El curso para predicadores “Testigos de Dios en su pueblo”, convocado por el Centro de formación Cebitepal, que arrancó este 25 de noviembre con 75 participantes, venidos de toda la región, tiene consigo grandes historias.
Entre estas, la de Diego Salguero un costarricense que desde los 13 años ha estado dedicado a la predicación. Tiene 37 años ahora y, además, hace 5 años fundó “por misericordia de Dios” la Comunidad Anunciación.
Diego Salguero, participante del curso de predicadores
Explicó a ADN Celam que la Comunidad Anunciación está constituída por “fieles laicos que incorporados al cuerpo de Cristo por el bautismo buscan su santificación en el seguimiento de Jesús, nuestro Salvador”.
“El carisma propio de la Comunidad nace del texto evangélico de Lucas 1,35 ‘El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el Poder del Altísimo te cubrirá con su Sombra’, de esta manera buscamos cultivar una íntima unión con el Señor y una fidelidad perfecta al Espíritu Santo”, detalló.
Espiritualidad mariana
El sueño de este joven laico, quien también es comunicador, se ha ido expandiendo a otras naciones. “Hemos abierto una comunidad en Panamá con nueve personas y en Estados Unidos con cuatro”, indicó.
La Comunidad Anunciación está asentada en la Diócesis de Cartago, pastoreada por Mario Enrique Quirós. Su trabajo justamente lo desarrollan en la parroquia del Santuario Nacional Basílica Nuestra Señora de los Ángeles, casa de la Patrona de Costa Rica.
“Contamos con el permiso de nuestro obispo y nuestro asesor es el padre Maynor Bohórquez, vicario parroquial del santuario. Entonces por ahí siempre estamos ligados a la comunión de la Iglesia en este sentido”, agregó.
El nombre Anunciación – explica Salguero – corresponde a “la espiritualidad eucarística y mariana de poder arder en nuestro corazón y ser como María”. Así pues, imitan a “la Madre Santísima en su experiencia de ser discípula que tiene un encuentro personal con Dios y se deja impactar por la presencia del Espíritu Santo”.
Cristianos a tiempo completo
Sobre el rol de los predicadores en tiempos de sinodalidad, Salguero considera que es una tarea de todos los laicos “tomar conciencia” de su protagonismo, puesto que “muchas veces nos hemos dejado abrumar por las responsabilidades del trabajo, casa, familia”, dejando en segundo plano la misión: “Cuando me queda un ratito de tiempo”.
En este sentido, es importante des-instalarse de la “comodidad” para atender el llamado que Dios tiene a cada uno. Con estas actitudes “empezamos a difuminar la experiencia de Dios”, observa. Ahí es cuando se cae en el error, lo que nos aparta de “su amor infinito”.
En sinodalidad es posible ser cristianos a tiempo completo y la mejor forma es predicando con el testimonio para “no solo dedicar un fragmento de tiempo a la fe”, sino que donde “estemos” ser sal y luz del mundo.
Como comunidad misionera “nosotros queremos ser esos que que sean al final unos caminantes de Emaús, que digan mira como arde nuestro corazón, pero que se devuelven a la comunidad para que también arda en ese fuego de amor”.
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