, y que con otras entraditas puedan sobrevivir; normalmente lo que están haciendo después de la frontera es sobrevivir. Entonces, cómo podemos empezar, mientras, por otro lado, se va peleando el tema de las políticas públicas.
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