El Celam y la Clar, inauguraron oficialmente el Diplomado en cuidado y protección de niñas, niños, adolescentes y personas vulnerables en Bogotá.
Tras dos años de trabajo virtual, el programa formativo previsto del 1 de agosto al 25 de noviembre marca el regreso a la presencialidad de Cebitepal, centro de formación del Celam. Coordinado por los religiosos César Henríquez, Jesús García y Alejandra Elbaba contará con estudiantes de México, El Salvador, Puerto Rico, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Brasil y Argentina.
La apertura
El acto de inauguración se realizó en la sede del Celam bajo la coordinación de la Hna. Alejandra Elbaba y contó con la participación de Monseñor Luis Manuel Alí Herrera, obispo auxiliar de Bogotá y miembro de la Pontificia Comisión para la protección de los Menores, los sacerdotes Pedro Brassesco, secretario general adjunto del Celam, Ronald La Barrera, vicedirector de Cebitepal, Israel Arévalo, secretario adjunto de la CLAR y la Hna. María Rosaura González , coordinadora de la Comisión de Cuidado y protección de Niñas, niños y adultos vulnerables.
Al iniciar el programa la Hna. Alejandra Elbaba expresó su satisfacción ante la respuesta afirmativa de los obispos y Conferencias Nacionales de Religiosos y Religiosas que aceptaron la invitación y enviaron a sus representantes que ahora se formarán en el cuidado y protección de menores con el propósito de prestar un servicio mucho más efectivo a sus jurisdicciones eclesiásticas y congregaciones.
Desde la Pontificia Comisión para la protección de menores el Cardenal Seán Patrick O’Malley, saludó los esfuerzos de las instituciones comprometidas en el Diplomado, destacando la importancia que se le dará a la atención de las víctimas en el proceso académico.
Así la Iglesia latinoamericana y caribeña busca afrontar las diversas manifestaciones del abuso y la necesidad de trabajar desde la Iglesia como garantes de espacios seguros para niñas, niños, adolescentes y personas vulnerables.
A su turno los miembros de la mesa principal intervinieron compartiendo sus ideas respecto a la iniciativa formativa que aborda a profundidad un tema de vital importancia para la Iglesia de América Latina y el Caribe.
Los ases bajo la manga
Monseñor Luis Manuel Alí Herrera, recordó que quienes han asumido la defensa de los menores y la prevención del abuso como misión, saben que es necesario trabajar con cuatro ases bajo la manga.
El primero de ellos es la atención a las víctimas, el segundo asumir los protocolos de protección, el tercero consiste en afrontar el problema y el cuarto en aprender de los errores.
Igualmente advirtió que una de las características de este camino pastoral es que hace más humildes a quienes lo adoptan y les invita a trabajar en redes. Aquí la sinodalidad se hace carne al descubrir que no podemos actuar solos porque garantizar la Iglesia como un lugar seguro, supone trabajar en unidad.
Una casa que acoge
Acto seguido el Padre Pedro Brassesco, indicó que el Celam desea renovar su compromiso de hacer todo lo necesario para que la Iglesia crezca en la conciencia de brindar ambientes seguros para todos, especialmente a los menores de edad. Por eso avanza en la elaboración de las políticas y protocolos de cuidado y protección para todas sus áreas de funcionamiento.
“Los animo a que esta respuesta que han dado a Dios sea un compromiso en un servicio tan importante para nuestra Iglesia y para generar una cultura capaz de evitar que estas situaciones no solo no se repitan, sino que no encuentren espacios para ser encubiertas y perpetuarse,” indicó.
Igualmente, el Padre Ronald La Barrera, manifestó su alegría al retornar a las actividades presenciales y agradeció a la CLAR su deseo de organizar de manera conjunta este Diplomado del que se esperan muchos frutos, producto de la metodología sinodal que abordará en las diferentes actividades.
Dejarse transformar
El Padre Israel Arévalo, les dio la bienvenida a los estudiantes, anunciando que, a lo largo de las próximas 17 semanas, serán discípulos de una experiencia de salvación. Un compromiso con la cultura del buen trato que a través de esta comunidad de aprendizaje, les ayudará a empoderarse desde el conocimiento, recibiendo las herramientas necesarias para ser capacitadores que aceptan la invitación del Espíritu para escuchar a Jesús; comprometidos con el buen trato y dispuestos a caminar juntos como una Iglesia que se deja transformar para servir mejor.
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Bajar la guardia
Finalmente, la Hna. Rosaura María González Casas, reiteró la importancia de la conversión pastoral que implica un cambio de actitud y apertura para respetar el enfado de las victimas ante los errores cometidos por la Iglesia. Proceso que solo puede alcanzarse si existe un proceso de conversión personal que permita acoger a las víctimas reconociendo primero nuestra propia vulnerabilidad.
Finalmente, encomendó los trabajos del Diplomado a María para que ella nos enseñe a bajar las defensas, ser como Jesús y generar desde nuestra realidad un nuevo modo de ser Iglesia.
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