Con el fin de profundizar en la relación entre catequesis y sinodalidad a partir de las estrategias pedagógicas de “laboratorio” y de “diálogo”, se llevó a cabo un seminario organizado por el laboratorio de catequesis del Celam a comienzos del mes de mayo. El sacerdote argentino, José Luis Quijano, miembro del Equipo Coordinador del Laboratorio de Catequesis, preparó una reseña sobre lo vivido que compartimos con los lectores de ADN Celam.
Un Seminario en el ámbito del Laboratorio
Catequesis y Sinodalidad. El binomio elegido como título convocante de este seminario resultó ciertamente prometedor, en el sentido de la densidad semántica de cada uno de sus términos y de su mutua influencia. Esta formulación, como temática focal del seminario, se desplegó en los contenidos que se desarrollaron en cada una de las jornadas.
Dado el formato didáctico elegido para esta instancia formativa ese desarrollo no se agotó en las ponencias de los expositores. Hubo una armonía de voces válidas, una sinergia de reflexiones y de aportes que implicaron la disponibilidad al diálogo, al trabajo colaborativo y a la recíproca escucha receptiva de los participantes y ponentes. Vale señalar la pertinencia metodológica del seminario en el marco del Laboratorio de Catequesis, puesto que:
- En el Laboratorio confluyen y dialogan las distintas disciplinas teológicas y pedagógicas relacionadas con la catequética, con la catequesis y con la formación de los catequistas. No hay una sola voz autorizada, como en el caso de una cátedra.
- Como el Laboratorio el seminario también es una gran mesa común donde, con justicia y generosidad, todos ponen lo mejor de sí mismos y, a la vez, cada uno retira aquello que necesita para su misión.
A la luz de la pedagogía de Jesús
Después de una presentación del marco de la realidad eclesial y social, en la primera de las jornadas del seminario, se abordaron dos estrategias pedagógicas: el diálogo y el laboratorio. Una vez planteadas su génesis, naturaleza y finalidad, el trabajo grupal se centró en este cuestionamiento: ¿estas estrategias responden a los desafíos de la realidad?, ¿cómo lo hacen? El plenario respondió afirmativamente, señalando que ambas estrategias se fundan en los valores de la reciprocidad, la apertura, la gratuidad y la flexibilidad. Sin avanzar todavía hacia conclusiones, quedó en claro que la catequesis ha de adoptar unos acentos nuevos que faciliten el diálogo y el encuentro con los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
La segunda Jornada
Se continuó avanzando en la profundización de las estrategias del “diálogo” y del “laboratorio”, en esta ocasión desde el marco del Directorio para la Catequesis. “En la escuela del admirable dialogo de salvación que es la Revelación, la Iglesia se entiende cada vez más a sí misma como llamada al dialogo con los hombres de su tiempo”. La catequesis en este sentido es un “laboratorio”, un lugar en donde se produce un encuentro que está llamado a facilitar la novedad de la conversión a Cristo y a su seguimiento.
La dinámica se centró en el emblemático número 54 del DC. “En el tiempo de la nueva evangelización, la Iglesia desea también que la catequesis acentúe este estilo dialogal, para que se haga más fácilmente visible el rostro del Hijo que, como con la mujer samaritana en el pozo, se detiene a dialogar con cada hombre para conducirlo suavemente a descubrir el agua viva. En este sentido, la catequesis eclesial es un “laboratorio” de diálogo auténtico, porque, en lo profundo de cada persona, se encuentra con la vitalidad y la complejidad, los deseos y las búsquedas, los límites y a veces incluso los errores de la sociedad y las culturas del mundo contemporáneo”.
A la luz de la pedagogía de Jesús, la catequesis como laboratorio de diálogo se planteó como un camino de escucha, de preguntas, de silencios… En definitiva, como una experiencia compartida de búsqueda con avances y retrocesos, con aciertos y errores. (Como ocurre en todo laboratorio.) Una experiencia compartida con catequistas que saben dar la palabra y dejar que el Espíritu se manifieste en la pequeña comunidad del grupo de catequesis. Con catequistas que saben dar y recibir, enseñar y ser enseñados, escuchar y ser escuchados, evangelizar y ser evangelizados. Los catequistas interlocutores saben que su tarea es la palabra y la comunicación y están convencidos de que ella nunca tiene una sola dirección.
El concepto de diálogo aparece en reiteradas ocasiones en el Directorio para la Catequesis y tiene siempre un sentido integrador: que nadie se quede afuera, que todos puedan ser escuchados. Esta escucha amplia remite al Sínodo sobre la sinodalidad que está viviendo la Iglesia toda. “Ensancha el espacio de tu tienda.” (Is. 54, 2) Que haya espacio para todos, sin perder los elementos esenciales de fondo, que nadie quede afuera, que todos se sientan en casa.
Un caminar de la Iglesia donde todos son recibidos. Una tienda de puertas siempre abiertas para recibir y para salir a las periferias existenciales, al encuentro de los pobres, de los alejados, de los enfermos, de todos los descartados. Éste es el Sínodo de todo el Pueblo de Dios, es el Sínodo de la escucha y del diálogo discerniente. La catequesis como laboratorio de diálogo implica también este discernir comunitario en la presencia de Dios, provocando el encuentro con Él y con los hermanos.
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La catequesis, laboratorio de sinodalidad
Tres preguntas contribuyeron a la reflexión de la segunda jornada. ¿Cómo se relacionan catequesis y sinodalidad? ¿Qué aporta la catequesis a la sinodalidad? ¿Cómo hacer realidad la sinodalidad en la catequesis? La catequesis como laboratorio de diálogo es, en definitiva, laboratorio de sinodalidad. Dicho de otro modo: educa para ser una Iglesia sinodal, viviendo ya esa experiencia durante la catequesis. Al mismo tiempo una Iglesia que vive y trabaja sinodalmente favorece una catequesis como laboratorio de diálogo.
En el nuevo Directorio para la Catequesis se reafirma el papel de la comunidad cristiana como lugar natural de generación y maduración de la vida cristiana, quedando de esta manera suficientemente subrayado que la catequesis es una acción de naturaleza eclesial, siendo esta dimensión esencial y constitutiva. En analogía con el conocido adagio sobre la relación entre Iglesia y Eucaristía, podríamos decir que si “la Iglesia hace la catequesis” (la Iglesia como sujeto de la catequesis), también es verdad que “la catequesis hace la Iglesia” (la Iglesia como objetivo y meta de la catequesis). Se afirma aquí la dimensión eclesial de la catequesis, puesto que es la Iglesia la que catequiza; pero, también se quiere entender la actividad catequística como lugar de educación para el “sentido de la Iglesia”, lugar de “experiencia” de Iglesia y como factor de renovación de la misma Iglesia.
Una distinción y un horizonte
Finalmente, concluyendo la segunda jornada, se distinguió “la catequesis como laboratorio de diálogo” del “laboratorio de catequesis”. Mientras la catequesis como laboratorio se refiere a una concepción y a un estilo, el laboratorio de catequesis es un espacio y una herramienta que convoca hacia estos anhelos:
- Que las estructuras eclesiales, que acompañan la catequesis, se organicen y funcionen a modo de un laboratorio.
- Que, en la práctica, la catequesis se realice como un laboratorio de diálogo. “La fe cristiana ofrecida para ser experimentada en un ambiente comunitario fraterno, comprometido y festivo.”
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