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“Una luz contra la trata. Caminando por la dignidad” es el título del Mensaje de la Comisión Episcopal de Migrantes e Itinerantes de la Conferencia Episcopal Argentina con motivo de la 9ª Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas, que tendrá lugar el próximo 8 de febrero, fiesta de Santa Bakhita.

Una herida en el cuerpo de Cristo

Una fecha a la que “cada vez son más quienes nos unimos”, afirma el texto, buscado “rezar y sensibilizar sobre ‘esta herida abierta en el cuerpo de Cristo, en el cuerpo de toda la Humanidad’”, como dijo el  Papa Francisco con motivo de dicha Jornada en 2022. Un crimen a ser enfrentado en conjunto, pues “el viaje desde la oscuridad de la explotación y trata hasta la luz de la dignidad y la libertad es un viaje de todos”.

En el mensaje se afirma que “nos ponemos en marcha como millones de migrantes e itinerantes que huyen de sus países en busca de paz, seguridad, un pedazo de tierra para cultivar, un trabajo o una educación de calidad. Caminamos con ellos sintiendo en nuestros pies las vulnerabilidades que hacen que sea tan fácil para ellos caer en la oscuridad de la red de la explotación y de la trata”.

Poner fin a este flagelo

En el escrito se hace hincapié en el agradecimiento del Papa Francisco por “el compromiso de trabajar para erradicar las actividades delictivas que atentan contra la dignidad y los derechos de hombres, mujeres y niños, y dejan efectos duraderos en las víctimas individuales y en la sociedad en general”. En ese sentido, el Santo Padre, “anima también a encontrar formas efectivas de poner fin a este flagelo y garantizar que las víctimas reciban la atención necesaria, tanto física como espiritualmente”, destacan desde la Comisión Episcopal de Migrantes e Itinerantes de la Conferencia Episcopal Argentina.

Por eso, como Comisión Episcopal de Migrantes e Itinerantes, insisten en querer recordar “la necesidad esencial de apoyar, acompañar y reintegrar a las víctimas de la trata de personas en nuestras comunidades y asistirlas en el proceso de sanación y recuperación de su autoestima”.

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Reconociendo que “la tarea es realmente abrumadora”, insisten en ayudar a “perseverar en los esfuerzos por defender la dignidad otorgada por Dios a cada persona y defender los derechos humanos básicos de aquellos que con demasiada frecuencia son olvidados y sin voz”. Por ello insisten en que “la Iglesia está siempre agradecida por cada expresión de caridad fraterna y de cuidado hacia todos aquellos que han sido esclavizados y explotados, porque así se hace visible la misericordia de Dios y se fortalece y renueva el tejido de la sociedad”. Para ello piden la intercesión de Santa Josefina Bakhita para encontrar “respuestas nuevas a este gran desafío”.