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CLAR impulsa misión profética en el Darién: presencia samaritana que quiere ser puente, no frontera - ADN Celam

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CLAR impulsa misión profética en el Darién: presencia samaritana que quiere ser puente, no frontera

En el marco de la Semana Santa, la Confederación Latinoamericana de Religiosos y Religiosas (CLAR) ha convocado del 10 al 21 de abril a una misión profética que se trasladará al municipio de Necoclí, al noroeste del departamento de Antioquia, Colombia, una de las principales puertas de entrada hacia la peligrosa ruta migratoria del Dariel.

Bajo el lema Peregrinos de la Esperanza, «Una diócesis al ritmo de los migrantes. Peregrinos y peregrinas de esperanza«, cerca de 50 religiosas y religiosos de diferentes países del continente se unirán a esta iniciativa que busca manifestar el rostro samaritano de la Iglesia con los migrantes que a diario se ven vulnerados sus derechos.

La hermana Gloria Liliana Franco, presidenta de la CLAR y madre sinodal, será la persona que lidere esta iniciativa eclesial que se propone ser signo de esperanza y profecía en un contexto de creciente retorno migrante, reducción del flujo hacia el norte y profundización de las desigualdades sociales.

“Queremos hacer una apuesta por los puentes”

“La misión de Semana Santa a la que ha convocado la CLAR es una misión que queremos vivir como peregrinos de la esperanza”, señala la hermana Liliana en una entrevista concedida a ADN Celam. La vida religiosa, agrega, se concibe como una Iglesia en salida que “elige las orillas más complejas del mundo”, todo ello enmarcado en el camino del jubileo. En ese marco, han sido convocados religiosos y religiosas de Brasil, Argentina, Perú, Ecuador, Colombia y otros países del continente.

“Justo en este momento del mundo en el que están más vulnerados los derechos de los migrantes, nosotros queremos hacer una apuesta por los puentes. Queremos hacer una apuesta por la Iglesia como casa de acogida”, enfatiza.

Un signo en un territorio herido

La religiosa señala que haber elegido a Necoclí no fue casual. Recuerda que este municipio que parte de la diócesis de Apartadó, ha sido históricamente un punto de tránsito de miles de migrantes que buscan cruzar hacia Panamá. Hoy, con el endurecimiento de políticas migratorias por parte de los gobiernos de Estados Unidos y Panamá el mapa ha cambiado, el flujo de migrantes ha disminuido, y con él, el rostro de quienes tiene que retornar.

“Nos parecía muy simbólico estar en esa diócesis, en el corazón de la migración. Se ha hecho un proceso de diálogo muy bonito con el obispo Carlos Alberto Correa y él ha estado profundamente comprometido en el discernimiento y la acogida. Con una comitiva hemos visitado el territorio y esto es un signo profético”, explica la religiosa.

“Que la gente sienta que no está sola”

Más allá de la presencia, el corazón de esta misión es el acompañamiento. “El impacto más significativo será que la gente sienta que no está sola, que la vida religiosa está con ellos. Queremos hacer nuestras sus búsquedas, sus dolores, sus esperanzas”, menciona.

Asimismo, Franco destaca el compromiso manifestado tanto del obispo como de sacerdotes, religiosos y laicos que están involucrados con esta misión. Señala que la CLAR junto con la diócesis anfitriona, le apuestan a dejar semillas para procesos de formación y acompañamiento de desarrollo humano integral.

Formación con sentido y corazón: los cuatro latidos

Para garantizar que la presencia sea significativa, la CLAR ha desarrollado un itinerario formativo para hacer el envío a los misioneros que estarán en territorio. “Se trata de unos talleres en video que llamamos ‘cuatro latidos’. Uno habla de peregrinar con esperanza, otro sobre habitar el territorio, otro sobre ser en misión”, cuenta la hermana Liliana.

Franco al reconocer los desafíos que tendrán que enfrentan las y los consagrados en este camino, destaca algunos de ellos. “El primero es saber escuchar de verdad el clamor de los migrantes; el segundo es acompañar con sentido, implicarse; y el tercero es seguir formándose para tener una presencia significativa”, indica.

Asegura que seguir a Jesús “tiene consecuencias” y que una de ellas, en este momento de la historia, es “involucrarse significativamente en esta realidad compleja”.

Hacia una Iglesia sinodal que acoge, protege, promueve e integra

Del mismo modo, señala que una forma de vivir una auténtica experiencia misionera, es encarnarse en el llamado que el Papa Francisco hace a ser una Iglesia sinodal. “Contemplando la mesa de la última cena, sentimos que esa mesa debe ensancharse. Queremos ser iglesia samaritana que acoge, que promueve e integra”, expresa.

Después del camino, la red

Por último, la religiosa señala que la esperanza no termina con el fin de la Semana Santa. Indica que la CLAR le apuesta a continuar fortaleciendo una red continental de religiosos y religiosas comprometidos con la causa migrante. “Hay muchas casas de acogida, albergues, centros de protección que ya están funcionando. Queremos apoyar, visibilizar y animar estas experiencias”, explica.

“Estos días queremos visibilizar un signo profético, pequeño pero real. Porque contemplar a Jesús en su misterio pascual también nos lleva a dar la vida”, concluye la hermana Liliana, con la convicción de que la esperanza no es solo una idea, sino una forma concreta de caminar junto al otro.

 

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