Hace unos meses, nos enterábamos que se iba a realizar un Taller virtual que brindaría herramientas para una catequesis más inclusiva. Algo que sonó realmente maravilloso, tan agradable —imaginamos— en los oídos de padres, maestros, catequistas… Hablar con María Cecilia Rosetti da una tranquilidad contagiosa. Sus palabras son como estrellitas de esperanza que llevan a un Jesús apto para todos y todas: como lo es de verdad. Ella propone herramientas y anima a descubrimientos durante el camino del aprendizaje. Veamos.
Hace poco diste un Taller sobre “Herramientas para una catequesis más inclusiva”. ¿Cómo sería esto? ¿Cómo fue la experiencia?
La idea fue propuesta por la Junta Catequística de Buenos Aires en función a cuestiones que surgieron en el EAC (Encuentro Arquidiocesano de Catequesis): una de las cosas que más pidieron fue herramientas para poder trabajar con esto. La experiencia fue súper interesante. Allí transmití lo que yo hago habitualmente en la catequesis de aula pero también lo hicimos desde el lugar de pensar la inclusión como algo que se pueda ir ampliando y dando en diferentes lugares. Muchas veces sucede que las catequistas o las maestras dicen “yo no tengo las herramientas para poder trabajar con esto”. Me parece importante compartir lo que a lo largo de los años —cuando estudié, con la formación que adquirí en mi trabajo— fui aprendiendo: estrategias y herramientas que nos pueden servir a muchos y que se pueden aplicar.
¿Influyen los criterios de la fe cristiana en la pedagogía catequetética?
Sí influyen los criterios de la fe cristiana en la pedagogía de la catequesis. Pensar en que todos tenemos posibilidades, en que todos somos igual de importantes, en que todos tenemos lugar y abrir la propuesta y el mensaje para todos es importante. Es difícil de entender y no es que no se puede sino que hay que tener una forma específica o justamente esto: estrategias o herramientas que nos sirvan para llevar el mensaje para todos. Si yo transmito un mensaje de Jesús que recibe a todos, de Jesús de brazos abiertos, de Jesús que trae un mensaje que es para todos y no se lo transmito a todos… me estoy quedando por la mitad. Los valores de la fe cristiana atraviesan toda esta cuestión.
¿Cómo estamos en la cuestión de formación de catequistas para personas con discapacidades?
En Argentina —no tengo experiencias en el exterior— y más en concreto en la ciudad de Buenos Aires y la provincia de Buenos Aires, donde incluso habiendo algunos seminarios que están capacitando a personas para dar esta catequesis, no está tan divulgado, no es tan conocido. Las referencias que nos traen de otros lugares del país es que está más complejo, que queda librado a la buena voluntad de las catequistas o los catequistas de las parroquias que van armando en la medida que pueden o no. Entonces esto sí que está bastante complicado. Por eso espero que a partir de esta charla, que no es carrera o un curso más extenso, puedan ir utilizando estas herramientas para ampliar el repertorio de posibilidades.
Experiencia I: Ella quería tomar la Primera Comunión
“Las llamo experiencias o puntos de inflexión que me permitieron abrir el juego a distintas cosas en lo relativo a mi forma de pensar la catequesis, ante situaciones particulares. Quizás fueron descubrimientos. Les voy a contar el caso de una chica que, en la parroquia donde trabajo, estaba en el grupo scout. A pesar de tener la edad para incorporarse a la catequesis de Primera Comunión no lo había hecho. Un poco porque no se sabía si era de su interés y otro poco por esto de estar o no estar capacitados. Pero surgió que en una misa se acercó a recibir la comunión sin haberse preparado. Nos demostró que efectivamente era algo que ella quería hacer y ese fue el momento en el que nosotros también pudimos saber-descubrir-entender-trabajar junto con la familia que esto era lo que ella quería. Y a partir de ese momento se fue preparando. Me encargué de armar algo más específico, con el recurso de usar imágenes que nos ayudaran a entender cuál es el mensaje de Jesús desde situaciones y cosas concretas que pudiéramos pasar por la vida: porque si no las palabras sueltas quedan en la nada. Y desde ahí poder ir trabajando y acercándonos a recibir la comunión entendiendo también la importancia de cada una de las cosas que pasaban en ese momento: el momento de recibir a Jesús en la comunión. Fue una experiencia muy muy linda pero también muy interesante el repensar las cosas que nosotros transmitimos a los chicos desde otro lugar, el lugar de la experiencia y pasándolo por la vida.”
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Experiencia II: Cuando la literalidad juega en contra del mensaje
“Esta experiencia fue muy significativa para mí y me hizo repensar las cosas que decimos y las formas en que transmitimos algunas ideas. Situación: catequesis de Primera Comunión en escuela primaria donde en un grupo de 35 o 40 chicos el mensaje de Jesús llegaba bien, lo que veníamos trabajando se asociaba a situaciones de convivencia. Llegó el momento de acercarse a la celebración específica de la comunión y uno de los chicos, cuando dijimos ‘vamos a recibir el cuerpo y la sangre de Jesús’ se empezó a preocupar mucho: él no quería comer a Jesús, no quería comer a una persona. La literalidad nos jugó en contra y abstraernos fue un poco complejo al principio hasta que lo pudimos transformar y, desde la palabra, poner en palabras que lo que iba a recibir era el amor de Jesús para que se quedara en su corazón. Eso fue muy tranquilizador para él y muy significativo para mí. Un pasito más que dimos con este mismo chico fue que, al momento de recibir la hostia entera y comerla le generaba dificultad porque era una textura nueva y algo a lo que él no estaba habituado. Si insistíamos con eso no iba a funcionar. Pensando en que cuando recibo cualquier miguita, en todas, absolutamente en todas las partes de la hostia está Jesús, ¿por qué yo estaba tan preocupada porque él recibiera la hostia entera si con un pedacito estaba Jesús completo? Practicamos con una hostia sin consagrar, le di un pedacito y la pudo comer sin ninguna dificultad. A partir de ese momento recibe la comunión de esa manera. Para mí fue muy representativo cómo pensar las cosas de otra manera y cómo este Jesús puede llegar a todos de un modo diferente.”
Conociendo a María Cecilia
“Soy María Cecilia Rosetti, tengo 44 años. Soy educadora scout desde los 22 y scout desde los 6 años, profesora de Educación Especial y catequista en la parroquia San Francisco Solano del barrio de Villa Luro en la ciudad de Buenos Aires. También ejerzo como catequista del colegio Sagrado Corazón de Almagro (otro barrio porteño) en el nivel primario y también trabajo como maestra de apoyo a la inclusión coordinando procesos de inclusión de chicos y chicas que se van sumando al colegio y necesitan algún tipo de apoyo y acompañamiento más específico.”
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